En Como quien dice adiós a lo perdido, Ramón Cote llega a ese estado de madurez donde lo mejor es posible: el tono, la claridad, el aliento de prosa que viene del fondo del poema, el discurrir de las imágenes. Estos poemas son, según el propio autor, jaulas de tiempo, espacios de tiempo, cárceles de tiempo. Quisiera que todo el mundo escuchara estos versos reflexivos sobre lo que dura y lo que termina, que será lo que quede de estas ciudades. A quien ha escrito un libro como este le cabe lo que reza la última estrofa de su poema a la ciudad de Orchha, en la India: Los pasos que de ahora en adelante des por el mundo llevarán a donde vayas este encantamiento, porque quien una vez ha sido deslumbrado por la belleza será para siempre el más fiel y devoto de sus emisarios. Jotamario Arbeláez