Opositar con éxito es el resultado de un conjunto de factores entre los que se encuentran unos medios, un horario, un método, una serie de técnicas… Pero entre ellos, hay uno que sobresale y es el esencial: el opositor. A lo largo de éstas breves páginas, se analizan buena parte de esos factores dando abundantes consejos. Ahora bien, dichos consejos parten del opositor como centro. Consecuencia de ello, se incide mucho en su madurez, sus virtudes, sus cualidades…y el método para lograrlas y para conseguir dominar todos los factores que, con el opositor y sólo por él, pueden permitir el éxito al opositar. Para ello, se ha insistido especialmente en el conocimiento de sí mismo que debe procurar el opositor para lograr la progresiva perfección en la propia vida, pues las mejores metas son las que uno va conquistando a base de convencerse él mismo (y no por simple imposición o convicción teórica) de lo que debe hacer. Dicho autoconocimiento es el que debe servir para afrontar las situaciones de sufrimiento, de fracaso, de duda…descubriendo en ellas una oportunidad para mejorar. Ahora bien, dado que el opositor no está solo en el mundo, estas breves páginas inciden en la relación con las personas que rodean al opositor, pues el encuentro y la relación con otros serán un punto de apoyo esencial para construir una personalidad verdaderamente sólida que permita enfrentarse a los retos que la oposición plantea. En suma, unas breves ideas para el opositor que parten del maduración del sujeto y del motor inigualable que supone el amor en la vida de las personas.