Entre los objetivos de la Catedra Simón Ruiz, creada en 2012 por acuer- do entre la Fundación Museo de las Ferias de Medina del Campo y la Univer- sidad de Valladolid, está la de impulsar los estudios acerca del protagonismo internacional de las ferias de Castilla en los siglos XV-XVII. Convenio que fue complementado con los que, posteriormente, se firmaron en 2013 con la Fun- dación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes Saavedra y con el Banco San- tander, a través de su División Global Santander-Universidades, con la finali- dad de subvencionar y difundir dichos resultados. Fruto de estos proyectos es el libro que el lector tiene entre sus manos. En él se aborda un tema menos co- nocido de la actividad ferial, el del comercio del libro.Tradicionalmente, cuando se habla de las Ferias de Medina del Campo se hace referencia a su importancia como centros de negociación internacional de mercancías y de dinero, así como el lugar donde se efectuaban los pagos de los valores crediticios de los particulares y de la hacienda real. Pero, junto a ello, otro de los productos que se intercambiaron en grandes cantidades fue- ron los libros y el papel. La razón de tal hecho, amén de la prosperidad econó- mica de la Castilla del siglo XVI, hay que relacionarlas con el asentamiento enla villa medinense de varias compañías de libreros franceses, filiales muchasde ellas de las empresas de Lyon. Estas se encargaban de comprar libros en resmas por los diferentes centros impresores y ferias de Europa y desde allí los enviaban a Medina, donde la clientela les encuadernaba a su gusto. Inde- pendientemente del gran volumen económico que manejaron, dicho comercio del libro hizo que las ferias fueran también uno de los centros más importan- tes de intermediación cultural. Allí acudían libreros de Alcalá, Valladolid, Sa- lamanca, Sevilla y de otras partes de España y Portugal para adquirir ejempla- res de las nuevas obras y de las reimpresiones, escritas generalmente en latín en París, Roma, Bolonia, Lovaina, Lyon, etc. En suma, un tema que abre el campo de las investigaciones sobre Medina del Campo, sus mercade- res y sus hombres de negocios, donde se mezclan la historia económica con la historia cultural.Uno de los principales circuitos comerciales de las ferias castellanas era el que unía la Península Ibérica con Brujas, Amberes y, por extensión, con to- dos los Países Bajos. Sobre ello existen numerosas publicaciones, parte de las cuales se han basado en la documentación de los archivos belgas y, sobre to- do, en los miles de cartas que Simón Ruiz recibió de Flandes y de Brabante. Sin embargo, dicho mercader y financiero, aunque no prescindió totalmente del negocio del comercio de libros y papel, éste estuvo en otras manos. Dicho panorama es el que se describe en estas páginas, donde reconocidos especia- listas holandeses y españoles nos muestran cómo los intercambios fueron ma- yores de lo que hasta ahora se había supuesto. En él aparecen conocidos im- presores, como el gran Cristóbal Plantino, junto con otros menores de orígenes diversos. Pero, al mismo tiempo, el análisis de dicho comercio tan- to de libros legales como prohibidos nos permite trazar de manera más fide- digna los flujos de la circulación de las ideas en la Europa de los siglos XVI y XVII. Incluso, el panorama se amplia, ya que, desde Medina del Campo y Se- villa, la geografía se extiende a todo el mundo iberoamericano. Tenemos, pues, nuevos senderos para recorrer.