Debido a que muchas secuencias de genes están patentadas, un médico que las utilice para tratar enfermos podrÃa estar violando una patente; como el FBI considera que pueden amenazar la seguridad nacional, ha confiscado tesis doctorales sobre fisión nuclear; como algunos individuos han diseñado programas informáticos para utilizar con sus propios trenes en miniatura, han sido demandados. Y si bien muchas personas creen que nunca se ha tenido tanto acceso a la información como en el mundo de hoy, Robert Laughlin muestra, en este libro, que ello no es asÃ: sumergida en un inmenso mar de publicidad y 'spam', la mayor parte de la información realmente valiosa -dice el autor, que obtuvo el Premio Nobel de FÃsica- es considerada cada vez más confidencial o privada. Ya no es inusual que una gran idea sea acusada de violar una patente o catalogada como amenaza a la seguridad nacional. Por un lado, afirma Laughlin, evadir medidas contra la piraterÃa o distribuir aplicaciones para descifrar códigos secretos es ilegal; pero, por otro lado, es legal que las empresas monopolicen métodos de comunicación y patenten estrategias de venta o secuencias de genes. Laughlin asegura que, sin saberlo, hemos tomado la decisión colectiva de renunciar a nuestros derechos intelectuales, y sostiene que en esta peligrosa nueva era la investigación cientÃfica independiente se ha convertido en una actividad antisocial y, en muchos casos, ilegal. Escrito con tanta pasión como conocimiento, 'CrÃmenes de la razón' hace una dura y oportuna advertencia: de continuar asÃ, el mundo podrÃa encaminarse hacia un nuevo medioevo intelectual.