Alcohol, café, tabaco, entre las permitidas; cannabis, cocaína, éxtasis, entre las prohibidas: es difícil imaginar sustancias más ubicuas, y más ligadas al carácter de las culturas. De un modo u otro, los «intoxicantes» siempre han estado aquí, y desde que el hombre es hombre han intervenido en ritos y ceremonias religiosas, han fijado vínculos de cohesión social, han aliviado periodos de penuria, han abierto puertas a la percepción y, por supuesto, han animado los fines de semana. Este libro lúcido y audaz es una invitación a conocer qué y cómo actúan esas sustancias, cómo las ven quienes las consumen y quienes no, y de qué manera el «cuarto impulso» que nos hace buscarlas ha ido quedando históricamente bajo la tutela de la religión, la moral, el arte, la medicina y, finalmente, la ley.