La caída de Babilonia, relato sucinto de la Roma Renacentista, como no podía ser de otro modo, traza también el perfil biográfico de los Papas que escribieron algunas de las hojas más infames de la historia. El período cultural comenzó con el ascenso al trono de San Pedro de Martín V -en 1417- y acabó sin solución de continuidad en 1527 con Clemente VII. Entre uno y otro las luchas intestinas entre los clanes rivales del Vaticano dibujaron las luces y las sombras de toda una época. Fue León X, con su Tasa Camarae, que había de proporcionar los medios materiales para la construcción de la nueva basilíca, quien soliviantó a Martín Lutero y escindió el seno de la Iglesia. Pero, sin duda, el gran protagonista del momento fue su primo Clemente VII, el Médici que salvó la vida encerrado en el Castel Sant´Ángelo cuando, el 6 de mayo de 1527, las tropas imperiales asaltaron Roma para tomar su botin. Se iba a vivir la jornada más sangrienta de los anales de la Era Moderna. La guardia suiza murió masacrada en la plaza de San Pedro en una aferrada defensa al pontífice y el pillaje comenzó en la ciudad. Pero el emperador Carlos I de España y V de Alemania no hizo de momento un solo gesto para salvar al vicario de Cristo en la tierra de su cautiverio. Sobre el trabajo de investigación que he llevado a cabo para redactar esta novela, podréis saber algo más leyendo el epílogo de la misma. Me he permitido en sus líneas arrojar además un halo de luz a la figura de San Pedro, porque he entendido que el discurso narrativo, evitando anacronías, y fiel quizá a la historia misma, apenas lo ha hecho visible entre la crónica turbulenta de todos sus sucesores. Las obras literarias son, a menudo, como extraños artefactos que nos permiten tener una visión del mundo cómoda y clarificadora. Nos conceden la gracia de rastrear el pecado y la virtud; el oprobio y la honra; la heroicidad y la villanía, sin exigirnos un juicio público, pero a nadie dejan indemnes. Os ofrezco esta historia a la que vosotros debéis poner los epitetos. Os invito a viajar en sus páginas a una de las ciudades con más magia y a penetrar en todos sus misterios. Os acompaño a los días despejados de Roma antes de que en ella se abata la tormenta y os emplazo a mirarla, desde la atalaya del siglo XXI, con la mirada transversal de la eternidad.
La Palabra de Dios cada día 2015 se abre con el icono de san Juan XXIII. Se trata de un sencillo gesto de gratitud hacia este santo pastor, a los cincuenta años de la clausura del concilio Vaticano II. De aquel acontecimiento brotó una nueva estación par
Padre nuestro que no estás en Sevilla es una novela escrita en dos claves temporales diferentes. La actualidad, y el siglo XVII, donde nos acerca a uno de los episodios más violentos sufridos por la ciudad y que supuso un cambio de mentalidad: la de pasar de vivir bajo los postulados de la fe renacentista a inscribirse en el barroco más extenuante. Ese episodio no fue otro que la peste de 1649, que redujo su población a la mitad y su fe en el futuro a una neurótica y dramática existencia. Construida sobre la ficción literaria y la documentación más rigurosa, Padre nuestro que no estás en Sevilla nos muestra el lado oscuro de aquella gran urbe internacional, puerto y puerta de Indias. La vida de los esclavos africanos, con sus ritos religiosos y ritos mágicos, se asoman a estas páginas para salvar a la hija de un relevante comerciante indiano, dejando constancia de lo que la fe de los mandingas espetaba a la fe del Vaticano: los dioses negros son más fuertes que el Dios de los blancos. Narrada en diversos espacios geográficos, desfilan por la novela, bien en época actual, bien en época histórica, Sevilla, Gibraltar, Nápoles y La Habana. Un recorrido abrumador para contar, quizás, la condena más insoportable que vivió la ciudad cuando se sintió tremendamente sola, aislada y abandonada por el Padre nuestro que tanto se reclamaba en las procesiones de una ciudad moribunda.
Después del Año de la Misericordia, llega el Año vaticano de la Juventud. El papa Francisco está convencido de que los jóvenes son los grandes olvidados y desencantados de nuestro tiempo, pero al mismo tiempo, que ellos son lo mejor de la vida. «Los jóvenes están hechos de la misma pasta que Dios. Apoyarlos a ellos es apoyar el futuro de la Iglesia y de la humanidad». Con esta esencia arranca este libro que se nutre de las entrevistas y conversaciones inéditas que Thomas Leoncini ha mantenido con el pontífice sobre el tema.El papa afronta, pues, el tema de la juventud, que arranca en marzo con un encuentro en Roma de jóvenes llegados de todo el mundo y que se mantendrá como asunto central del Vaticano a lo largo de todo el año, y cuya conclusión se prevé para octubre de 2018, con una Gran Asamblea donde el tema principal será «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional».Un libro íntimo, cercano y divulgativo, que cuenta con la colaboración de un periodista muy próximo a Francisco, y cuyo principal anhelo es llegar al corazón de todos los cristianos.
Los comúnmente llamados curas obreros, rojos o comunistas, personificaron una nueva concepción de la Iglesia: menos triunfal, ausente de poder y aferrada al mundo. Para demostrarlo, se alejaron de las comodidades que le ofrecía el mundo eclesial y se convirtieron en unos trabajadores más, renunciando a la paga estatal y marchándose a vivir a los mismos barrios donde lo hacían los obreros, pues estar al lado de ellos era estar con los más pobres. Ese encarnamiento les permitió alcanzar la conciencia de clase necesaria para dar el salto al movimiento obrero circundante y, desde dentro de él, implementar su misión: el empoderamiento de una clase obrera deficitaria tanto de conciencia política como de conciencia de clase. Desde entonces, entendieron la evangelización del mundo obrero, tan alejado de la Iglesia, no como un deseo de conversión, sino como la invitación a vivir la palabra de Dios como la mejor forma de luchar por la justicia social, la liberación del hombre y la defensa de los derechos individuales y colectivos. Aunque la obra es un estudio de caso de los curas obreros de la diócesis de Cádiz y Ceuta desde el Vaticano II a la Transición, el análisis de su génesis, la descripción de su labor sociopolítica y las conclusiones sobre sus acciones sociales que aquí se presentan se pueden inferir, en gran medida, a lo acontecido en otros territorios de nuestro país. Finalmente, por encima de todo lo anterior, este libro pretende ser una contribución a la recuperación de la memoria histórica de los curas obreros, pues quien debería mantener vivo sus experiencias evangélicas y misionales, la Iglesia jerárquica de nuestros días, ha hecho poco por recordarlos como lo que fueron: otros protagonistas de la Transición. Ellos llevaron al extremo, varias décadas antes, el deseo que popularizaría el papa Francisco de que sus sacerdotes deberían ser pastores con olor a oveja.
Cronológicamente, el punto de partida del libro bien se puede emplazar en la Guerra de Independencia librada entre los patriotas españoles y el ejército napoleónico. Es precisamente en este episodio en el que se enmarca la contribución de Emanuele Marco Omes en torno a los significados de determinadas ceremonias en honor de José I o de su hermano, el emperador (caso, por ejemplo, del culto a San Napoleón). Más adelante, el Trienio Liberal es abordado específicamente por Gérard Dufour y por Elisabel Larriba con sendos estudios sobre la prensa, que revelan la utilidad de este medio para lograr un mejor conocimiento de las diferentes posiciones con que se abordó en aquella interesante coyuntura la cuestión religiosa (que se delinea claramente entonces, aunque con unos rasgos muy distintos a otras etapas posteriores de gran confrontación entre liberales y absolutistas o entre republicanos y monárquicos, como El Sexenio democrático o la II República). Los dos periódicos estudiados son el Diario constitucional de Barcelona y El Censor. También la aportación de la historiadora del ISCTE-IUL de Lisboa, Fátima Sá e Melo Ferreira se emparenta con las anteriores, tanto desde el punto de vista cronológico, pues tiene como centro el agitado periodo de la historia portuguesa en que, como ocurriera en la vecina España, los liberales también se hicieron cargo del poder (1820-1823), como por el recurso a la religión para combatir al liberalismo, como se aprecia en sermones predicados en aquel tiempo, como los de José Agostinho de Macedo que la autora analiza para sopesar el recurso a conceptos como regeneración y revolución. La documentación vaticana constituye una fuente fundamental en los estudios sobre la problemática religiosa tanto en el periodo acotado en nuestro proyecto de investigación, como para otros periodos y coyunturas históricas. Es justamente ese acervo documental el que Maximiliano Barrio utiliza para aportar nuevos conocimientos en torno a la política seguida por el Vaticano en España y, en particular, sobre la actuación del Nuncio, Giustiniani, cuya gestión aborda en esta ocasión de un modo íntegro, no limitándose al Trienio Liberal[6], sino comprendiendo también los años posteriores hasta su relevo en 1827 durante los cuales el representante pontificio colaboró activamente con el gobierno de Fernando de VII reforzando su línea marcadamente antiliberal. Ángel de Prado, por su parte, retomando el argumento que ya había desarrollado en el proyecto anterior, como era el de las actividades del Santo Oficio entre 1814 y 1820, se ocupa del periodo inmediatamente posterior sacando a la luz las grandes presiones que se ejercieron sobre la Corte, ya desde el verano de 1823, para que dicho tribunal fuera restablecido y explora, asimismo el poco conocido asunto de las Juntas de Fe establecidas, precisamente, para suplir la acción represora de los tribunales inquisitoriales. Las aportaciones de Ester García Moscardó, de Rafael Serrano García y de Alexandre Dupont se emplazan en un periodo posterior, el de las décadas de 1860-1870, y abordan diferentes tipos de discursos religiosos. En el caso de García Moscardó su atención se concentra sobre el peculiar político y escritor republicano Roque Barcia, uno de los mejores ejemplos españoles de la corriente del republicanismo que buscaba hacer compatible el ideal democrático con el cristianismo, desempeñando un papel esencial en esa creencia la pasión redentora de Cristo. Serrano García, por su parte se ocupa del que fue el poeta español más popular durante el siglo XIX, José Zorrilla, para contrastar las opiniones religiosas expresadas en un largo poema, titulado La inteligencia escrito al regreso de su larga estancia en Méjico, con la valoración dominante del escritor vallisoletano como un autor aferrado al tiempo viejo y a un enfoque muy reaccionario de la religión católica y de la identidad nacional. Dupont, en fin, tomando como pie la circulación internacional de la obra de Donoso Cortés, Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, se ocupa de estudiar la organización transnacional del neocatolicismo y de sus alianzas pero también diferencias-, con los legitimismos en torno a la década de 1870, proporcionando a estos últimos, tanto en Francia como en España, una influencia renovada sobre las masas católicas a la vez que el pueblo cobraba un importante papel en el pensamiento contrarrevolucionario[7]. Otro bloque de aportaciones se refiere a las devociones religiosas, las de Francisco Javier Ramón Soláns, de Daniele Menozzi y de Maria Paiano. En el primer caso, su autor se ocupa de la eclosión de santuarios marianos en el orbe católico a partir de que las apariciones de la Virgen, en Lourdes, en 1858 convirtieran a esta pequeña localidad pirenaica en el centro por excelencia de las peregrinaciones marianas y lugar de experimentación de nuevas formas de movilización y adoctrinamiento de los fieles. Adoptando también un enfoque transnacional, el objetivo último del autor consiste en estudiar el impacto del modelo de Lourdes en el desarrollo de una movilización de masas católicas en España, en el último tercio del siglo XIX, un proceso que se quiso replicar con la organización de multitudinarias peregrinaciones o romerías a lugares de culto como El Pilar, en Zaragoza, Begoña o Montserrat. La contribución de Daniele Menozzi entronca muy bien con la anterior en el sentido de que se centra en la devoción a la Inmaculada Concepción, definida como dogma por el papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854 y en la intención, muy bien documentada, del pontífice, de ligar dicha definición dogmática a la censura de los errores modernos, pese a que, finalmente, no se reunieran ambos aspectos en un único documento pontificio. En el texto se sigue de cerca todo el proceso, presidido por la idea de convertir a María, libre del pecado original, en un potente símbolo frente a la creciente heterodoxia. María Paiano, por último, se ocupa de una vertiente del movimiento asociativo católico, en concreto, de la Società della Gioventù Cattolica italiana, surgida en una coyuntura crítica para la suerte del catolicismo en Italia, la de finales de la década de 1860 y comienzos de la siguiente al objeto de profundizar en su espiritualidad en la que la devoción al papa y a sus defensores caídos en batallas como la de Castelfidardo cobraron singular importancia haciendo que sus miembros adoptaran el modelo de Miles Christi, lo que no les llevó, sin embargo, a salirse del plano de la legalidad, primando actividades como la oración o la organización de celebraciones religiosas para ir al encuentro de sus objetivos. Bien es verdad que en esta ocasión hemos procurado dar a este empeño editorial un enfoque más amplio, de forma que pudieran tener en él cabida otras expresiones de la problemática religiosa (tan marcada por los retos que planteaba la secularización) en los Estados del sur de Europa en la época considerada, razón por la cual hemos optado por titular la presente obra de un modo más general e inclusivo, como Dimensiones religiosas de la Europa del Sur, 1800-1875. Y es que, en efecto, al lado de contribuciones que se ajustan de manera bastante precisa a los términos con que oficialmente figuraba el proyecto, hemos creído interesante el incorporar estudios en torno, por ejemplo, a la asistencia social en España, incidiendo especialmente sobre el proceso de secularización que aquella experimentó a todo lo largo del siglo XIX, como hace Elena Maza en el trabajo que aporta. Su trabajo permite, por lo demás, ampliar la panoplia discursiva que aquí nos interesa estudiar, teniendo en cuenta el peso que la iglesia tradicionalmente había ejercido sobre la colectividad en materias tan sensibles como el cuidado de los enfermos y desvalidos. O estudios sobre una faceta de la acción del Estado que se erigió en un espacio de confrontación entre neocatólicos y liberales, como fue la instrucción pública, abordada por Mario Bedera, quien ha elegido para ello un periodo de la historia española particularmente apropiado, como es el Sexenio Democrático. Otros autores, como Giovanni Vian, en su texto sobre la iglesia católica en el territorio italiano del Véneto ?sujeto, durante buena parte de este periodo a la dominación austriaca, aunque no inmune en absoluto a las tensiones que entre los fieles y el propio clero veneciano produjo el Risorgimento? han optado por llevar a cabo un estudio de conjunto, referido a los dos primeros tercios del siglo XIX, de la medida en que el cambiante panorama sociopolítico reinante en Europa y en Italia tuvo su reflejo tanto en las directrices doctrinales o de disciplina marcadas por los sucesivos titulares del Patriarcado de Venecia, así como de los comportamientos del clero y de los fieles. También Ramón Maruri, por el planteamiento temporal que adopta, sobre un periodo de unos 150 años y por el hecho de arrancar del Antiguo Régimen para terminar en el periodo de la Restauración, ya a comienzos del siglo XX, firma un trabajo que se singulariza en este libro. En él, apoyándose en las visitas ad limina practicadas por los obispos de la diócesis de Santander entre 1754 y 1901, estudia la evolución y, más aún, las constantes en su marcada intransigencia? que cabe observar en el pensamiento de los titulares de dicha diócesis al tener que enfrentarse con coyunturas ideológico-políticas que suponían un reto a las posiciones de la Iglesia católica. Pese a esta variedad temática y a la exploración de otras expresiones de lo religioso en la Europa del siglo XIX, existe un hilo conductor que enlaza estos trabajos con los anteriores y es el de abordar el estudio de otras manifestaciones discursivas y otros productores de discursos articulados en torno a lo religioso.
Hay secretos que la Providencia no puede mantener ocultos por más tiempo. Solo así se explica que un proyecto científico del Vaticano destinado a captar imágenes y sonidos del pasado remoto sea interceptado por el Departamento de Defensa norteamericano y obligue a Jennifer Narody, una de sus mejores agentes, a enfrentarse a un don de la época de los grandes místicos.Mientras, en España, el destino ?¿qué si no?? aboca a un joven periodista a investigar la vida de una religiosa del Siglo de Oro que, sin haber abandonado jamás su clausura, predicó milagrosamente enNuevo México, a diez mil kilómetros de distancia. Su técnica, cuidadosamente silenciada, esconde una revelación estremecedora.Nunca una obra de ficción ha desvelado tantas verdades ocultas.
Con motivo de los 50 años que ha cumplido la revista Misa Dominical, la colección Emaús ha querido recuperar los escritos de cuatro de sus colaboradores más significativos, dentro de la sección «Última página» de esta publicación. Los artículos de Xabier Basurko, Joaquim Gomis, Juan Martín-Velasco y Pere Tena han sido editados simultáneamente en cuatro volúmenes. La lectura correlativa de unos artículos escritos a lo largo de más de veinte años por cuatro reconocidos autores de carácter y trayectoria tan diferentes, que se complementan perfectamente, se convierte en un fresco excelente de la recepción de la liturgia del Concilio Vaticano II. Ponen de relieve, con libertad, aciertos y retos de la forma de celebrar la Eucaristía dominical en nuestras comunidades cristianas. Joaquim Gomis, fundador de la revista Misa Dominical, aporta en estas páginas su cercanía, buen humor e inquietud por la sencillez, autenticidad y vinculación con la vida, de las celebraciones litúrgicas. Joaquim Gomis (Barcelona, 1931-2013) estudió teología en la Universidad Pontificia de Salamanca y en la Universidad Gregoriana de Roma. Su estancia en Roma coincidió con la muerte de Juan XXIII y con el Concilio Vaticano II, lo que marcó defi nitivamente su trayectoria. Fundador, junto a sus hermanos, de las revistas El Ciervo y Foc Nou, empezó a colaborar con el CPL a petición de su amigo Pere Tena, en la revista Phase. Fue gerente y secretario del CPL y fundador de la revista Misa Dominical, con la que colaboró hasta su fallecimiento.
UNO. A Juan Doshermanas lo han contratado para encontrar a Nadia. No estará solo, lo acompañan Ariel Kempes y Circa Bonnekill, tres sombras lanzadas sobre el mapa de Europa al acecho de una mujer que nadie sabe si existe. DOS. Hay un pasadizo de la historia de Europa en que el malhechor puede curarse, el 'homo delinquens' es el eslabón perdido de la evolución y la ciencia está a punto de salvar el escollo; un bulevar transitado por anatomistas y médicos como Franz Joseph Gall y su Frenología, Cesare Lombroso y su Criminología Positivista o Egas Moniz y su cirugía del alma. TRES. Hay otra arteria de la historia de Europa, un pasaje no menos subterráneo, donde la protesta en la calle toma la forma de la broma, la risa se blande como arma de guerrilla, y un ejército invisible alzado en pie de fiesta espera tras cada esquina; una red de callejones tomados al asalto por activistas, provocadores y sublevados como la Oficina de Medidas Insólitas, Ariadna Pi, Class War, The Yes Men, el Comité Invisible, la Fiambrera Obrera, los Provo, los Yippies, los Neoístas... CUATRO. En la borrosa intersección de estos dos mundos, entre Berlín y Bruselas, Montrouge y Tampere, Barcelona y Londres, o Pésaro y El Vaticano, y bajo la protección espiritual de Margaret Thatcher, tendrá lugar el duelo al sol entre Juan Doshermanas y la huidiza Nadia. CINCO. Hay tiempo para todo.
Este libro, aunque contiene básicamente el testimonio de un cura hijo del Vaticano II, puede muy bien leerse como parte de la historia más reciente de la Iglesia Católica en nuestro Estado Español. La implantación de los contenidos pastorales del Concilio de Juan XXIII y Pablo VI, todavía en la resistencia antifranquista por una buena parte de católicos españoles, no fue nada fácil. Pero, como nos dice el autor, los esfuerzos no faltaron. Aparecieron nuevas formas de ser creyente, ya no solo con la mentalidad conservadora, fiel al Nacionalcatolicismo, sino abiertas a nuevos valores de participación, de conciencia crítica, de mentalidad política de izquierdas, de organización eclesial menos clerical y con mayor presencia del laicado. La revolución del Vaticano II nunca dejó de dar frutos evangélicos. La experiencia que narra este libro nos hace más agradecidos a nuestra fe en el Dios de Jesús. Antonio López Baeza, nacido en 1936 y ordenado cura católico en 1965. Ha repartido su tiempo durante más de cincuenta años entre la pastoral de base y la escritura. En esta misma editorial ha publicado Francisco de Asís: una luz puesta en lo alto (2015) y Ojos nuevos para un mundo nuevo (2014).
En estas líneas queremos profundizar lo que el concilio Vaticano II ha llamado la "cumbre y fuente" de la vida cristiana (cf. LG 11, PO 5, SC 10), el centro mismo de la Iglesia. En primer lugar, abordamos lo que la Escritura dice sobre el mayor de los sacramentos y el lugar que va ocupando en la vida de la Iglesia, para seguir después con el tratamiento más sistemático de sus principales dimensiones, esto es, la Eucaristía como memorial, como presencia y como comunión. La Eucaristía permite además que todo lo nuestro sea presentado como ofrenda agradable al Padre.