¿Cómo puede permitir Dios tantas desgracias? ¿Cómo es posible seguir creyendo en él, tras las catástrofes, el sufrimiento y el fracaso que existe en el mundo? La actual reflexión teológica trata de abrir y recorrer nuevos caminos en busca de una respuesta convincente a esta serie de interrogantes que, desde que el hombre es hombre, reclaman una palabra verdadera. Tal vez como nunca, el pensamiento creyente necesita acercarse a los infortunios que padecen los humanos, pues sólo desde una teología realista y de nuevo cuño podrá superarse el mutismo ante las desgracias y sufrimientos. ¿Han de ser Dios y el sufrimiento, necesariamente, «conceptos antitéticos que ?ningún mortal puede conciliar?? ¿Un enigma por tanto, una paradoja, un misterio perdurable? ¿O están ambos, Dios y el sufrimiento, estrechamente, quizá sorprendentemente unidos? La cruz como símbolo de la religión cristiana apunta exactamente en esa dirección: reduce Dios y sufrimiento a un denominador común. No hay aquí ni enigma sagrado ni secreto esotérico. En Jesús el Cristo, ha hablado Dios y ha contestado a las más profundas y últimas preguntas» (Werner Thiede).
Destinado a ser un diccionario de obligada referencia, este completísimo y extraordinario volumen compendia más de dos mil años de historia del pensamiento y la cultura cristianos. Las voces y artículos que lo componen logran transmitir la complejidad de la historia de la teología, con todos los debates teóricos y los conflictos humanos que los nutrieron, mostrando el interés de la misma, dentro de su multiplicidad, por proponer un principio de interpretación de nuestra humanidad, de nuestra ciencia, de nuestra moral, de nuestra vida y de nuestra muerte. Con más de 500 entradas redactadas por reconocidos especialistas en la materia, conceptos, sujetos, escuelas y corrientes de pensamiento encuentran su lugar y explicación en la división alfabética del diccionario, así como en el correspondiente índice analítico y crítico.
La comunidad primitiva, integrada inicialmente por los seguidores de Jesús, tuvo que ir explicitando, a partir de la vida y la enseñanza de su Maestro, el misterio de su persona y el sentido salvífico de su actuación y su obra. Una explicitación que continúa a lo largo de la historia hasta el presente. ¿Cabe decir por ello que la cristología actual -después de dos mil años de reflexión teológica- es más rica y profunda que la cristología de la comunidad primera? No. Una respuesta adecuada a esta pregunta requiere tener en cuenta los niveles distintos de comprensión, condicionados por la diversidad tanto del contexto religioso como del cultural y el social. En una primera instancia destaca sobre todo la dialéctica «vivencia-concepto». La vivencia remite a la experiencia más honda que acompaña al vivir humano: un conocimiento que acaece más por contacto o impresión, vinculado a la densidad de la presencia y la relación personal y a la comunión vital o el amor, y como tal dotado de una riqueza y una profundidad que desborda la posterior formulación explícita. Este conocimiento hondo, vivencial, de Jesús fue el que tuvieron aquellas personas que convivieron estrechamente con él: María, su madre, que «conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón» (Lc 2,19.51: referido a la infancia de Jesús), José, los Doce y los primeros discípulos y discípulas que convivieron con él. Así, aunque ellos habrían sido incapaces de formular una cristología tan elaborada como la de la teología posterior, su experiencia singular acerca de Jesús les permitió sin duda intuir su realidad misteriosa desde unas claves contemplativas que superan y desbordan el posterior conocimiento lógico (o «teo-lógico»), de carácter más discursivo: analítico o conceptual.
Persona, comunión e Iglesia son las tres categorías esenciales que conforman el universo teológico de Ioannis D. Zizioulas en El ser eclesial. Estas categorías brotan del evangelio, la experiencia ejemplar de la primitiva comunidad cristiana y la patrística. Así, tanto la persona como la Iglesia, el cristiano singular como la comunidad creyente reunida en torno a la eucaristía bajo su pastor, se ven emplazados a ser y a existir según es y existe Dios mismo. De hecho, es la Trinidad la forma primera donde Iglesia y ser humano pueden contemplarse y alcanzar la plenitud mediante el acontecimiento de la comunión.
Algunas preguntas para renovar conocimientos, profundizar en algunos conceptos o aclarar dudas: ¿Dónde encontrar el Espíritu verdadero? ¿Cómo está el Espíritu en la historia? ¿Cuáles son los impulsos que el Espíritu suscita en el hombre? ¿Por qué llamar al Espíritu cuando ya está? ¿Posee la Iglesia al Espíritu Santo? Fidelidad y libertad del Espíritu.
Estudio teológico sobre la esencia y realidad de la Iglesia, a partir de los textos sagrados fundamentales y de la doctrina del Concilio Vaticano II, y su proyección en el mundo actual.
Los cristianos creemos en Alguien, Jesucristo, no en algo. El cristianismo no es sólo ética, ni ritos, ni doctrinas. Es el encuentro, personal y eclesial, con el Hijo de Dios Resucitado. Un acontecimiento con más de veinte siglos. ¿Dónde encontramos formulada esta experiencia cristiana? En el Credo. ¿Cómo actualizar el contenido del Credo para los hombres y mujeres del siglo XXI? El papa Benedicto XVI lo ha venido haciendo con claridad y profundidad. Sin olvidar el Catecismo de la Iglesia. En la presente obra se expone cada uno de los artículos del Credo cristiano, de la mano del Papa y del Nuevo Catecismo Católico. También quiere ser una contribución a la tarea encomendada al nuevo Dicasterio Romano para la Nueva Evangelización; un servicio a los cristianos de hoy, especialmente a los más jóvenes, y una ayuda para los responsables de la iniciación cristiana en nuestras comunidades.
El libro presenta a la Iglesia como comunión, que nace de la Trinidad gracias a las misiones del Hijo y del Espíritu Santo, que está estructurada a imagen de la comunión trinitaria y que camina hacia el "hogar cálido y definitivo", que para todos es la Santísima Trinidad. Libro para conocer y amar a la Iglesia, en la fidelidad a la gran tradición de la fe católica...
Esta obra investiga el problema de Dios, la creación y el mal en el pensamiento del teólogo luterano, Paul Tillich (1886-1965). Para ello se centra en estos tres términos: creación, libertad y caída.
Francisco de Vitoria es una figura señera del pensamiento clásico español. De sensibilidad a flor de piel para los problemas del hombre y de la naturaleza, le preocupan la libertad, los derechos humanos individuales y sociales, y el orden político nacional e internacional. El autor ha encontrado nuevos datos que iluminan los primeros años de Vitoria. Estudió éste en la Universidad de París en el primer cuarto del siglo XVI, cuando hierven con fuerza los movimientos renacentistas, y las antiguas escuelas sacuden su sopor. De temple sereno y mirada escrutadora, se. puso en contacto con altos representantes de tan contrarias tendencias y se esforzó por conseguir la síntesis. En la Universidad de Salamanca consigue. crear la Escuela Teológico-Filosófico-Jurídica Salmantina, o Española. Sabios y hombres de gobierno le consultan v lo ponen al corriente de los asuntos graves, unos de urgencia inmediata, otros de mayor proyección en el tiempo y el espacio. El suyo es un pensamiento vivo. De esta fuente brotan los capítulos de las partes doctrinales de esta obra: su concepto de Estado, los diversos aspectos de su enseñanza internacionalista, y la política americana y colonial. La densidad del pensamiento de Vitoria, su originalidad v la impronta interestatal de sus formulaciones, le hacen acreedor al título que muchos autores le reconocen de Fundador del Derecho Internacional.