Civilizaciones antiguas vistas desde el cielo pretende, por una parte, responder a nuestra insaciable curiosidad por el pasado, a nuestro continuo afán de arrojar luz sobre la historia y rememorarla, en una suerte de redescubrimiento gratificante incesantemente repetido en el tiempo, y por otra, opta por hacerlo recorriendo una experiencia narrativa característica desde la antigüedad clásica. Así, se vuelve una vez más los principios que subyacen a los tratados en boga también durante el Renacimiento, caracterizados por la ?memoria artificial?, en los cuales la representación pictórica y las imágenes contribuyen a reforzar la memoria. El enfoque es convincente, pues cuando nos aproximamos a las imágenes de este volumen, lo que nos agrada, lo que nos gratifica no es la insólita novedad del tema, ni el estupor de la revelación de lo ignoto, sino por el contrario, el reconocimiento de lo que nos pertenece, el redescubrimiento de algo que, a la postre, nos resulta conocido, y el estímulo de evocar en la memoria un objeto que reconocemos como nuestro y que habíamos mantenido oculto, poco importa si por un instante o durante un largo período.