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Considerado un clásico de la dogmática, este manual expone de la forma más clara y precisa la doctrina católica y sus fundamentos en las fuentes de la revelación. Ludwig Ott presenta en cada tema las declaraciones más significativas del magisterio, algunos de los textos bíblicos y patrísticos más importantes y expone la evolución histórica de los dogmas. Todo ello, dando preferencia al método positivo sobre el especulativo aunque con numerosas citas de Santo Tomás para profundizar en este campo. La existencia de Dios, los atributos divinos, el dogma trinitario, la creación, las dos naturalezas de Cristo, la gracia, los sacramentos -con especial énfasis en la eucaristía- o el pecado son algunos de los temas que Ott desarrolla en este manual de obligada lectura para los estudiantes de teología y todo aquel que quiera profundizar en la doctrina católica.
Reúne los conceptos fundamentales de la catequética. El perfil conceptual de la obra se detiene en algunos aspectos más preocupantes de hoy: la relación entre evangelización y catequesis, la iniciación cristiana, la opción por la catequesis de adultos, la inculturación de la catequesis, etc. La liturgia cristiana en 125 voces monográficas y 221 subvoces. Un fruto maduro de la reforma litúrgica del Vaticano II. Consta de dos volúmenes, que se venden conjuntamente: Volumen I: A-I Volumen II: J-Z
El hombre del siglo XXI sigue necesitando de este corazón para encontrar sentido a su vida y para sentirse y ser de verdad humano. El simple título de esta obra basta para describir su contenido; para ver en ella una fuente de plena confianza donde beber la mejor agua con que saciar, lejos de sentimentalismos estériles, nuestra sed de Cristo.
En las Facultades teológicas se ha impuesto la "Introducción a la Teología", disciplina de síntesis que investiga las fuentes y el método de la teología, sus objetivos, su previsible estatuto científico, sus mediaciones y sus criterios de certeza. El autor ofrece aquí el fruto de sus casi veinte años de docencia de esta materia. De ahí, la solidez del esquema de este libro en el que se estudian la revelación y la fe (cap. I): la unidad de la fe y las distintas teologías (cap. II), así como el problema de la teología como ciencia (cap. III). Viene luego el tema de las fuentes del saber teológico, que tiene en Melchor Cano, en el siglo XVI su mayeuta indiscutible (cap. IV). Un quinto capítulo sobre las mediaciones de la teología da cuenta de las ciencias humanas que pueden ser asumidas por el teólogo, las cuales casi se corresponden con los tres últimos lugares teológicos de Cano: la razón humana, la historia y otras ciencias como la sociología y la psicología. En seguida vienen los tres grandes lugares tradicionales del saber teológico: la Sagrada Escritura (cap. VI); la Tradición (cap. VII) y el Magisterio (cap. VIII). Ellos constituyen la cumbre del libro, que concluye con un enjundioso estudio sobre el lenguaje (cap. IX) y con la consideración de la teología como factor de inculturación de la fe (cap. X).
Dos preocupaciones fundamentales están en la base de esta obra. En primer lugar, la de ofrecer una suficiente información positiva, sobre todo de los principales datos neotestamentarios y de la tradición y el magisterio de la Iglesia sobre el misterio de Dios uno y trino revelado en Cristo; pero también de las principales aportaciones sistemáticas sobre este tema, que han orientado en la historia la reflexión teológica o ejercen un influjo notable en la actualidad. En segundo lugar, la de articular este abundante material en una síntesis coherente que haga ver la relación intrínseca entre las diversas cuestiones estudiadas. El misterio de Dios es incomprensible para nuestra razón humana, pero ello no impide que la enseñanza que la Iglesia nos ofrece acerca de él sea profundamente armónica. Toda reflexión teológica deberá poner de relieve esta coherencia interna, de la que hablaba el concilio Vaticano 1. En todo caso el esfuerzo del creyente por dar razón de la esperanza (cf. 1 Pe 3,15) no puede jamás ser confundido con la pretensión de someterlo todo al imperio de nuestra razón. Esta obra, ahora profundamente remodelada, ansía contribuir a que se hagan realidad las palabras de Jesús: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo» (Jn 17,3).
Nacido en Alejandría (Egipto), en el año 185 (siglo II), Orígenes es uno de los teólogos más eminentes y originales de la antigüedad cristiana, cuya fama saltó las barreras geográficas y temporales de su día y cuyos padecimientos finales como mártir le acreditaron un merecido reconocimiento en autoridad moral y teológica. De su inmensa producción literaria más de seis mil títulos se ha conservado sólo una exigua parte, y de la misma destaca con luz propia su grandioso Tratado de los Principios; es decir, las doctrinas principales o fundamentales del cristianismo, probablemente el primer esbozo conocido de una teología sistemática. En él es donde mejor se manifiesta la profundidad y la audacia de la escuela alegórica y especulativa de Alejandría. Defensor por antonomasia de la libre voluntad o libertad de elección de todas las criaturas, Orígenes fue objeto de duras críticas por parte de quienes no estaban de acuerdo con sus conclusiones ni sus métodos de interpretación bíblica. Hoy, con una visión histórica más amplia, entendemos que, a pesar de algunos aspectos particulares en su manera de entender ciertos puntos teológicos -que aún hoy siguen escandalizando a muchos-, en medio de una Iglesia todavía no definida dogmáticamente, lo único que Orígenes perseguía era contribuir a un mayor entendimiento de la Sagrada Escritura, a cuyo juicio se somete en todo momento. Y es que, pese a su fama de teólogo especulativo, Orígenes era, ante todo, un creyente fiel a la Escritura.
Poco es lo que sabemos del autor de una de las más extraordinarias y bien escritas obras devocionales de todos los tiempos: la famosa Escala espiritual. Cosa nada sorprendente si tenemos en cuenta que pasó la mayor parte de su vida en el desierto, rehuyendo fama y reconocimiento humano. Su primer «biógrafo», un monje llamado Daniel, ignoraba incluso su lugar de nacimiento o el lugar en que se crió antes de ingresar en la vida religiosa. Se le conoce por Clímaco en honor al título original de su obra «Escala», Klímax, en griego. Cuando tenía diecisiete años entró a formar parte de la comunidad religiosa del monasterio de Santa Catalina, fundado poco antes en el monte Sinaí. Allí vivió diecinueve años, siendo para todos ejemplo de obediencia. Al morir su maestro espiritual se marchó al desierto, construyéndose una choza a cinco millas del monasterio, en un lugar llamado Tolas. Habitó en ella cuarenta años con gran entusiasmo y alegría de corazón, gozoso siempre, inflamado por el fuego del amor de Dios. Dormía sólo lo necesario para guardar la integridad del entendimiento, de manera que no perdiese las fuerzas, la visión ni la conciencia por el exceso de las vigilias. Oraba durante horas antes de acostarse. Escribía libros para alejar de sí la tibieza. Todo su afán era el amor incomparable del Señor viviendo en continua comunión con Él. A petición del abad del monasterio de Raitu, situado a orillas del mar Rojo, escribió en griego su Klímax tou Paradeison o Escala al Paraíso, conocida actualmente como Escala Espiritual, traducida al siriaco en el siglo VII, al árabe y eslavo en el siglo X, al latín en el siglo XII y al español en el siglo XVI, traducción publicada en México antes de 1540, a la que corresponde el honor de ser el primer libro impreso en América. Posteriormente escribió Peri tou poimene o El libro del Pastor. Este volumen de la Colección Grandes Autores de la Fe incluye ambas obras: Escala al Paraíso explica en treinta capítulos -en justa correspondencia a los años de la edad de Jesús cuando inició su ministerio público- llamados escalones el camino de progreso ascendente a seguir por todo creyente que desea mayor santidad. Así, partiendo de la renuncia, va describiendo uno a uno todos los retos a superar, desde los más abstractos, obediencia, mansedumbre, rencor, a los de carácter más práctico, como son la pereza, la glotonería, la mentira, la avaricia y la maledicencia. El libro del Pastor, como su nombre indica, es una breve recopilación alegórica de consejos prácticos dirigidos a los pastores y líderes de almas, con el propósito de instruirles y mostrarles que «el verdadero pastor es aquel que, por su bondad, su celo y su oración, es capaz de buscar y de volver al buen camino las ovejas perdidas».