Esta obra ofrece, desde un principio, una visión antropológica del psicoanálisis, en el sentido más inmediato del término, al considerar la voz como característica esencial de todo ser humano. A partir de esa idea asistimos a un exhaustivo recorrido desde las religiones hasta el arte, en el cual la concepción y el uso de la voz vertebra la cuidadosa revisión que la autora hace de los estudios de la mitología, la teología, la fisiología o la anatomía, pasando, por supuesto, por la teoría y la clínica psicoanalíticas. La voz, ese instrumento... es una verdadera muestra de cómo el psicoanálisis puede avanzar en profundidad y también en amplitud. Aunque imbuida por ideas y conceptos específicos, no es ésta una obra técnica sólo para especialistas, por lo que interesará vivamente a estudiosos de múltiples disciplinas, así como al lector no especializado que quiera conocer algo más acerca de ese don tan extraordinario que todos poseemos.
Berry Brazelton, pediatra de fama mundial, experto en el desarrollo infantil y creador de la Escala de Evaluación Conductual Neonatal, y Bertrand Cramer, pionero de la psicoterapia materno-infantil, aportan a esta obra singular los conocimientos adquiridos a lo largo de varias décadas de investigación e intensa práctica profesional. Por primera vez se combina plenamente la investigación sobre la conducta del recién nacido y sobre la interacción entre éste y sus padres con los descubrimientos psicoanalíticos sobre las emociones y fantasías de los padres. Los autores brindan una vívida descripción de las fantasías y deseos narcisistas que han experimentado los padres en su niñez y de los que con el transcurso del tiempo nace su deseo de tener un hijo, y muestran cómo esos sentimientos originan un fuerte apego por el niño en gestación. Luego el del recién nacido estimula las fantasías, deseos y expectativas de los padres, lo que lleva a la formación del vínculo paterno-infantil. Basándose en las investigaciones más recientes, explican cómo participa el niño en esa relación y cuáles son los ingredientes de la comunicación y la interacción tempranas. A continuación describen las que confieren significado y dramatismo a cada gesto y expresión. Los padres ven al niño como , como o como la reencarnación de algunas relación perdida. En la parte final los autores utilizan su singular perspectiva combinada para analizar nueve historias de casos extraídas de su propia práctica. Tanto los padres como los profesionales que se ocupan de las madres y sus bebés -pediatras, psicólogos clínicos y evolutivos, psiquiatras, especialistas en la niñez temprana, enfermeras y trabajadores sociales- encontrarán en este libro una inapreciable ayuda.
¿Qué puede querer decir ser padre? Ustedes conocen las discusiones eruditas en las que de inmediato se cae, etnológicas u otras, para saber si los salvajes que dicen que las mujeres conciben cuando son colocadas en determinado lugar, tienen realmente la noción científica de que las mujeres se vuelven fecundas cuando han copulado debidamente. Por más que sea, a más de uno le han parecido estos interrogantes la expresión de una perfecta necedad, ya que es difícil concebir animales humanos tan brutos que no se den cuenta de que, cuando uno quiere tener críos, tiene que copular. Ese no es el asunto es que la sumatoria de esos hechos -copular con una mujer, que ella lleve luego en su vientre algo durante cierto tiempo, que ese producto termine siendo eyectado -jamás logrará constituir la noción de qué es ser padre, hablo sencillamente de qué es ser padre en el sentido de procrear.
Encontré para usted una curiosa ordenanza de 1277. En esos tiempos de tinieblas y fe, se estaba obligado a reprimir a la gente que en los bancos de la escuela, en la Sorbona y otros sitios, blasfemaban abiertamente durante la misa contra el nombre de Jesús y de María. Ustedes ya no hacen estas cosas? Por mi parte, conocí personas encarnizadamente surrealistas que se habrían hecho meter presas antes que publicar un poema blasfematorio contra la Virgen, pues creían que podía sucederles algo. Los más severos castigos se dictaban contra los que jugaban a los datos sobre el altar durante el santo sacrificio. Estas cosas me parecen sugerir la existencia de una dimensión de eficacia que en nuestra época falta ostensiblemente. No es casual que les hable de los dados ylos haga jugar al juego de par o impar. Es con el simbolismo de este dado que rueda que surge el deseo. No digo deseo humano porque, al fin y al cabo, el hombre que juega con el dado es cautivo del deseo puesto así en juego. No conoce el origen de su deseo, que rueda conel símbolo escrito sobre las seis caras. (Capítulos XVII y XVIII)
"El psicoanálisis como tal no es un pensamiento en el sentido reflexivo, del entendimiento si yo considero que alguno de ustedes ha pasado por el instituto, por la universidad. El psicoanálisis es un contrapensamiento. Sin meternos en un camino harto complejo, que es el de la cientificidad o no del psicoanálisis. de lo que podemos hablar es de la apertura o de la producción de un campo donde se articulan, al rededor del concepto inconsciente, otros conceptos que permiten una lectura productiva, es decir, una lectura transformadora de los procesos llamados psíquicos." Miguel Oscar Menassa Seminario Sigmund Freud 18 de octubre de 1999
«Yo provengo de los curas», decía Lacan. Educado por los hermanos maristas, fue un joven piadoso y alcanzó un conocimiento sensible, íntimo, de los tormentos y astucias de la espiritualidad cristiana. Sabía también hablar maravillosamente a los católicos y familiarizarlos con el psicoanálisis con el psicoanálisis. La Compañía de Jesús apostó a su Escuela. Freud, viejo optimista de las Luces, creía que la religión no era más que una ilusión que sería disipada en el futuro por el avance del espíritu científico. Lacan, en absoluto, pensaba, por el contrario, que la verdadera religión, la romana, al final de los tiempos engatusaría a todos, derramando sentido a raudales sobre ese real cada vez más insistente e insoportable que debemos a la ciencia.
Sin escritura no hay producción de realidad. Es sobre lo escrito que se avanza. Un psicoanalista da cuenta de su transformación que es interminable y tiene que ver más con la repetición que con la rememoración, porque lo que está en juego es el saber inconsciente y no el conocimiento.
En esta obra se analiza el aparato conceptual del psicoanálisis, es decir, el conjunto de conceptos que éste ha ido elaborando para explicar sus descubrimientos específicos. Así, cada término es objeto de una definición y de su comentario. La primera recoge su aceptación, deducida de su empleo riguroso en la teoría psicoanalista. El segundo representa la parte crítica de esta obra y lo esencial de la misma, pues el método que en él se sigue abarca tres aspectos : historia, estructura y problemática. Para superar la arbitrariedad a que podría conducir una clasificación simplemente alfabética, existe una completa estructura de referencias y remisiones entre artículos que permite al lector establecer las relaciones significativas entre conceptos y orientarse en las redes de asociaciones del lenguaje psicoanalítico. Y del mismo modo, al principio de cada artículo se indican las equivalencias del término en lengua alemana, francesa, inglesa, italiana y portuguesa. Se trata, pues, de una utilísima herramienta de trabajo, indispensable para seguir el desarrollo del psicoanálisis y para difundir su terminología en el lenguaje común. Una de las más originales aportaciones contemporáneas al pensamiento psicoanalítico.
Una magnífica introducción a la historia de la teoría y la clínica psicoanalíticas para las nuevas generaciones de psicólogos y estudiantes de psicología. Este libro presenta las ideas centrales de las principales contribuciones al pensamiento psicoanalítico. Su punto de arraque es Freud, no sólo por su significación histórica, sino también porque es el principal punto de referencia para la generación de perspectivas nuevas: entender la relación de cada teórico del psicoanálisis en relación con Freud es crucial para relacionar cada escuela con las demás. Sin presumir ningún tipo de familiaridad por parte del lector, los autores introducen cada tradición teórica explicando sus principales aportaciones y algunos de sus conceptos básicos, cuando es posible, a través de ejemplos clínicos que muestran cómo ciertos retos y problemas concretos le hicieron avanzar en nuevas direcciones. El libro comienza con una sencilla y muy acertada descripción de la teoría de Freud y muestra a continuación cómo su hija, Anna Freud, amplía ciertos aspectos en función de su especialidad como analista de niños. Desde Anna Freud se pasa a la ego-psicología de Hartmann y otros que definieron la orientación norteamericana. Los bloques temáticos dedicados a Harry Stack Sullivan, Melanie Klein, la escuela inglesa bajo la influencia de Fairbairn y Winnicott, las aportaciones de Erik Erikson y Heinz Konut y, finalmente, el capítulo dedicado a los teóricos que se califican como revisionistas, es decir, Kernberg, Schafer, Loewald y Lacan, dan una escelente visión de lo más importante de la teoría y la práctica del psicoanálisis a lo largo de sus más de 100 años de existencia.
A pesar de que empezó siendo un seguidor ortodoxo de la teoría psicoanalítica clásica, Heinz Kohut inició hacia el final de su vida un distanciamiento progresivo del legado de Freud que culminó en una de las más originales y fecundas revisiones del método psicoanalítico. Su máxima de que el psicoanálisis "debe pasar de estudiar Freud a estudiar al ser humano" orientó el desarrollo de su "psicología del self", un nuevo método de análisis basado en la empatía y el diálogo entre paciente y terapeuta. Los dos escritos de Heinz Kohut que recoge este volumen, "Los dos análisis del Sr. Z" e "Introspección, empatía, y el semicírculo de la salud mental", son el mejor testimonio de este cambio de perspectiva y del esfuerzo de Kohut por mostrar cómo una práctica clínica basada en la comprensión empática del otro puede aliviar el sufrimiento del paciente. "Los dos análisis del Sr. Z", el texto que da título a este libro, es un documento del todo inusual en la literatura psicoanalítica, que pocas veces nos brinda la oportunidad de compartir con el psicoanalista la experiencia subjetiva de su propio análisis. Todo parece indicar que el atribulado Sr. Z que acude al mismo analista en dos momentos de su vida era el mismo Kohut, aunque no es posible saber a ciencia cierta quién se esconde bajo ese nombre -o si fue, incluso, una persona de carne y hueso. En cualquier caso, la historia de los dos análisis de Z le sirve a Kohut para exponer de manera explícita a través un caso clínico los fundamentos de su técnica. El segundo análisis de Z muestra precisamente cómo el analista puede colaborar a que el paciente se desembarace de aquello que le oprime una vez abandona la interpretación doctrinaria y, en vez de aplicar al paciente una teoría, aprende simplemente a escucharle y a comprender el mundo desde su perspectiva. Los artículos con los que los psicoanalistas Rogeli Armengol, Ramon Riera y Silvio Sember contribuyen a este libro suponen una magnífica introducción a la obra de Heinz Kohut y muestran la vitalidad con que la "psicología del self" impregna el psicoanálisis actual. Tal como ellos mismos afirman: "Si el lector se atreve a arriesgarse y cuestionar la fiabilidad de los presupuestos con los que opera, si está dispuesto a aceptar que su trabajo es fructífero por factores bien diferentes de aquellos que él considera esenciales, la lectura de este pequeño pero gran libro de ayudará a encontrar ciertas claves que luego podrá desarrollar en la relación con su paciente".