«Para mí, asombrarse significa contemplar la oscuridad de la noche hasta que los ojos me duelen y las estrellas quedan impresas en mi retina durante horas» Ella Frances Sanders vuelve a deleitarnos, esta vez con un libro de divulgación, que enfrenta grandes cuestiones sobre los seres vivos, la naturaleza y el universo, recorriendo disciplinas como la astronomía, la genética, la física, la biología, la botánica o la ecología. Se trata de un viaje con sorpresas, como la que anticipa el título del libro; con pequeñas paradas en la Vía Láctea, en las auroras boreales, en el corazón de los átomos o incluso en el revoltijo de percepciones que tenemos de nosotros mismos: «Es posible que no seamos esa espléndida entidad tan importante y singular que creemos ser, pero lo cierto es que necesitamos formarnos alguna idea de nosotros mismos para desenvolvernos en el mundo (...)». Narrada con la eficacia del estilo accesible, coloquial y vibrante de Sanders, a pesar de evitar el galimatías en el que la mayoría de las veces se convierte el lenguaje científico, no deja de emplear términos específicos si la temática lo requiere como «eisengrau», «cronocepción», «multiversos» o «paralaje» e incluso, aludir, sin complejos, al físico Ludwig Boltzmann, al astrónomo Arthur Eddington o al filósofo David Hume. Emplea los datos comparativos aportados por la ciencia para abrirnos los ojos acerca de realidades que raras veces nos hemos representado: alguien que viva hasta los ochenta años puede haber respirado más de 700 millones de veces a lo largo de la vida, habrá caminado el equivalente a dar la vuelta al mundo cinco veces y su corazón contará 2,6 billones de latidos. «No somos tan frágiles como pensamos: estamos compuestos por la roca, la ola y la corteza de los árboles, los caracoles y el olor a jardín después de la lluvia.»