las imágenes periféricas al buen gusto burgués y ajenas al universo tradicional de las Bellas Artes –la imagen pornográfica, la esampita debota, la rudeza proletaria, los emblemas nazis o las imágenes crueles- constituyen provincias iconográficas malditas, zonas de destierro y de exilio cultural, que a veces resultan más elocuentes y ofrecen materiales más productivos par a el análisis y comprensión de una época o de una sociedad que las grandes obras maestras canonizadas en los museos.