Papa y Sarah se han casado. La familia vuelve a encontrar la felicidad y se oyen cantos en casa con en los felices tiempos cuando mamá aún estaba.-Nunca nos marcharemos Sarah, -había dicho papá- nuestros nombres están grabados en esta tierra. Pero los días son cada vez más calurosos y secos; no queda nada verde en las praderas y el nivel de los pozos ha descendido a treinta centímetros. ?Aquí en el Maine llueve casi todos las tardes-, había escrito tía Mattie a Sarah. A los niños no les gusta pensar a lo que Sarah ha dejado atrás para venir a vivir con ellos y siguen teniendo miedo a que Sarah no se quede.