Agustín de Hipona es una de las personalidades más fascinantes y complejas de la cristiandad latina. Conocemos mucho de su vida gracias a sus Confesiones, quizá la más célebre autobiografía de la historia occidental.
Entre totes les grans obres de la literatura universal, la Ilíada ocupa un lloc alhora preeminent i peculiar. És una de les primeres epopeies d?Occident i, al mateix temps, respon a un concepte de l?obra poètica molt allunyat dels criteris i els hàbits de lectura dels lectors d?avui. La tradició l?atribueix a un poeta, Homer, del qual no sabem pràcticament res i que els filòlegs moderns tendeixen a dubtar que existís realment.
Contemporáneo de Protágoras y de Sófocles, Heródoto de Halicarnaso es el primer escritor en prosa con una extensa obra conservada, su Historia, en nueve libros. Fundador de la Historia como género literario y como perspectiva intelectual, Heródoto es un buen representante de lo mejor de la Ilustración del siglo v a. C., influido por el pensamiento sofístico y el trágico. Ingenioso, receptivo, crítico, este viajero jonio encontró su hogar intelectual en la Atenas periclea, y desde esa perspectiva escribió su amplia historia, su «investigación personal». Pionero no sólo de los historiadores, sino también de los antropólogos por su mentalidad abierta, Heródoto ha tenido una variable cotización según los tiempos.
aunque los apuntes de un cazador (1852) marcan el inicio de la obra de iván serguéievich turgéniev, el efecto que tuvo este libro sobre el público de la época fue inmenso: por un lado, dio a conocer el paisaje y la vida rural rusa; por otro, mostró la
El «amor a las letras» es en realidad el amor a la literatura: arte que usa las palabras como medio para llegar a la belleza. Los monjes de la Edad Media dedicaban su tiempo a meditar en los textos sagrados. En este sentido, no hacían otra cosa que seguir a los antiguos, para quienes meditar consistía en leer un texto y aprendérselo de memoria, es decir, poniendo en dicha actividad todo el ser. La palabra escrita, leída y escuchada se manifiesta como una especie de punzada imprevista que desagarra el alma adormecida y la despierta para que preste atención a Dios (Gregorio Magno). La palabra se convierte en camino privilegiado para ahondar en el misterio de la realidad, orientarse en el laberinto del ser humano y alcanzar el misterio último que es Dios. Conocer la palabra, es decir, su lógica, su gramática y sus posibilidades, permite recuperar la cultura clásica y hacer con las palabras actuales una cultura nueva. Por esta razón, al indagar sobre los autores monásticos medievales, en realidad se está recuperando una parte esencial de la cultura de Occidente que sustenta el presente. El amor a la palabra escrita que permanece es, pues, amor a la verdad que sobrevive a lo largo del tiempo.
El Arte de la Guerra es el mejor libro de estrategia de todos los tiempos. Inspiró a Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung y muchas más figuras históricas. Este libro de dos quinientos mil años de antigüedad, es uno de los más importantes textos clásicos chinos, en el que, a pesar del tiempo transcurrido, ninguna de sus máximas ha quedado anticuada, ni hay un solo consejo que hoy no sea útil. Pero la obra del general Sun Tzu no es únicamente un libro de práctica militar, sino un tratado que enseña la estrategia suprema de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de confrontación. No es, por tanto, un libro sobre la guerra; es una obra para comprender las raíces de un conflicto y buscar una solución. "la mejor victoria es vencer sin combatir", nos dice Sun Tzu, "y ésa es la distinción entre le hombre prudente y el ignorante".
Fausto es sin duda una de las obras fundamentales y más originales de la historia de la literatura. Y quizá su universalidad resida en el hecho de que el lector, cualquier lector, no puede menos que reconocerse en su personaje central, en la parte más negativa, en los defectos o pecados de su protagonista, Fausto: en su desmesura, su soberbia, su egoísmo y su angustia existencial.
Nacido en el seno de una familia acomodada, Publio Ovidio Nasón (Sulmona, 43 a.C.-Tomos, 17 d.C.) disfrutó siempre de una situación desahogada que le permitió cultivar su temprana vocación por la poesía. El presente volumen recoge dos cimas del género elegíaco, que Ovidio cultivó en la estela de autores como Catulo, Tibulo y Propercio, pero dotándolo de una personalidad y un estilo propios. Amores, que inauguró la trayectoria poética del autor, plasma sus vivencias amorosas, librescas o reales en torno a la figura de la amada ideal, de nombre Corina. Las vicisitudes a que se ve expuesto el poeta alternan con ejemplos y narraciones mitológicas, conformando un abigarrado mosaico colmado de gracia y encanto. Arte de amar fue la causa de sus desavenencias con Augusto y de su destierro a orillas del Mar Negro, pero a él debe Ovidio buena parte de su pervivencia y de su fortuna posterior. Los dos libros que componen este manual para uso y disfrute del amor aleccionan a hombres y mujeres en el arte de la seducción.
A pesar de las dudas y dificultades que planean sobre la figura de Petronio, refinado aristócrata del tiempo de Nerón, y la fecha de elaboración de su obra, El Satiricón continúa siendo una de las composiciones de la Antigüedad que mayor interés despiertan en el lector moderno. Una vez superada la sensación de desconcierto que provoca el estado fragmentario en que nos ha llegado y las dificultades para reconstruir el argumento central, este único testimonio (junto con El asno de oro) del género novelesco en Roma nos depara la cautivadora y dinámica narración en primera persona de las peripecias de Encolpio, un pobre diablo que se busca la vida junto a sus amigos en un mundo lastrado por la corrupción y el libertinaje.
La movida y divertida historia autobiográfica de la transformación en asno de Lucio, un joven y acaudalado comerciante corintio, y las calamidades y los más inverosímiles trances que padece hasta recobrar su forma humana constituyen el hilo argumental de El asno de oro. La novela, única muestra íntegra de esta manifestación tardía en Roma, fue compuesta en el período de madurez de su autor, Lucio Apuleyo (siglo II d. C., natural de Madaura, en el norte de África), quien cultivó diversos géneros con la misma resolución y fecundidad. Además de la peripecia desencadenada por la metamorfosis inicial, esta obra alberga multitud de relatos insertos, en los que el elemento maravilloso, reflejo de la afición personal del autor por la magia y los cultos histéricos (piénsese en la célebre fábula de Cupido y Psique, o en la intervención milagrosa de la diosa Isis al final de la obra), se hilvana con la crueldad, el escándalo e incluso el sexo explícito. Apuleyo vincula la trama de su novela a determinadas creencias mágicas y orientales muy en boga en su tiempo, si bien lo que más interesa al lector es su arte de narrador, sus dotes de observación y su poder retratista de una época.