Las aguas residuales industriales presentan una alta variabilidad en sus características, tanto de forma cualitativa como cuantitativa, dependiendo del tipo de industria que las genera e incluso dentro de un mismo tipo de industria. Sin embargo, la gran mayoría de ellas presenta un problema común: la presencia de contaminantes tóxicos y persistentes. Estos compuestos se caracterizan por no ser eliminados mediante los tratamientos convencionales de aguas residuales y como consecuencia, la búsqueda de nuevas tecnologías capaces de dar solución a este problema ha centrado la actividad de numerosos investigadores hasta el día de hoy. Ha sido ampliamente demostrado que los procesos avanzados de oxidación (PAO) son tratamientos efectivos para la eliminación de un amplio número de contaminantes biorrecalcitrantes, al generar radicales altamente oxidantes que atacan los distintos compuestos presentes de manera inespecífica. Además, bajo las condiciones adecuadas pueden mineralizar la materia orgánica en grandes proporciones. Aunque técnicamente viables, presentan la desventaja de tener costes relativamente altos, sobre todo si la mineralización alcanzada es muy alta. Estos costes se deben principalmente al gasto energético, consumo de reactivos y la necesidad de reactores más o menos complejos.