Homenaje que tributan a José Jiménez Blanco un grupo de compañeros, discípulos y amigos con motivo de su jubilación. Está compuesto por aportaciones cuyo contenido han elegido sus autores con total libertad. El libro abre con un apartado que no recoge aportaciones de corte académico, sino textos que tienen que ver con recuerdos de sus autores en relación con Jiménez Blanco. El segundo apartado versa sobre "Aspectos de la sociedad española", incluyendo temas de religiosidad y secularización, de familia y jóvenes, de inmigración y de algunas cuestiones regionales. El tercer apartado, "La altura de los tiempos", trata de la posmodernidad y de la globalización, de las tecnologías de la comunicación y los estilos de vida, del conocimiento, del turismo y, en fin, del tiempo. Bajo el título de "Política, economía y derecho" se agrupan, en cuarto lugar, un conjunto de aportaciones que ponen de manifiesto la articulación que tales estructuras muestran en el contexto general del sistema social: se habla aquí de la democracia y los entes públicos, del Estado y la nación, de las relaciones intergubernamentales y del federalismo, de los jueces y de la Unión Europea. El volumen se cierra con dos apartados: uno muy extenso sobre Teoría sociológica, que se refiere a la cultura, la ideología la identidad, la sociología de la sociología y otras varias cuestiones, y otro más breve sobre metodología que, junto a una reflexión dictada por una larga y reconocida experiencia, se refiere a indicadores, análisis estadístico y encuesta. José Jiménez Blanco, catedrático de Sociología y profesor emérito de la Universidad Complutense, forma parte de la conocida como escuela de Granada de ciencias sociales (de la que fueron notables representantes Enrique Gómez Arboleya, Luis Sánchez Agesta, Nicolás Ramiro Rico y Francisco Murillo Ferrol). Muchas de sus aportaciones a la sociología española han sido de extraordinaria importancia.
Nueva edición ampliada y puesta al día de la mejor y más amena introducción a la psicología social. En este clásico contemporáneo Aronson aplica la perspectiva de la psicología social a la conducta cotidiana de las personas, tratando fenómenos tan variados como el racismo, la atracción sexual, la obediencia, la agresividad, etc. La inteligencia, buen humor y perspicacia con que se abordan todo tipo de fenómenos han hecho de " El Animal social " un auténtico clásico de la moderna psicología.
n pocos decenios, el deporte se ha convertido en una potencia mundial ineludible, la nueva y verdadera religión del siglo XXI. Su litturgia singular moviliza al mismo tiempo y en todo el mundo a inmensas masas agolpadas en los estadios o congregadas 2
Este libro proporciona una introducción teórica al estudio de las redes sociales. En lugar de reducir el área a un enfoque metodológico, presenta los principales procesos estructurales tomando como marco de referencia la teoría social. Se centra por tanto en las ideas, los conceptos básicos y los aspectos sustantivos. Esto lo convierte en un manual peculiar, en un ámbito en el que ha predominado en los últimos años la descripción de las técnicas de investigación, la presentación del software para el análisis y la visualización de redes o el desarrollo de herramientas metodológicas. El resultado es un compendio actualizado del conocimiento sobre las estructuras sociales. El decálogo que Charles Kadushin pone a disposición del lector en Comprender las redes sociales constituye una introducción a los fundamentos teóricos de las redes sociales y deja claro que el análisis de las mismas, además de una metodología o una colección de técnicas, es una manera de mirar y de pensar las estructuras sociales y los patrones de interacción.
Hablar de la experiencia sociológica, no de meros experimentos, sólo se puede entender reconociéndole al sujeto la singularidad de su perspectiva. Para François Dubet, profesor de sociología en la Universidad Bordeaux-II y director de estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales, se trata de considerar los últimos cuarenta años de una disciplina cuyos límites conoce, y establecer síntesis provisionales, conforme él revisa la bibliografía o sus experiencias de trabajo. Si es cierto que la sociología no puede obviar su vocación intelectual y científica, tampoco puede obliterar la subjetividad de quienes contestan a ese llamado. Eso mismo pretende reivindicar el autor que no ofrece un sistema acabado, pero sí una serie de instantáneas marcadas por un entorno histórico y por su biografía profesional. Es precisamente cuando el rigor metodológico nos enseña a mirar hacia los fenómenos sociales ya sean el movimiento estudiantil y obrero de mayo del 68, la exclusión social y los motines, tensiones en la escuela o injusticias en el trabajo , que la sociología ya no puede ignorar la subjetividad de la mirada. Pensador crítico de la justicia social, Dubet nos ofrece ahora la suya, modesta y experimentada: «si hay algo duro en este oficio, eso es la libertad misma de la que goza y que le obliga a sacar de sí mismo el deseo de trabajar a cambio de un reconocimiento bastante aleatorio».
Con apenas 20 años, un joven Manuel Azaña alcanzaría el grado de doctor con esta memoria de sugerente título, La responsabilidad de las multitudes, que anticipaba con extraña clarividencia el futuro mismo del gobernante y estadista. Quien desde el poder tendría que hacer frente, en más de una ocasión, al actuar indómito de las multitudes, consagró a éstas su trabajo seminal en el campo del Derecho, disciplina que siempre cultivó hasta el fin trágico de sus días. Al Azaña político y escritor hemos de sumar un Azaña jurista, portador inquebrantable de una fe en la fuerza de la Ley que, desde sus tempranos días en la Universidad a sus últimos esfuerzos en la República, vertió permanentemente sobre su idea de una España renovada. Su casi inexplicable fascinación por las colectividades humanas y por las reglas que las rigen recorre las páginas de una vibrante tesis doctoral que, con fina pluma y cuidado estilo, se adentra en la psicología de las masas, el derecho penal, la criminología y la sociología para, en contra del positivismo entonces imperante, defender la imputabilidad jurídica de la acción colectiva. Una obra inicial de Azaña que tradicionalmente ha merecido muy poco tratamiento historiográfico, y que aquí se edita, por primera vez, de forma independiente. Y es que no se puede entender al Presidente y su concepción de la política sin conocer la raíz jurídica de su pasión por las multitudes, por esas multitudes ante las que él tantas veces se convertiría en orfebre de la palabra.
Hacia 1900, Gabriel Tarde era una de las figuras más reconocidas dentro de la intelectualidad de su tiempo. Sus trabajos sobre la multitud y la opinión pública en la política moderna fueron capitales para el desarrollo de la sociología norteamericana. Sin embargo, su obra fue crecientemente eclipsada, en parte por la hegemonía que alcanzaron las tesis de Durkheim en el estudio de las sociedades. Pero la figura de Tarde ha vuelto a cobrar relevancia: su obra ha sido reeditada, traducida y es objeto de numerosos estudios y homenajes. La actualidad de sus intuiciones; la conexión que establece entre la sociología, la psicología, la economía y la filosofía o la vinculación con ciertos posicionamientos políticos de hoy han renovado el interés de sus textos. Tarde ha empezado a ser redescubierto como precursor de los modernos análisis de difusión de la información y las relaciones sociales por las teorías de redes; como inspirador de una sociología centrada en el papel activo del individuo en cuanto agente creador de la vida colectiva; como autor de referencia para el desarrollo de una «microsociología»; como ancestro de la filosofía de la diferencia deleuziana; como numen tutelar para concebir formas de pensar que posibiliten la disolución de las entidades opresivas de la sociología y la política clásicas. Esta edición de Las leyes sociales nos brinda la oportunidad de empezar a introducirnos en la sugerente modalidad que Tarde propone para el análisis del funcionamiento de las sociedades.
Los humanos somos capaces de los actos más altruistas o heroicos, y de los más beligerantes o destructivos. ¿Cómo es posible conciliar aspectos tan dispares de nuestra naturaleza? Para responder a esta pregunta, Pagel nos lleva ocho mil años atrás, hasta el momento decisivo de nuestra historia evolutiva: el desarrollo de la cultura. Cuando nuestros ancestros empezaron a vivir en sociedades tribales más numerosas, les resultó más ventajoso trabajar conjuntamente y distanciarse de otras comunidades con las cuales competían por los recursos.
Con aires de aventura detectivesca, este libro pretende desvelar los procesos culturales que nacen de la importancia de la muerte en nuestra condición existencial y que basan en ella las distintas formas de organización social de la vida humana.
Se lleva a cabo en este libro una crítica revitalizadora, amplia y reflexiva de la criminología. Partiendo del enfoque utilitarista clásico, los autores describen las diversas variedades de positivismo biológico, psicológico y social, la teoría de la rotulación social, la etnometodología y la teoría del conflicto social, deteniéndose especialmente en los aportes de Merton, Durkheim, Wright Mills, Trasler, Talcott Parsons, los miembros de la escuela de Chicago y otros contemporáneos europeos y norteamericanos. Su propósito final es presentar una teoría que sirva para sacar a esta ciencia de su confinamiento en problemas concretos, artificialmente separados, a fin de que se ocupe de una cuestión básica: la relación del hombre con las estructuras de autoridad. Si el delito, las conductas desviadas y el disenso -afirman estos expertos- llevan a que las personas que incurren en ellos sean, en número cada vez mayor, encarceladas, internadas o recluidas por considerar que requieren control, es oportuno que las sociedades en que esto acontece realicen una crítica inmanente de la teoría criminológica que sustentan. Este significativo estudio reencauza toda la estructura del discurso técnico acerca del delito y la conducta desviada lanzándose a un discurso deliberado sobre la teoría social general que sólo suele figurar tácitamente en los trabajos especializados.