Todas las películas que aparecen en las páginas de este libro han sido criticadas, prohibidas, censuradas, condenadas o despreciadas en algún momento de la historia, y ha sido así porque, de una manera u otra, todas han llevado el ojo de cámara a unos campos que hasta entonces nos estaban vedados. Filmes que desconciertan, que conmocionan, que horrorizan, que en una última instancia trastocan nuestra perspectiva de lo que es la realidad. Títulos como "Grupo salvaje", "Psicosis", "El fotógrafo del pánico", "La parada de los monstruos", "La mujer y el monstruo", "Picnic", "Y Dios creo la mujer", "Blood Feast", "Garganta profunda", "El gabinete del Dr. Caligari", "Perros de paja", "La naranja mecánica", "Cowboy de medianoche"
Estas películas, pues, son algo más que películas. Son espectáculos. Necesitaron voceadores, y necesitaron espectadores dispuestos a aventurarse en lo desconocido. Son parte de su época, y lo son de tal manera que a veces parecen obras de teatro o atracciones de feria. Fueron concebidas para un público concreto, en un lugar y un momento concretos. Cuando se dice que cambiaron la historia, a veces sólo se refiere a la historia del cine, pero incluso las más modestas afectaron de alguna manera a nuestra cultura, aunque su legado fuera comunicado por vía subterránea. Muchos de los profesionales que hicieron posible este "cine al rojo vivo" eran elementos ajenos a la industria. La mayorÌa fueron absorbidos por los mercados que ellos mismos crearon. Otros nunca fueron respetados por sus colegas, o si lo fueron (Sam Peckinpah, por ejemplo), lo fueron cuando ya era inútil para ellos. Y algunos salieron del anonimato, tuvieron un solo éxito y regresaron al anonimato tan deprisa que sólo conocen su nombre los cinéfilos más rigurosos.