Los procesos de autoorganización y participación ciudadana han adquirido un creciente interés social, si bien en un plano teórico y político sus posibilidades efectivas han sido cuestionadas por su carácter utópico o impracticable. Los viejos paradigmas de sociedades organizadas a partir de una jerarquía representada por el Estado y las leyes históricas, y en torno a líderes carismáticos, todavía se mantienen. Y es que a pesar de la importancia de los procesos participativos iniciados en las dos últimas décadas en muchas democracias, y en particular en los municipios, aparece un desencanto y una decepción con sus resultados políticos y con los partidos que los han impulsado. Los poderes locales no son ajenos a estos cambios y paradojas: municipios con larga tradición democrática y progresista e impulsores de experiencias participativas en Europa y América Latina se han inclinado en diversos comicios por la opción conservadora y autoritaria. ¿Cómo explicar estos fenómenos? ¿Qué tipo de interacciones se han dado entre los gobiernos y las iniciativas locales? ¿Ha influido la participación ciudadana en las políticas adoptadas? ¿Qué legado han dejado estas prácticas? ¿Se ha tratado simplemente de asumir unas tareas de forma voluntaria o de poner en marcha modelos de gestión comunitaria de bienes públicos? ¿Nos estamos dirigiendo a un nuevo tipo de coordinación entre la sociedad y el Estado? Desde un enfoque sistémico e interdisciplinar, este libro aborda estas y otras cuestiones y trata de ofrecer un análisis tanto conceptual como práctico de la autoorganización, sus paradojas y desafíos en un mundo globalizado y en sociedades, ya sean las occidentales o las llamadas periféricas, caracterizadas por su complejidad y su carácter policéntrico.