Eva tiene quince años, no tiene amigas, está gorda y no se gusta a sí misma. Parece que la vida es más fácil para las chicas delgadas, o eso es lo que piensa ella. Al menos saca buenas notas, pero esto no le hace sentirse menos aislada. En su familia no se siente muy entendida, y en el instituto ya es habitual pasarse los recreos sola leyendo. Si al menos tuviera más fuerza de voluntad para dejar de comer tabletas de chocolate y esas rebanadas de pan con mantequilla, podría adelgazar y todo sería diferente. Sin embargo, conocer a Michel y a Franziska le ayudará a darse cuenta de que sentirse bien consigo misma no tiene que ver con los kilos de más.