Este libro pretende ofrecer algunas orientaciones educativas para vivir el celibato cristiano con un sentido nuevo y evangélico, que sólo tiene sentido por una fuerza especialísima de la Gracia. La Iglesia, desde muy antiguo, en Occidente, ha determinado por ley que debe ser practicado por los presbíteros y obispos. Mucho se ha hablado de la conveniencia o necesidad de suprimir o no esta ley eclesiástica. El autor no se plantea aquí este problema; se sitúa en el plano de la Gracias. Pretende orientar y educar al candidato -y en su caso al que ya es presbítero- a vivir en la fe la gratuidad del amor a Jesucristo. Sólo el que se ha enamorado de Jesucristo y apoyado en Él es capaz de vivir el celibato cristiano. Ni el celibato ni el matrimonio en actitud generosa de apertura a la vida son posibles por una simple ley y con las propias fuerzas. Sólo la Gracia de Dios vivida cada día hacen capaz al hombre y a la mujer de vivir esta aventura que en definitiva es la aventura de seguir a Jesucristo en la Cruz.