Coriolano, una de las obras más políticas de William Shakespeare, ha sugerido en el mundo contemporáneo interpretaciones antagónicas. Sin embargo, no es un teatro de ideas, sino de personajes y caracteres. Es, quizá, la última tragedia de su autor y, como tal, refleja los rasgos más característicos del Shakespeare maduro y universal, al tiempo que manifiesta una singularidad en el plano estético e intelectual que la convierten en su obra más inquietante: T. S. Eliot la consideró, junto a Antonio y Cleopatra, su mejor logro artístico. Frente a la espiritualidad de Hamlet o Macbeth, Coriolano es una obra de acción que insiste en lo material, en lo más elemental de la historia: la lucha por la supervivencia o, incluso, la mera subsistencia. Ángel-Luis Pujante, catedrático de Filología Inglesa en la Universidad de Murcia, traductor y preparador de las ediciones del teatro de Shakespeare para la Colección Austral, consigue mantener en su traducción el estilo austero y el lenguaje lleno de paradojas, antítesis y dilemas de Coriolano, mientras que analiza en la Introducción el carácter de esa singular tragedia.