La aparición del pueblo musulmán modificó el rumbo de la historia. Allá donde se extendió su poder e influencia nació un nuevo arte rico y complejo cuyos componentes examina Grabar en esta obra fundamental. Este libro se compone de siete ensayos relacionados entre sí por una pregunta que se define en el primero de ellos: si realmente existe, ¿cómo se formó el arte islámico? Lo que pretende el autor es recordar la diversidad de intereses históricos, intelectuales, funcionales, estéticos, teóricos y formales que han creado el arte islámico.
Proyectos artísticos interdisciplinares explora las relaciones que se establecen entre arte, emoción y bienestar, y quiere servir de inspiración para concebir y realizar nuevos proyectos artísticos. El libro se estructura en dos partes: una teórica, en la que se conceptualizan la creación, el arte, la interdisciplinariedad y el bienestar, y una descriptiva, donde se presentan algunos proyectos que se han llevado a cabo en los últimos años. De la mano de Sílvia Burset, Diego Calderón y Josep Gustems, el lector se adentrará en las coordenadas de la acción y la manifestación artísticas, abriéndose a los nuevos caminos de la creatividad y transitando por ellos como una forma de incidir en el bienestar social y personal.
En nuestra cultura (al menos por cuanto debe a los griegos, que no es poco) ver siempre fue sinónimo de conocer. «¿Ves?» preguntamos a nuestro interlocutor cuando queremos asegurarnos de que ha comprendido, de que se ha enterado. La etimología de la lengua griega nos enseña que idea, eidos, el objeto del conocimiento, e imagen, eidolon, el objeto de nuestra visión, tienen la misma raíz: ver, idein. La misma palabra idea, el eidos, antes de convertirse en el ente invisible por excelencia de la metafísica (es decir, de una región que está más allá de la física y de su visibilidad) y antes de transformarse en el concepto abstracto de la lógica, era, más concretamente, el modo de aparecer.
n este breve ensayo sobre la pintura y la mirada, el joven cr?tico de arte Germ?n Huici (Madrid, 1981) nos invita a analizar nuestras propias formas de ver. En una ?poca en la que todo est? predeterminado, pixelado y sobre todo acotado en el tiempo no ha
A finales de la década de los cincuenta, Allan Kaprow (1927-2006 ) acuñó el término happening para describir las performances que incorporaban al arte la imprevisibilidad de la vida cotidiana. En esta antología de diecinueve ensayos, reseñas y manifiestos redactados entre 1958 y 1990, Kaprow aborda con una mirada provocadora y penetrante un arte de vanguardia que se aleja de los caminos más trillados. Crítico con las tendencias populares en el arte contemporáneo (los movimientos pictóricos color field y hard edge, el pop art, el videoarte o el assemblage) por ser deudoras de un modelo «progresivo» de la creación artística y no ser genuinamente experimentales, Kaprow concibe un arte más «próximo a la vida», capaz de sondear, poner a prueba e integrar en sí la realidad. Para Kaprow, creador de performances y profesor en la Universidad de California en San Diego entre 1974 y 1993, son los neodadaístas de Fluxus, los creadores de land art, los practicantes del body art, los chamanes y los creadores de performances poéticas los que abren camino hacia un arte participativo que no vuelve la espalda a las actividades cotidianas. En estos ensayos, ilustrados con fotografías y reproducciones de obras artísticas, encontraremos las opiniones de Kaprow acerca de artistas como Mondrian y Jackson Pollock, y también sobre temas más generales como la transformación de la figura del artista beatnik en empresario de su propia obra.
Pese al título, este libro no ofrecerá ni consejos ni recetas para saborear la pintura, es más, el deseo del autor es sembrar o mejor dicho consolidar una duda, la duda sobre la capacidad de poder " saborear " una obra de arte en ausencia de su comprensión. Es decir, que el placer de una obra aumenta con el conocimiento del contexto de su creación es uno de sus postulados. Las obras que se analizan en este texto fueros realizadas en épocas diferentes y emplean estrategias de seducción diferentes: unas son imágenes hechas para príncipes ( " La Fiesta de Venus " , de Tiziano), otras para la Corte absolutista ( " La Rendición de Breda " , de Velázquez), y también para el público " people " (las serigrafías de Warhol), otras incluso para el propio artista (los autorretratos de Rembrandt). La capacidad de interpelación de la obra de arte es grande y acercarnos a ella significa dejarse llevar por el juego de la interpretación. Interpretar para comprender, para degustar, para gozar. La manzana que el amorcillo de " La Fiesta de Venus " de Tiziano huele, muerde o se dispone a lanzar al espectador es una señal de complicidad. Una señal, tan sensual, tan comestible. Pero hay otras, menos evidentes, más secretas. Este libro pretende ayudar a descubrirlas.
Existe la creencia, casi unánime, de que los artistas tienen una personalidad distintiva y de que siempre son y han sido egocéntricos, caprichosos, románticos, rebeldes, informales, licenciosos, estrafalarios, obsesionados por su trabajo y de difícil convivencia. Los historiadores del arte han contribuido poco a este tema, pues no consideran que el psicoanálisis sea útil para las investigaciones históricas, lo que en cierto modo les ha privado de un conocimiento más profundo, tanto del comportamiento de los artistas antiguos y modernos como de sus obras. Se trata, pues, de investigar cuándo, dónde y por qué se creó una imagen típica del artista en la mente del público en general y cuáles han sido sus rasgos distintivos y fortuna crítica. La respuesta se ha buscado en el maremágnum de fuentes históricas: biografías, cartas y documentos, es decir, que la investigación está enfocada rigurosamente hacia la documentación histórica.
La vida, signifique lo que signifique, no es algo que pueda explicarse desde la eternidad. La memoria de Mariano Fortuny y Marsal ha estado demasiado condicionada por la épica de un destino artístico situado más allá de los avatares terrenales. Sin embargo, como todos los seres humanos, hubo de conciliar sus aspiraciones personales con la complejidad de un sistema que cambiaba rápidamente, condicionado por las apariencias y el dinero. A mediados del siglo XIX, el arte empezó a funcionar como un elemento de prestigio para una nueva élite deseosa de exhibir su poder, no siempre experta en sutilezas estéticas. La posesión y el reconocimiento de las obras de Fortuny se convirtió en un signo de distinción de clase que aparece profundamente determinado por pasiones humanas. Esta circunstancia singular sirve de arranque para adentrarse en un universo de intereses mundanos que va más allá de la pura trayectoria vital del pintor, observada desde una multiplicidad de puntos de vista, tales como la amistad, el amor, la frivolidad, la presunción, el sexo o la nostalgia. A través de un relato fresco y ágil, que escapa al futuro perfecto de los grandes discursos, se desnudan con ironía los protagonistas, en cuyas actitudes, a veces prosaicas y banales, se reconoce el sentido más vital del arte.
El ensayo más célebre de uno de los intelectuales y pensadores más decisivos de la historia del arte contemporánea. Las páginas del presente libro abarcan un vastísimo período que va de la era clásica a la contemporánea. Sin limitarse únicamente a señalar y comentar textos pertenecientes explícitamente a la denominada literatura artística, esta rica y amplia investigación ofrece una pormenorizada historia de las ideas, de las teorías, de las apreciaciones, de la toma de posición que atañe al arte figurativo desde hace siglos. La actitud de los críticos, de los pensadores, de los artistas es analizada con la intención de destacar el curso cambiante de las reflexiones sobre el arte y hacer emerger sus momentos cruciales, restituyendo así la condición misma del arte a lo largo de la historia. Reseña:«El gran Lionello Venturi, en Historia de la crítica del arte, lamentaba la dicotomía planteada, en el mundo moderno, entre historia y crítica de arte. Tal conflicto, años después de su advertencia, continúa vigente.»Francisco Calvo Serraller, El País
En la tradición de los estudios de Historia del Arte, se observa una renovada polarización entre las orientaciones estilístico-formalistas y aquellas que se basan en el estudio del contenido y en conexión interdisciplinar con otras ramas del saber histórico y humanístico. Ante esta situación, dos ideas emergen con claridad: en primer lugar, que una Historia del Arte formalista, basada en los tradicionales análisis estilísticos, y orientada principalmente hacia objetivos tales como la catalogación y el expertizaje, muere en sí misma, puesto que si algo ha quedado demostrado con la experiencia de estos enfoques es que el historiador del arte se aísla del conjunto de disciplinas históricas que tienen entre sus metas la Historia cultural, y por consiguiente degradan la disciplina a lo que es un oficio. La segunda es que la iconología, entendida bien como método, o bien como una tradición de estudios, la tradición warburguiana, tiene la capacidad de integrar dentro de su orientación intelectual todo aquello que se realiza dentro del amplio campo de la Historia del Arte, incluyendo el oficio de catalogar y de conocer el arte en relación con el estilo. Reivindicar la iconología como estrategia alternativa e integradora de las diferentes funciones que ejerce la Historia del Arte es el objetivo central que plantea esta obra, la cual está estructurada en dos volúmenes. En el volumen 1, subtitulado La Historia del Arte como Historia cultural, se atiende a la configuración histórica del pensamiento iconológico, desde Warburg, pasando por Panofsky como etapa clásica, hasta las revisiones de Gombrich y de sus discípulos. En el volumen 2, Cuestiones de método, se reflexiona sobre lo esencial del método y su capacidad alternativa a la tradicional Historia del Arte formalista, atendiendo específicamente al papel que debe desempeñar la iconología en el conjunto de la didáctica de esta disciplina, así como en la conservación y restauración del patrimonio artístico.
Como señalo Herbert Read, Arte y percepción visual -cuya primera edición data de 1954- fue «el primer intento sistemático de aplicar a las artes visuales los principios de la psicología de la gestalt». Desde un enfoque eminentemente práctico, Rudolf Arnheim -nacido en Berlín en 1904, catedrático de Psicología del Arte en la Universidad de Harvard desde 1968- deslinda los componentes básicos de la obra de arte, basándose en los resultados de numerosos estudios experimentales y mostrando la universalidad de factores como el equilibrio, la tendencia a la forma más simple y el fenómeno de figura y fondo. En esta nueva versión -completamente revisada- el texto original ha ganado en precisión, conservando al tiempo la claridad de lenguaje que lo hace accesible al lector no especializado.