Tienes en tus manos un libro para comprender la iglesia de casa. Pero... ¿qué es «la iglesia de casa»? «La iglesia de casa» es la traducción que los autores de este libro prefieren para una estructura pastoral antigua del tiempo de San Pablo: "kat?oikon ekklesia". La iglesia de casa, más que un concepto teórico, fue un acontecimiento histórico y sociológico que se convirtió en término teológico-pastoral. Posee un contenido tan rico que no se agota en lo que hoy llamamos familia nuclear. Así, este libro trata de recuperar la fuerza pastoral que tiene la casa, una fuerza potencial que durante siglos fue, si no olvidada en la práctica y en su reflexión, al menos oscurecida: una fuerza necesaria para la Iglesia del siglo XXI.
La vida de Jesús de Nazaret continúa atrayendo el interés de muchas personas 2.000 años después de su muerte. Se trata, sin duda, de uno de los grandes personajes de la historia. Vale la pena preguntarse quién fue ese hombre; qué vieron en Él quienes creyeron en Él y le siguieron por los caminos de Galilea, de Samaría, de Judea?; qué han visto y qué vemos en Él quienes seguimos creyendo en Él, quienes confesamos que está vivo, quienes decimos que Él es nuestro salvador, que en Él está la salvación. Detrás de Jesús quedaron sus discípulos y discípulas, sus seguidores y seguidoras. Detrás de Jesús quedó la vida cristiana. Si hoy nos interesamos por Jesús en la Iglesia es porque nos interesa la vida cristiana. Hoy vale la pena preguntarse: ?¿En qué consiste ser cristiano hoy??. "¿Ser cristiano hoy?" es una síntesis de la reflexión teológica de Felicísimo Martínez sobre la vida y la obra de Cristo escrita con la intención de hacerse comprender por personas sin una formación religiosa de carácter académico: sus padres, sus hermanos, sus paisanos de Prioro, sus amigos, los feligreses que conoció en aquella parroquia del Angel en Venezuela, en aquel barrio de Hong Kong, en el madrileño barrio de San Blas?
"Treinta gotas de Evangelio" propone actitudes ycomportamientos evangélicos que, experimentados y reconocidos en uno mismo, nos dan la certeza de que vivimos en la verdad, querida por el Padre: que somos hijos, hijas, semejantes a Él, y saborear, así, la alegría del Evangelio. Pretende contribuir, gota a gota, a preparar un colirio evangélico que ayude a nuestros ojos a ver la vida que sale de Jesús en forma de misericordia, de libertad, de verdad, de compasión, de ternura, de confianza en el Padre, que nos propone a cada uno vivir del mismo modo que Él y encontrar la verdad y el sentido más pleno y gozoso de nuestra existencia. Por eso, este libro está elaborado a base de algunas "gotas" de Evangelio para que podamos llegar a ver como ve Jesús. Una gota es poca cosa pero el goteo encierra una gran sabiduría porque no pierde la riqueza del caudal que es el Evangelio en un aluvión de palabrería, erudición, argumentos, doctrina... que acaban siendo simples elucubraciones humanas. Con este colirio evangélico aplicado a nuestras miras puede que el mundo no cambie -seguramente no cambiará- pero puede que nuestro corazón sí, se ensanche y poco a poco, vayan cabiendo en él más parcelas del mundo. El humilde intento de ir quitando de cada uno la viga del ojo que le hace miope, nos facilita la compresión y el acercamiento a otros con ojos limpios.
Las páginas de este libro ofrecen pautas para meditar sobre el papel de los sacramentos en la vida del cristiano. En la actualidad, no es raro comprobar cómo algunos sacramentos se han convertido en una rutina o, aún peor, en un convencionalismo social que poco tiene que ver con su carácter sagrado. Las meditaciones que se proponen no son lecciones de teología ni catequesis sistemáticas. Presuponen un lector adulto que conoce bien la práctica cristiana e intentan encender el corazón en la escucha de la palabra del Señor y de la tradición de la Iglesia, contemplando estos ?signos de gracia?.
Hay mucha realidad seca a nuestro alrededor y no resulta fácil hacer una lectura que entusiasme cuando el mundo que se nos muestra en el telediario y en las redes sociales es más un escenario de decepciones que una bocanada de coraje. Una sociedad líquida, ciertamente, que va desha-ciendo aquellos vínculos indiscutibles que la mantenían cohesionada. El incremento de la violencia, el desarraigo familiar, la desconfianza hacia lo institucional, el desam-paro social, la vulnerabilidad de los más pobres, la pérdida de sentido de lo sagrado y del respeto a las personas, las heridas del ambiente social, las disfunciones de la econo-mía y la falta de protección del medio natural, y un largo etcétera, configuran la sequía personal, social y ambiental que nos preocupa. Y la pregunta: ¿dónde provocar y encontrar brotes de vida? Cuando ya no reconocemos ninguna instancia por encima de nosotros, cualquiera en nombre propio puede erigirse en ídolo, con el riesgo peligroso de que incluso llegue a exigir sacrificios humanos. Y, si no, ¿cuál es el resultado del terrorismo institucionalizado? Y, ¿cuál la debilidad de las democracias sin principios éticos que no confundan el bien común con el consenso manipulado? ¡Brotes de vida! Esta tiene que ser la preocupación y la voluntad de ponernos todos a hacer deberes cada día. Hay muchos que ya lo hacen. La lectura de los hechos de cada día y las experiencias que dan lugar a todo lo que se escribe en este libro quieren ser una prueba evidente.
La sociedad y la Iglesia se encuentran bajo el signo de la transformación y el cambio. Esta situación, dramática en ocasiones, influye de manera significativa en la percepción del ministerio sacerdotal, de su existencia y su tarea. Todos los aspectos que conforman este hermoso y necesario servicio eclesial encuentran en la eucaristía su expresión más profunda y luminosa. En ella se transparenta el pueblo de Dios que camina hacia la felicidad (beatitudo) completa y permanente del Dios de Jesucristo. Y en ella y a partir de ella el sacerdote se convierte en «servidor de la alegría», aquella que brota del anuncio del mensaje pascual.
Catequesis para explicar el Sacramento de la Eucaristía desde el mandato de Jesús de repetir sus gestos y palabras. En la celebración litúrgica Jesús se hace presente y se convierte en alimento para animar nuestra vida cristiana.
¿Cómo puede saber cualquier hombre lo que tiene que hacer para proceder rectamente y agradar a Dios en todo momento? ¿Cómo actuar en las situaciones concretas de la vida de forma libre y justa? La respuesta que los autores del Nuevo Testamento dan a esta pregunta es muy clara: el discernimiento personal de la voluntad de Dios, de acuerdo con las exigencias de la fe, representa la más completa liberación interior que puede vivir un creyente y la exigencia más radical que brota del mensaje de Jesús de Nazaret. Ahora bien, por los evangelios sabemos que Jesús fue desconcertantemente liberal en algunas cosas pero muy exigente en otras. Por ello se comprende el desconcierto que produjo su predicación y su conducta. En este sentido, la conducta del hombre religioso tiene que ser un reflejo lo más perfecto posible de lo que fue la conducta de Jesús.
No son, los que corren, tiempos fáciles para la esperanza. Cuando uno mira un poco a su alrededor, se encuentra con mucha incertidumbre y desencanto. Pero es precisamente cuando la realidad humana contradice nuestras expectativas cuando se hace más necesaria la esperanza evangélica. Y el motivo fundamental de la esperanza cristiana no está en lo que nosotros podemos sino en lo que Dios puede hacer en nosotros o a través de nosotros. Ella no es un suplemento para poder alcanzar la omnipotencia que pretendemos. No es una rueda de auxilio a la que recurrimos cuando vemos que nuestro ánimo está en baja forma. Supone comenzar a ver todo desde otro lugar. Y en ese lugar no somos nosotros quienes estamos en el centro. Ella es un camino que hemos de recorrer cotidianamente, cultivando un conjunto de actitudes evangélicas que le abren paso, que la hacen posible, que le dan acogida. La palabra del cardenal Eduardo Pironio aparecerá en más de una oportunidad iluminando estas reflexiones, pues con su testimonio y enseñanzas nos confirma que aún en tiempos difíciles son posibles la esperanza y la alegría
Un libro para reavivar nuestra experiencia cristiana, librarla de clichés prefabricados y dejarla que se desarrrolle plenamente al calor de la Palabra de Dios. La cercanía amorosa a Jesús, la admiración ante todo lo creado, el valor de la convivencia y del seguimiento en fidelidad, la confianza y la alegría son algunas claves que nos llevan desde la montaña del aislamiento hasta el llano donde vivimos el encuentro con Jesús y los hermanos.
Atractivo material gráfico para acercar el Credo a a quienes se preparan al sacramento de la Eucaristía. El contenido catequético que lo acompaña facilitará a los animadores del grupo de catequesis la explicación del símbolo de la fe.
En el monacato antiguo, la dirección espiritual se concebía como una guía, como un acompañamiento hacia la contemplación de Dios. En su papel de guías, los monjes estudiaron todas las pasiones y desarrollaron métodos psicológicos que se adelantaron ala psicología moderna. En este libro, Anselm Grün adapta los consejos espirituales de los Padres del desierto a las circunstancias actuales. Con él, Grün no pretende imponernos la manera correcta de proceder en cada caso, sino acompañarnos en nuestro camino hacia Dios.
Una sencilla catequesis que explica el sacramento de la Confirmación como momento especial para renovar el sentido de pertenencia a la Iglesia de Jesucristo y vivirla en la comunidad parroquial.
En el fondo de cada persona hay un deseo de felicidad, que tiene diversos nombres: vida, paz, gozo, salvación? En el Antiguo Testamento, vemos cómo Yahvé se preocupa por su pueblo, pero tenemos que esperar la llegada de Jesucristo para entender en su plenitud el significado de la felicidad. Las Bienaventuranzas, están al inicio de la predicación de Jesús y se ofrecen como el programa de la felicidad cristiana.