Sólo un hombre tan convincente podía desencadenar esta revolución de la mirada. Paul Durand-Ruel (1831-1922) es el único de quien puede decirse que realmente inventó el oficio de marchante de arte. Reconocerlo no resta misterio al hecho de que este burgués ultraconservador, monárquico, católico y con prejuicios xenófobos lo arriesgara todo para defender a esos revolucionarios que fueron los primeros impresionistas. Puso en peligro su buen nombre, su fortuna y la estabilidad de su familia para sostener a un agitador como Courbet, un anarquista judío como Pissarro y un republicano como Monet. Sus profundas convicciones artísticas le permitieron sacrificarlo todo para mantener a sus pintores ofreciéndoles unas condiciones de creación que resultaban insólitas en aquel momento. Y en cuanto a los coleccionistas, Durand-Ruel, más que transformar el gusto imperante, quiso imponer el suyo. Su biografía es un relato con tintes épicos de esos años de arduas negociaciones en las trastiendas del mercado del arte, los salones de los coleccionistas más prestigiosos y los pasillos de las casas de subastas, los grandes museos y las galerías más famosas de Europa y América.
«Piezas sobre arte» reúne los textos de Paul Valéry (1871-1945) sobre artes plásticas, textos en modo alguno académicos en los que se cruzan la literatura y la música, y en los que se configura un mundo tan complejo como brillante. Alguno de ellos se ha convertido en un clásico, así sucede, por ejemplo, con el que dedica a Degas, pero no le van a la zaga aquellos que escribe sobre Corot, Manet o Berthe Morisot, sin olvidar los que se ocupan del aspecto material del arte, sea éste la escultura o la cerámica. Con la publicación de «Piezas sobre arte», «La balsa de la Medusa» continúa la edición de la prosa completa del poeta, una obra en la que la poesía, la música y el arte de nuestro tiempo encuentran perspectivas diferentes, aproximaciones inéditas de extraordinarios rigor y pureza.
Robert Walser fue introducido por su hermano, el pintor Karl Walser, en el mundo del arte de Berlín, aunque también escribió sobre pintura después de su etapa berlinesa y visitó exposiciones en Berna y en Zúrich. Así surgieron prosas y poemas dispersos que conforman una especie de historia personal del arte: en unas ocasiones Walser se enfrenta a un cuadro de manera imaginativamente narrativa, pero en otras responde con un ensayo estricto o con una glosa más lúdica. Walser nunca se muestra académico, pues él considera que el arte es el reino incuestionable de la libertad. Los cuadros de Tiziano, Rembrandt, Van Gogh, Renoir y Cézanne, entre otros, a los que se refieren los textos de Walser están reproducidos en color en esta edición.
Martin Heidegger y Eduardo Chillida se conocieron en uno de los habituales encuentros entre escritores,pensadores y artistas organizados por la célebre galería Erker de St. Gallen en Suiza. Fruto de este encuentro, nació una amistad intelectual entre los dos genios que desembocó en colaboración artística. Este breve ensayo de Heidegger apareció en el otoño de 1969 en una edición limitada de 150 ejemplares para bibliófilos.
«Arte básico» ha sido concebido como libro de consulta para estudiantes universitarios y para el público en general que se interese por la historia del arte y las artes visuales. Ofrece respuestas a través de las principales metodologías a las que se ha recurrido para intentar comprender el arte. Cada capítulo introduce ideas clave, temas y debates de la historia del arte y aporta información sobre páginas web de interés y archivos de imágenes. También incluye prácticos resúmenes de los temas, sugerencias adicionales para profundizar en la lectura de los contenidos de cada capítulo y un útil glosario de términos que constituye una referencia de acceso inmediato.
En los dos siglos y medio en los que, más o menos y siempre convencionalmente, se ha establecido la duración del Renacimiento en Italia, se acaban en cualquier caso fijando los nuevos caracteres que determinan ese aspecto y esa forma que fueron característicos de los siglos posteriores y que, ampliándose por encima de sus límites, conservan y, a veces, adquieren vitalidad autónoma. Los aspectos estéticos de este período no pueden relegarse solamente al análisis de tratados filosóficos ampliados a la teoría artística, sino que tienen que ser estudiados a través de programas de diferente tipo que van desde la exploración de las tierras desconocidas a la corrección y enmienda de los textos de los autores griegos y latinos, y hasta de los políticos, con frecuencia tan diferentes de aquellos hombres que hicieron de aquel período algo tan importante. Las problemáticas ético-políticas, el interés por lo desconocido, el estudio de los cielos, la traducción de algunos aspectos filosóficos en las formas del vivir civil, modelos de comportamiento y hasta en las cuestiones de costumbres, como las predicaciones herméticas y platonizantes, explicitan los cambios de gusto y los climas de un período excesivamente estratificado.
Este libro dedicado a la aparición del cuadro se ha concebido precisamente en la época en que su desaparición empieza a ser notoria. Frente a las antiguas imágenes con una función de devoción y culto precisa y con un lugar determinado, el cuadro es un objeto que va ganando en autonomía y en versatilidad al compás de los avatares de la historia y de la propia evolución de la técnica artística. Puede decirse que el cuadro como objeto de contemplación estética y susceptible de formar parte de un ambiente doméstico, una colección o de un museo es una invención relativamente reciente. Es en el clima de renovación del saber filosófico y de las guerras de religión cuando curiosamente se empieza a debatir y a clarificar el papel de la imagen. El cuadro es un objeto creado para otro tipo de contemplación que la dedicada a los iconos, a los murales de asunto sacro o a las miniaturas de los códices. El cuadro se puede destruir, venerar o coleccionar, comprar y vender. La diversificación de los géneros pictóricos se hace patente y empieza la Era del Arte. Lo que importa no es sólo la temática (fenómeno secundario) sino la personalidad del pintor que reflexiona pintando sobre el mundo y sobre su mundo. Este libro nos invita a considerar el cuadro como algo más que un objeto religioso o decorativo y pretende reconstruir en la medida en que esto es posible su entorno cultural. Estas páginas nos conducen a un punto crítico y concluyen justo cuando el virtuosismo de un extraño pintor nórdico, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, nos enfrenta a la paradoja de presentarnos un cuadro pintado que evoca nada más y nada menos que el revés de un cuadro.
Enviado por el rey de Portugal en misión artística a Italia, el pintor miniaturista Francisco de Holanda fue durante unas tardes romanas el testigo de Miguel Ángel Buonarroti: pudo hacerle preguntas y registrar sus respuestas como un reportero avant la lettre; pudo por unas horas tocar cimas a pocos reservadas y transmitirnos el mensaje de una de las grandes figuras de la Historia del Arte.
Leer es respirar, es devenir es la primera publicación que recoge los textos de Olafur Eliasson escritos hasta la fecha. A través de veinticuatro ensayos breves y de las evocativas imágenes de algunas de sus obras, el artista danés de origen islandés presenta los temas más recurrentes de su trayectoria artística y nos invita a reflexionar sobre su complejo universo estético y perceptivo: desde el papel que desempeñamos como observadores en un museo o nuestras reacciones frente al color y la luz, hasta los diferentes tipos de movimiento o la percepción del paisaje en el tiempo. Al igual que en su obra artística, en este libro con prefacio del propio Eliasson el artista nos anima a formar parte de sus reflexiones abiertas, a recorrer los diversos temas planteados y, sobre todo, a que tomemos partido como lectores y vayamos más allá de la propia obra.
«Una educación sensorial es el título de este libro, pero, asimismo, exactamente, lo que en él se narra bajo la doble experiencia de un adolescente que descubre en el arte lo que la vida todavía no le ha ofrecido, y de un adulto que evoca, tras el paso de los años, lo que fue aquel aprendizaje singular y en muchos sentidos mágico. Sin embargo, también el subtítulo es ajustado, puesto que, como se observará, la narración implica a la par una reflexión sobre el erotismo y una auténtica historia del desnudo en la pintura, construida siempre, eso sí, desde la experiencia subjetiva del narrador». Rafael Argullol
La catedrática de Historia del arte de la Universidad de Barcelona Imma Julián conversa con el gran pintor barcelonés Antoni Tàpies (1923-2012). Los diálogos se llevan a cabo en tres series: 1976, 1985 y 1999. Dentro del amplio abanico de esos años, en estos diálogos entre el pintor y la autora se repasan vivencias, se desgranan recuerdos personales o compartidos, desde los grises y a menudo dramáticos años de la posguerra hasta bien entrada la democracia. Hombre poco dado a la euforia triunfalista incluso cuando ya tiene asegurado el éxito internacional, Tàpies indaga sin descanso en la materia, en el paisaje urbano más humilde (un calcetín viejo, una escalera usada, una puerta o las marcas de cuatro dedos manchados de pintura roja que dibujan sobre un papel amarillo la bandera de su nación oprimida) y busca a su alrededor y dentro de sí mismo los elementos necesarios para la comunicación con sus contemporáneos a través de un lenguaje único y personalísimo. El compromiso y la carga ética y política de su trabajo; la envergadura intelectual, todavía mal conocida, de un trabajador infatigable; su admiración por Picasso y Miró, los otros grandes trabajadores del arte; sus filias y sus fobias, y su indiferencia (su desprecio, casi) por las modas hacen que la lectura de estas conversaciones resulten de una enorme actualidad.
El formato estrella de presentación de arte contemporáneo sigue siendo la exposición. Una exposición que sufre modificaciones constantes, que necesita adaptarse a las propuestas de los artistas, repensarse desde su uso, analizarse según sus posibles funciones y que, en definitiva, nos pide a gritos una reformulación. Salir de la exposición (si es que alguna vez habíamos entrado) es un acercamiento a las posibilidades de la exposición, un deseo, una mirada para compartir con la voluntad de repensar el modo como el arte se conecta con la sociedad.
Después de explicar en Museos del templo al laboratorio toda la investigación teórica, Juan Carlos Rico (ed.) había ahora que tratar la complejidad del aprendizaje de todo lo relacionado con la museología y museografía.