Tanto las bodas como los bautizos son celebraciones de la vida. Por eso son sacramentos de la Iglesia, porque en ellos se percibe el paso de Dios por la vida de los seres humanos, y además en su faceta más benéfica y gozosa. En efecto, celebrar el amor de dos esposos que comienzan su itinerario juntos y el nacimiento de una vida que viene al mundo con vocación de humanidad se convierte así en una forma privilegiada de descubrir la cercanía del Dios de la vida y el amor. En estas páginas se encontrarán algunos guiones o esquemas de celebración (quince para bodas y cuatro para bautismos) que pueden resultar muy útiles tanto para sacerdotes como para otros agentes de pastoral (religiosos o laicos).