La creatividad se ha convertido en una de las nociones centrales de la modernidad, cuyo sentido y expectativas se han visto radicalmente modificadas. Ha dejado de ocupar un lugar periférico, asociado al perfil del artista como transgresor, para pasar a ser una pauta normalizadora que define rutinas y hábitos sociales. Ser o no ser creativo, ser o no ser original se ha convertido en un criterio vertebrador de decisiones y acciones individuales y colectivas, pero ya no, como sostiene Andreas Reckwitz, según el patrón de los románticos distanciados de sí mismos, sino el de los creativos volcados hacia el mundo y el del empresario de sí mismo. Esta obra analiza los ámbitos de la sociedad concernidos por el emergente imaginario de la creatividad, a la vez que medita el alcance y el rumbo que adquiere la propia sociedad moderna. Frente a los planteamientos que abordan la creatividad como expresión ideológica de la economía neoliberal, este volumen refuerza la crítica contemporánea por la vía del enfoque cultural y en aspectos apenas transitados por la investigación científica. En él se explora la naturaleza estética y la genealogía histórica de esta noción, la dimensión cultural de una creatividad ligada a la trascendencia de las producciones sociales y a ciertos modelos de sociedad; el sentido de la creatividad como articulación inclusiva de lo imaginario y lo reflexivo; su relación con la incertidumbre, el azar o la indeterminación; los vínculos entre creatividad con la memoria histórica e individual o los modos simbólicos en que la creatividad refuerza las identidades de grupos y comunidades.