España entera está cabreada, pero que muy cabreada. El paro de este país es la vergüenza de Europa, pero aún lo es más la economía sumergida o la insensibilidad de la banca, que no muestra ningún interés para arriesgarse dando crédito a las empresas que tantos beneficios le dieron en los años de abundancia. Y si el paro es una vergüenza, no lo es menos el desprecio con que se trató a las empresas en los albores de la crisis. El Gobierno no hizo nada para frenar la epidemia que asoló buena parte del tejido empresarial por falta de liquidez o acceso al crédito. Así las cosas, el protagonista, un empresario cabreado, se complace con un desahogo que va a provocar un subidón placentero al lector. Montado en cólera, maquina una trama que alcanzará los mismos cimientos de La Moncloa. Una revancha de alto riesgo, y fuera de la ley, que muchos cabreados van a celebrar leyendo. Una obra cargada de sentimientos, pasiones y acción arrolladora, donde el protagonista, expoliado y humillado, retoma el trueque como moneda de cambio para lavar su honor y como medio para alcanzar su meta: La Moncloa.