En una sociedad en la que la felicidad se mide por la cantidad de bienes que se poseen, ¿cómo es posible aspirar a la sabiduría y al bien? ¿Estamos hablando de la Roma imperial del siglo I d. de C., o de la sociedad occidental contemporánea? Bien podría tratarse de cualquiera de las dos. Lucio Anneo Séneca, filósofo estoico, poeta, dramaturgo y hombre dedicado al estudio y a la reflexión, sigue de permanente actualidad. En su tiempo fue famoso por su influencia en la corte imperial y por amasar una de las mayores fortunas de su época. Hoy lo leemos como fuente intemporal de soluciones al creciente vacío espiritual que nos consume.
Ante la imposibilidad de ofrecer aquí toda la obra de este autor, se ofrecen cinco piezas genuinas. En ellas lucen las principales características del teatro euripidiano: la sensibilidad, los brillantes efectos escénicos, el contenido moral y filosófico
Sófocles (c. 496 - 406 a. C.) puso en escena, con el Filoctetes (representado a sus ochenta y siete años), la tragedia de la miseria física. Filoctetes, compañero de Heracles, toma parte en la guerra de Troya. Una serpiente le muerde el pie. El dolor, el hedor y los gritos que profiere Filoctetes hacen que los griegos lo abandonen en la isla desierta de Lemnos, en la que pasará diez años, hasta que quienes allí lo abandonaron vuelvan a buscarlo, simplemente porque necesitan su arco, heredado de Heracles, para tomar Troya. Llegan a Lemnos Ulises y Neoptólemo (joven y ardoroso hijo de Aquiles), los cuales deciden apoderarse de Filoctetes por medio de la astucia: Ulises no se dejará ver, y Neoptólemo, fingiéndose enemigo de los griegos, deberá granjearse la simpatía de Filoctetes y llevárselo a su nave. El resto se hará según dicten las circunstancias. Efectivamente, así sucede: el pobre enfermo se entrega lleno de confianza al joven, para que lo saque de su angustiosa soledad, y le deja el arco famoso de Heracles para que lo guarde más seguramente. Mientras se dirigen a la nave, Neoptólemo se ve obligado a decirle la verdad; y entonces aparece también Ulises. Filoctetes se niega; prefiere perder el arco y morir de hambre, si es preciso, antes de ceder a sus odiosos enemigos. Aparece entonces en el cielo el héroe Heracles e invita a Filoctetes a ceder ante la necesidad...