LA poesía de María Victoria Atencia (Málaga, 1931), como la de Rosalía de Castro y Emily Dickinson, nace de la honda tensión entre la vida (observada, soñada o vivida) y la aspiración a la belleza. Poesía secretamente dramática, llena de irisaciones y veladuras que resaltan y, a la vez, ocultan un rico mundo interior. Los versos de María Victoria, de elegante y un tanto extraña serenidad, elusivamente narrativos y aparentemente distantes, gracias al sabio uso del alejandrino, su metro favorito, constituyen una apasionada inquisición sobre la maravilla y la extrañeza de todo vivir. María Victoria Atencia ha publicado, desde su inicial Tierra mojada (1952) hasta el recientísimo El umbral (2011), más de veinte libros de poemas, imprescindibles para cualquier lector atento de la poesía española contemporánea. A. L.