Definir lo sublime como lo inaferrable que nos aferra es, fundamentalmente, subrayar su propia paradoja: su disolverse en el momento mismo en que nos atrapa. De manera que la experiencia de sentirse atrapados se acompaña siempre de la experiencia de sentirse perdidos.
La historia oficial del rostro está dominada por los ojos y la mirada. Pero los rostros de El Bosco son sólo boca, los de Goya deformación, los de Picasso o Bacon grito, los de De Kooning dientes. No hay ojos ni nariz ni boca en muchas caras de Dalí, Magritte, Nebreda o Richter. Geografía de una península es una incursión en un territorio ignoto, una cartografía en construcción. El lector que se adentre en esta geografía podrá apreciar la espesura de sus contornos.
Publicamos en dos volúmenes sus estudios sobre autores franceses del presente siglo. Los textos tienen su origen en unas conferencias impartidas en 1914 y se editaron en forma de libro en 1918, con posteriores ediciones en las que el autor añadió prólogos, anexos y, finalmente, un epílogo en el que reflexiona sobre el libro y el tiempo transcurrido. A pesar del tiempo transcurrido, los estudios de Curtius mantienen una notable frescura y revelan una profunda lucidez.
Este tratado de la pintura de Leonardo da Vinci se publica en esta ocasión junto a los tres libros que sobre el mismo arte escribiera León Bautista Alberti. Este tratado analiza primero teóricamente y luego con la experiencia las mutaciones que causa en los cuerpos lo más o menos grueso del aire que los circunda, y se interpone entre ellos y la vista, o la mayor o menor distancia. En él leerá ciertas y científicas reglas para la composición, viendo el modo de enriquecer una historia con la variedad oportuna de objetos y figuras.
REINVENTAR LA VIDA. Reinventar la vida es aprender a aprender, a reconstruir y a construir, a darle sentido a lo improbable, es aprender a preguntar, a cuestionarlo todo por el gusto de conocer, por el placer de descubrir? El Arteterapia es una disciplin
La arquitectura se ha interrelacionado con el arte a lo largo de su historia no sólo con las edificaciones, la manifestación física de las formas constructivas, sino también mediante su expresión gráfica. Sin embargo, en el último siglo la arquitectura ha penetrado profundamente tanto en la vida cotidiana como en el arte, y todo el arco conceptual existente entre ellos se ha «arquitecturizado». Es decir, la arquitectura no sólo se ha conformado en tanto que aliado de una serie de «políticas estatales de sujeción», sino también como una «materia prima» fundamental para innumerables artistas de muy diferente índole. El conjunto de lo que el autor denomina «poéticas arquitectónicas» no es precisamente una unidad homogénea, sino una agrupación de singularidades unidas por el hilo conductor arquitectónico; así, nombres como Olafur Eliasson, Vito Acconci, Gregor Schneider o Rachel Whiteread se encuentran enlazados por una cierta relación de contigüidad. Todos ellos, al quedar dispuestos en paralelo, muestran un interés común tanto en lo que concierne a una pretensión constructiva como a un determinado posicionamiento crítico con respecto a la ideología dominante.
Franzini estudia la estética del siglo XVIII mostrando tanto su ruptura respecto del pensamiento anterior como su continuidad. La querella entre los antiguos y los modernos y la crisis del pensamiento cartesiano son, junto con el desarrollo del empirismo, los puntos de partida de las nuevas concepciones estéticas. La complejidad original se prolonga en una complejidad posterior que rechaza puntos de vista unilaterales. Como tantas veces se ha dicho, el XVIII es el siglo de la estética, pero con esto no se aclara mucho si no se añade que esta discurre por caminos diferentes, muchas veces encontrados, que expresan de forma rigurosa la diversidad que la estética, el arte y la cultura posteriores pondrán de manifiesto.
El triunfo de la voluntad se distinguió de esas otras películas de propaganda nazi por dos razones. Primero, porque está extremadamente bien hecha. (Y el hecho de que es un excelente trabajo de propaganda es en parte lo que la hace tan perturbadora.) Pero la película es más que propaganda de primera clase. También es una obra de arte. Un trabajo de imaginación creadora y estilística formalmente innovador, cada uno de sus detalles contribuye a su visión central y a su efecto total. La película también es muy, muy bella. El triunfo de la voluntad puede ser calificada adecuadamente de obra de arte porque ofrece una presentación bella y sensible una visión del pueblo alemán, el Führer y el Reich en un género artístico reconocido (el documental) de un medio artístico reconocido (el cine). Es el hecho de que El triunfo de la voluntad sea un trabajo excelente de propaganda y una obra de arte lo que explica por qué la película de Riefenstahl tiene algo más que un interés histórico y por qué ocupa un lugar en los cursos de cine y no precisamente en las clases de historia.
La historia del arte español del siglo XX es compleja y en ocasiones traumática. Compleja en su diversidad, traumática en sus crisis, producidas muchas veces por acontecimientos históricos que, como la Guerra Civil y la posguerra, sacudieron nuestra vida cultural y artística, la sofocaron. Traumática y compleja, también, en la crisis latente que, durante muchos años, más de los que fueran deseables, constituye el horizonte de la actividad artística. Ahora bien, estas circunstancias históricas no han impedido el cosmopolitismo de nuestro arte y artistas mejores, su presencia en la evolución del arte europeo, una fuerte influencia en el mismo. Incluso aquellos momentos que, como el noventa y ocho, suelen comprenderse en términos de una presunta entidad española. También en sus momentos reina la complejidad y la diversidad, y la pretensión de modernidad es deseo, cumplido, de las tendencias que una historia limitada reduce al nacionalismo. Incluso en la represión de la posguerra miran nuestros artistas hacia lo que se hace fuera y conectan directamente con ello en la oposición y resistencia a lo que sucede dentro.?La nuestra no es una historia simple, así procuran ponerlo de manifiesto los estudios aquí reunidos.
Picasso nació viejo, como viejo era el siglo que lo vio nacer. El XIX fue un siglo glotón. A su fin, había devorado todo: el espacio y el tiempo, las conquistas coloniales, los países lejanos, las últimas fronteras. Pero también las culturas más insospechadas, las costumbres más extrañas, las prácticas más chocantes, las civilizaciones más exóticas. Parecía que la ciencia, el progreso, las técnicas tenían que ser sus próximas y últimas conquistas. Por una parte, Bouvard y Pécucher, y por otra, Des Esseintes. Todos los saberes, hasta los más dudosos, todas las borracheras, hasta las más innobles. ¿Qué podía engullir entonces un joven pintor hambriento como Picasso? Sobre todo en contacto con un artista académico, su propio padre, Ruiz, que era una enciclopedia de modelos y saber hacer. Pues bien, tendría que empezar de cero. Volver a los orígenes. Rodear el inmenso macizo acumulado, sedimentado, pulido de los saberes para encontrar la fuente: puede que Grecia, en tiempos de los arcaísmos. Una Grecia primitiva, salvaje, violentamente coloreada, terrorífica, sin el filtro de las interpretaciones clásicas. ¿Cómo llegar a aguantar el resplandor directo de ese primer fuego, que quema como la divinidad, al que tampoco se puede mirar de frente?
Frente a la creencia viva de que las vanguardias europeas significaron una ruptura con la tradición, Beat Wyss muestra en este elegante y provocador ensayo cómo la Modernidad clásica vive en realidad anchada en el Simbolismo del siglo XIX. Al mismo tiempo, descubre tibias correspondencias entre el fascismo y una vanguardia que sólo retrospectivamente, a partir de la postguerra, es liberada de su papel de víctima del Totalitarismo político. En el centro se sitúan obras de artistas y filósofos que han dado forma al pensamiento moderno entre los años 1870 y 1958. Y en medio de todo ello, como vínculo filosófico entre Mondrian y Heidegger, Kandinsky y Wölfflin, Le Corbusier, Nietzsche y Malévich, se sitúa El mundo como voluntad de representación de Schpenhauer.
La autora, en «El arte minimal. Objeto y sentido» traza un panorama del arte minimal a través de la obra de sus autores más significativos, en relación al contexto del arte de los años sesenta y a la fundamentación de los valores estéticos modernos. El libro analiza las cuestiones más debaticas sobre el minimal, como el antiilusionismo, la falta de sentido y de expresividad o su carácter ideológico. Además, defiende el carácter significativo y vanguardista del arte minimal desde presupuestos distintos a los del postestructuralismo.
Descartes, Cervantes y Le Brun significan, respectivamente, la instauración de un mundo que va abandonando el terreno de la magia para ingresar en el del pensamiento científico; que abandona el poético mundo de las novelas de caballerías para acceder a la sensatez de una realidad escrita en prosa; que abandona, en fin, la representación pictórica basada en la fisiología mágica o en las señales 'naturales' de la física de los humores para dar paso a una representación 'científica' de las pasiones humanas.
Este libro abre un novedoso diálogo con tres interlocutores: Miguel de Cervantes, Francisco de Goya y Frederick Wiseman. Explora algunas representaciones que inciden en el tema de la locura dentro del lapso temporal que va desde el Barroco hasta el siglo XX, y en el marco de los lenguajes artísticos comparados: la literatura, la pintura y el cine. Las tres voces conforman un triángulo cuyos vértices están separados por más de un siglo de distancia: el idealismo erasmista de Cervantes, la crítica a la razón de Goya y los postulados próximos a la contracultura que se desprenden del documental de Wiseman Titicut Follies (1967). Sin embargo, a pesar del tiempo, muestran asonancias y disonancias muy significativas. El enfoque interdisciplinar y su prosa ágil hacen que estemos ante una obra original, dirigida no sólo al público universitario, sino también a lectores interesados en la literatura, la estética, la psiquiatría, el cine y la historia de las ideas.