Es De hombres y dioses mucho más que una antología de poesía antigua. Además de ser bilingüe, su editor, Fernando García Romero, ofrece un panorama de la lírica arcaica tanto general como particular: se analizan sus rasgos generales, pero también los distintos periodos y autores. Asombra comprobar que, contra la concepción romántica (y gran parte de la concepción actual), hay poesía, y poesía de la buena, sin que necesariamente tenga que consistir en la expresión subjetiva, íntima o sentimental de las pasiones del poeta. En este caso, el poeta no quiere ser testigo de sus sentimientos, sino de los cambios que sacuden su entorno, la consolidación de las ciudades-estado, la sucesión de tiranías, la amenaza que representa el imperio persa, etc. El poeta es testigo de estos cambios, e incluso su protagonista, y no hace otra cosa que ponerlos en palabra, lo que le convierte en el ámbito privado del sympósion, o bien en el ámbito público de la fiesta, en político, en actor de la historia.
Quevedo reflejó en su obra literaria una profunda contradicción entre el hombre político que vocacionalmente quiso ser y el poeta que supo escribir los más excelsos poemas satíricos, filosóficos y amorosos de nuestro Barroco. De la conjunción de estas dos facetas intrínsecamente definitorias de su carácter nace un pavoroso desengaño que lo empujará a sobrevivir en su refugio interior de creación y a escribir para vivir y padecer. Componer poesía lo obligó a plantear una nueva manera de conocer, proponer una vía de acercamiento a la realidad, determinar, en suma, múltiples perspectivas para vivir y sentir su época y traducirla a claves del desengaño. Quevedo no duda en ofrecer la fragmentación de un mundo disolviéndose como su propia vida. Esta antología, seleccionada y comentada por el profesor Gómez Redondo, es la exquisita decantación de una obra que llega al lector del siglo XXI como la esencia de la poesía española de todos los tiempos.
Los cuentos del irlandés Oscar Wilde constituyen un prodigio de arte narrativo, a la vez que nos muestran los defectos y virtudes de la sociedad de su tiempo, sobretodo en el contexto de la Inglaterra de finales del siglo XIX, todavía gobernada por la reina Victoria.
Foción y Catón el Joven son probablemente los dos protagonistas de las Vidas de Plutarco más admirados por el autor, pues los consideraba un excelente ejemplo de virtud tanto en su vida personal como en la política. Estas dos biografías son la fuente más importante y más completa para el estudio de ambos personajes; además, en el caso de Catón, la de Plutarco es la única biografía conservada. En cuanto a Demóstenes y Cicerón, ya en la Antigüedad se consideraba que con ellos había llegado la oratoria a su grado más alto de perfección, por lo que era habitual parangonarlos. Al autor de las Vidas paralelas, que sigue criterios biográficos propios, lo que le interesa es el estudio del carácter con una finalidad ejemplarizadora y moralizante, y trata de la oratoria sólo como un instrumento de la actividad política de los protagonistas. En Foción y Demóstenes encontramos a dos dirigentes políticos de la Atenas del siglo IV a.C. con diferentes actitudes ante el fin de la independencia de su ciudad, que acaba siendo sometida por el reino de Macedonia. Catón el Joven y Cicerón, en el siglo I antes de nuestra era, luchan denodadamente en el mismo bando en un intento, heroico pero no coronado por el éxito, de salvar la República romana frente a los ataques de los que buscaban su poder personal.
«Heus aquí l'exposició de la recerca d'Heròdot d'Halicarnàs, per tal que ni els esdeveniments dels homes s'esvaneixin amb el temps, ni restin sense llustre fets grans i admirables, uns de realitzats pels grecs, d'altres pels bàrbars; ni s'oblidi, sobretot, la causa per la qual van guerrejar els uns amb els altres.»Així comença la Història d'Heròdot, el primer dels grans historiadors de l'Antiguitat. Conscient de la importància de les Guerres Mèdiques, el relat deixa palesa la vocació d'investigació i anàlisi de l'autor. D'una banda, perquè gestes glorioses no restin en l'oblit; d'una altra, perquè només des del passat és quan es pot explicar el present.
En esta obra destaca sobremanera el genio militar de Lisandro de Esparta, famoso por recibir en vida honores divinos antes que el propio Alejandro, y la forma en que derrotó al imperio ateniense, prácticamente sin dinero y en el terreno de su enemigo: en el mar. No sería la última vez que una potencia de tierra pudiera vencer a un imperio marítimo. Alejandro demostró que a pesar de que cada circunstancia histórica es única, se pueden tomar lecciones del pasado para forjar el futuro. Una lección seguida por Aníbal, Escipión y César, entre otros personajes posteriores.
El texto que hoy presentamos?y que se ha atribuido tradicionalmente a Aristóteles?aunque es de pequeñas dimensiones, se encuentra en el origen de una vasta y fecunda literatura que se ha interrogado sobre las relaciones entre la melancolía y la creatividad. Los hombres de genio, los grandes creadores?se pregunta?, ¿no se encuentran precisamente entre los depresivos y los melancólicos? El problema XXX, titulado aquí El hombre de genio y la melancolía, ha preocupado a médicos y filósofos, desde la Antigüedad hasta nuestros días, iluminando tanto la «melancolía» de los antiguos como el «spleen» de los modernos, en un viaje de fascinante y fructífero recorrido.
Esta obra está concebida en dos partes: una antología de textos de la mitología china clásica y un diccionario de las materias y los nombres que aparecen en los relatos mitológicos seleccionados. Los textos están tomados de ciento tres obras cuyas fechas de composición abarcan desde el siglo V a.n.e. hasta comienzos del siglo XX, y se refieren a los mitos anteriores a la expansión del budismo en China, hacia el siglo IV d.n.e. El diccionario complementa a la antología en la medida en que organiza los contenidos que los fragmentos de la primera parte sólo dan de forma inevitablemente dispersa, a causa de la brevedad de los textos mitológicos que han llegado hasta nosotros. El volumen se completa con un índice comentado de todas las obras de las que se han extraído los fragmentos originales, así como con un apéndice chino-español donde pueden consultarse las traducciones del chino al castellano de los términos y los personajes más importantes. Esta edición proporciona así una cuidada panorámica, tan fidedigna como útil, de los mitos de la civilización china clásica.
Hefestión de Alejandría (siglo II d.C.) ha llegado hasta nosotros por su Tratado de métrica griega. Una obra didáctica que trata de los distintos tipos de metros, de pies y de composiciones métricas. Para abordar esta labor el autor empieza por la clasificación de los fonemas, el estudio de la sílaba, la cantidad silábica, etc. El Tratado de métrica griega de Hefestión es el primer compendio de métrica de que tenemos noticia. Los tratados Harmónica y Rítmica de Aristóxeno de Tarento suponen el punto de partida de la musicología como ciencia en la Antigüedad. En ellos se aúna la crítica de las escuelas precedentes (pitagórica y harmónica) con la instauración de las bases de una nueva metodología que sigue fielmente los postulados de Aristóteles. Su profundidad analítica e influencia en los autores posteriores los convierten en textos indispensables para una adecuada comprensión de la materia. La Harmónica, el tratado del gran astrónomo Claudio Ptolomeo (siglo II d.C.), es el último de los grandes textos de la antigüedad helénica sobre música. Escrito con la misma ambición y carácter científico que el resto de su obra astronómica (de la que toma los mismos presupuestos teóricos), este texto repasa de manera crítica los elementos que conforman la llamada "ciencia harmónica": notas, intervalos, escalas, etc. La Harmónica es también muy interesante porque transmite la teoría musical de otros autores, y por exponer la notable y particular versión ptolemaica de la "armonía de las esferas".