La desigualdad y la exclusión son el centro de la discusión y el debate político y social contemporáneo. La construcción de una sociedad más justa, inclusiva y equitativa pasa necesariamente por el desarrollo de procesos de transformación social basados en la participación real, efectiva, democrática, en los que individuos y grupos puedan participar en condiciones de igualdad. Sin embargo, el modelo democrático experimenta en nuestros días una expansión creciente unida a una crisis sin precedentes. Europa se halla sumida en un proceso histórico de integración que trata de concretarse en un proyecto político común que garantice la convivencia pacífica de todos los ciudadanos europeos. De forma paralela, y a la vez, se observa en la ciudadanía un cierto desinterés y desconfianza en las instituciones democráticas, así como una escasa participación en el juego político establecido. En esta línea, las orientaciones europeas enfatizan la necesidad de promover una "ciudadanía activa".