"Cuando las heridas del cuerpo dejan de doler es porque han sanado. Cuando las heridas del corazón dejan de doler es porque el corazón se ha helado." Vive en una gran ciudad, los bancos lo asedian, el socio le ha puesto un pleito, ya no se entiende ni con su mujer... ¿Qué más le podría pasar? En el momento más oscuro, un encuentro ilumina su vida: Cayla. Tal vez ella le cuente la historia de Joshiken, Corazón de Invierno, un selknam, un solitario indio ona que deberá buscar el puñal azul si quiere romper el hielo de su corazón, una dura prueba para un hombre que creía tenerlo todo y carece de lo primordial: esa llama en nuestro interior que alimenta el alma, nos confirma que estamos vivos y nos revela que somos alguien único. Hace tiempo que el último indio ona pisó Tierra del Fuego. Su historia pasó desapercibida para todos, sin duda, pues ¿a quién importa que muera uno, que mueran cien? Menuda, delgada como un suspiro y de piel ajada como el cuero viejo, la anciana Cayla da testimonio de la desaparición de su gente. Cayla es memoria, es sabiduría, es amor y sufrimiento, pues conserva el recuerdo imborrable del hombre al que una vez llamaron Joshiken, Corazón de Invierno. Ella es la semilla viva de una cultura llena de inspiración. Santiago Vergara ha querido ser testigo de un pueblo y gritar "¡Ha existido!". Y decide hacerlo de la mejor forma que un hombre que se ha criado entre libros, que conoce el olor de la tinta y el color del papel, puede hacer: escribiendo una maravillosa historia de amor, el sabio relato de un viaje de descubrimiento interior.