En el Archipiélago Canario nos encontramos ya desde etapas anteriores a nuestra era, unos pueblos asentados en las siete islas cuya cultura era la amazigh, en plural imazighen. A estas poblaciones autóctonas del norte del continente africano los griegos las habían denominado bárbaros, y la adaptación de ese nombre, dio lugar al concepto muy extendido de bereber, aunque en realidad, la denominación correcta para referirse a esta etnia norteafricana debería ser la de amazigh. Bien es cierto que, para Canarias, el exacto lugar de procedencia de estas poblaciones imazighen se desconoce con exactitud, pudiendo ser incluso varios los focos poblaciones. Por otro lado, una vez instalados en las islas, debido al aislamiento que debieron mantener los isleños entre sí durante siglos, se pudo haber producido también cierta evolución propia, que ha condicionado determinadas peculiaridades en algunas de las islas. En cualquier caso, valorando el computo general de las manifestaciones culturales canarias, es apreciable que en todo el Archipiélago la cultura indígena era clara y exclusivamente la amazigh. En Canarias no encontramos etapas prehistóricas paleolíticas ni epipaleolíticas, tampoco neolíticas ni culturas protohistóricas, y dentro del marco histórico sabemos que los pueblos asentados en las islas no eran ni egipcios ni fenicios ni griegos ni romanos ni vándalos ni bizantinos ni musulmanes. Los indígenas canarios de las siete islas del Archipiélago Canario eran simplemente indígenas norteafricanos, aunque como analizaremos detenidamente con muchas y distintas influencias culturales. También en el norte de África coexisten muchas similitudes y grandes diferencias entre las poblaciones originarias del continente, pero se consideran bereberes tanto a los pobladores del oasis de Siwa, como a los tuareg, a los que habitan en la Cabilia, el Aurés o el Alto Atlas marroquí, y ello a pesar de sus diferencias culturales que se han mantenido durante siglos, y a las distintas influencias que se han recibido con más ímpetu en unas zonas que otras. En cualquier caso, el sustrato de cultura base en gran parte del norte del continente africano, incluidas las Islas Canarias, es el de la cultura amazigh como documentaremos extensamente en nuestro trabajo. Esta cultura bereber aún hoy en día se mantiene viva en amplias zonas del continente africano como en Túnez, Aurés, Cabilia. Atlas, Hoggar etc., y como no, también en el Archipiélago Canario donde a pesar de la desaparición de la lengua y de la escritura indígena, y de las tajantes prohibiciones señoriales y realengas, aún hoy en día se aprecian numerosas connotaciones culturales que clara raigambre bereber que han perdurado hasta la actualidad. Una de las primeras cuestiones que se nos planteó a la hora de dirimir y dilucidar las costumbres y ritos de los indígenas canarios es la práctica ausencia de testimonios directos de los propios indígenas, lo que dificulta enormemente su clarificación, más si tenemos en cuenta que la mayor parte de las noticias recogidas al respecto lo fueron bajo la óptica de los conquistadores o de cronistas posteriores, todos ellos excesivamente imbuidos en sus creencias cristianas. Un segundo aspecto a tener en cuenta, y es una premisa de la que hay que partir para articular cualquier análisis, es la desestimación plena de paralelos prehistóricos totalmente desfasados que daban una cronología neolítica o incluso protohistórica para las primeras culturas canarias. Hoy en día, con la plena certidumbre de que son pueblos que conocían la escritura, su vinculación se entrelaza claramente con pueblos bereberes que debieron llegar mayoritariamente al Archipiélago entre los primeros siglos en torno a nuestra era. Pero no espere encontrar el lector un manual completo de los ritos y costumbres de los indígenas canarios y mucho menos de los desarrollados en el dilatado espacio del norte de todo un continente. Simplemente nos hemos planteado valorar las manifestaciones más significativas en Canarias y localizar sus posibles orígenes continentales. Todo ello en el marco de una investigación abierta en la que más que afirmaciones tajantes, nos proponemos abrir marcos de discusión y puertas a la investigación, siendo conscientes que el estudio de la cultura canaria requiere algo más que aislados y asincrónicos paralelos culturales. De cara al futuro las investigaciones deberían centrarse en el análisis pormenorizado de zonas geográficas concretas donde aún es latente y pervive claramente la cultura bereber como es el caso de Túnez, la Cabilia, Aurés, o el Atlas. Desde el punto de vista de análisis histórico comprobamos que es especialmente importante en la conformación de la sociedad canaria indígena el papel desempeñado por la superestructura religiosa. La relación determinante de la infraestructura social no es cuestionable, pero parece notable el condicionante impuesto por las manifestaciones y creencias religiosas que son anteriores a la propia consolidación de la formación social canaria. Es notorio que las poblaciones que van llegando a las islas ya traen un marco de creencias ideológicas y religiosas que serán la base de nueva sociedad en conformación. Y el estudio de estas poblaciones bereberes canarias, tiene una especialísima importancia porque los pueblos imazighen remodelaron gran parte de su identidad cultural tras la aculturación sufrida por los pueblos púnicos, latinos, vándalos, bizantinos y árabes, hasta tal punto que hoy no se puede reconocer a la cultura bereber sin esas aportaciones. Sin embargo a Canarias, llegan desde los primeros siglos antes de nuestra era, ciertas poblaciones imazighen que si bien ya traen ciertas influencias exteriores, mantendrán en estado puro, muchas de sus constantes culturales hasta el mismo siglo XV, en que se produjo la llegada masiva de los piratas europeos. Canarias es un espejo cultural especialmente significativo para el estudio actual de la cultura bereber extendida prácticamente en gran parte del marco norte del continente africano. Pero la cultura de los indígenas canarios no podía estar al margen de las creencias y costumbres que se desarrollaban entre los pueblos mediterráneos, puesto que ellos estuvieron estrechamente vinculados con el mundo bereber. No en vano los cartagineses, con clara influencia fenicia, van a mantener, a pesar de la destrucción de sus asentamientos por los romanos, su cultura hasta bien entrado el siglo IV de nuestra era. Y no se puede desdeñar el dato que tras la toma de Cartago en el 146 a.C., la dominación romana del norte del continente africano es plena durante casi 700 años, y más aún, tras la caída de Roma, la influencia clásica se extenderá a través de los bizantinos, hasta la dominación árabe del norte de África en el siglo VII d. C. Es decir, más de 800 años de aculturación ideológica clásica en la mayor parte del territorio del norte de África, aunque bien es verdad, no exentos de resistencia. Por todo ello, con una simple deducción apriorística , se podrá argumentar que si los bereberes del Archipiélago Canario, provenían del norte de África, al llegar al Archipiélago deberían de tener necesariamente la influencia de los púnicos y romanos como así concluiremos al final de nuestro análisis histórico. El mar Mediterráneo fue la cuna de la civilización occidental. En sus orillas se forjaron las pautas de la cultura actual y por sus aguas han navegado y se han encontrado distintas civilizaciones. Viajeros, comerciantes, piratas, ejércitos de distintas nacionalidades que durante cientos de años han surcado sus aguas y como resultado de sus encuentros, contactos, y rivalidades se ha ido perfilado paulatinamente la cultura base de la civilización occidental. Los principales actores históricos han sido numerosos y cada uno de ellos ha aportado su grano de arena al crisol de las culturas mediterráneas.