Escritos con el corazón en la mano y con un entusiasmo contagioso, estos ensayos nos muestran la belleza, complejidad, perfección, brillantez y exigencia del deporte preferido de Wallace. «La belleza humana de la que hablamos aquí es de un tipo muy concreto; se puede llamar belleza cinética. Su poder y su atractivo son universales. No tiene nada que ver ni con el sexo ni con las normas culturales. Con lo que tiene que ver en realidad es con la reconciliación de los seres humanos con el hecho de tener cuerpo.» David Foster Wallace fue en su juventud un avezado jugador de tenis y durante un tiempo llegó a plantearse incluso la posibilidad de inscribirse en el circuito profesional de su país. No es extraño, por consiguiente, que dedicara al deporte de la raqueta tantos textos a lo largo de su vida. Escritos con la pasión desbordada y el entusiasmo contagioso tan propios de Foster Wallace, en los dos estupendos artículos que reunimos en este volumen, publicados en 1996 y 2006, nos asomamos a los entresijos del US Open y asistimos a la rivalidad entre Roger Federer y Rafa Nadal, dos tenistas con personalidades y formas de jugar opuestas. La opinión de la crítica:«Estos ensayos nos recuerdan el arsenal de talento de Foster Wallace: su incansable ojo para encontrar el nudo central de una historia y contarla, su capacidad para transmitir la verdad física o emocional de las cosas con un par de rápidos movimientos de muñeca, y su capacidad para saltar de lo mundano a lo metafísico con una velocidad y una pasión deslumbrantes.»Michiko Kakutani, The New York Times «Uno de los mejores escritores de nuestro tiempo [...]. Si nunca has leído a David Foster Wallace, su magistral estudio de Roger Federer incluido en esta antología es ideal para empezar.»Steph Opitz, Marie Claire
«¿Preferirías amar más y sufrir más o amar menos y sufrir menos? Creo que, en definitiva, esa es la única cuestión», reflexiona al inicio de la novela su protagonista. En la década de los sesenta, cuando tenía diecinueve años y regresó de la universidad para pasar el verano en casa de sus padres, Paul se apuntó a un club de tenis en el que conoció a Susan Macleod, de cuarenta y ocho años, casada no muy felizmente y con dos hijas ya mayores. Entre ese joven inexperto en asuntos de amor y sexo y esa mujer madura, ingeniosa, inteligente y que bebe más de la cuenta se inicia una relación que marcará a Paul el resto de su vida. Ahora, muchos años después, él evoca esa aventura juvenil, se confronta con una experiencia que fue crucial e indeleble y rememora los momentos felices, pero también los dolorosos que vinieron después. Siguiendo la estela de la extraordinaria El sentido de un final, con la que ganó el Booker en 2011, Julian Barnes ha escrito otra novela sutil, profunda, demoledora y bellísima sobre los vericuetos del amor y el paso y el poso del tiempo. Si en su juventud el autor fue un maestro de la pirueta, un virtuoso en el manejo de los recursos literarios, en sus obras de madurez mantiene esa pericia con las formas y estructuras narrativas, pero suma a ella una hondura solo al alcance de los escritores verdaderamente grandes. El resultado es una novela que indaga de modo deslumbrante en el placer y el dolor del deseo, en las heridas de las relaciones que dejamos atrás, en cómo el paso de los años nos transforma y en cómo afrontamos nuestro pasado.
LO QUE NO TE DIGAN TUS AMIGOS, TE LO DIRÁ TU SIGNO SOLAR La pregunta que con más frecuencia se hace a los astrólogos es: ¿funciona la astrología? Sería muy interesante discutir este comentario pero, hoy en día, la autora simplemente plantea, ¿cómo puede no funcionar la astrología? La persona que juega al tenis mientras comparte cotilleos íntimos en la cancha tiene todas las papeletas para ser Sagitario. La persona que lleva todas las conversaciones al tema sexual es evidentemente un Escorpio. ¿Los que utilizan el sentimiento de culpa como herramienta de comunicación? Son Virgo. ¿Cualquiera que tenga más de 20 espejos en su casa? Un Leo. ¿Y los tipos que casi de manera científica se abren camino hacia la cumbre en una organización sin tener nunca una crisis de identidad? Tienen que ser Capricornio, igual que los inadaptados que crean un mal ambiente social y psicológico con tan sólo aparecer en la sala de reuniones suelen ser Piscis. Si los clichés astrológicos no son ciertos, y los Leo no están obsesionados con su pelo, los Libra no tienen buen aspecto y los Géminis dicen la verdad porque se lo manda su conciencia, entonces podríamos empezar a desmantelar la astrología. Pero los seguidores de la astrología, separados por el idioma, la geografía y los siglos, han observado los mismos rasgos atribuibles a determinados signos solares: los Tauro son tercos y propensos al absolutismo, los Acuario están inmersos en la lógica y no se dejan arrastrar por la pasión, los Leo son glamurosos y los Virgo son ordenados? Los clichés astrológicos no siempre son una cuestión de personalidad: Los Aries tienen un tono de voz elevado, incluso cuando susurran; los Escorpio tienen la habilidad de silbar mientras hablan y los Piscis son con frecuencia sibilantes. Los Leo no hablan, sueltan sentencias. Los Libra susurran, los Sagitario exclaman y los Virgo articulan. Como a muchos otros interesados en la astrología, a la autora le gusta este sistema y el hecho de que se pueda tomarlo muy en serio o en broma. Somos humanos, podemos escuchar a las estrellas según nuestro humor, nuestros deseos y nuestros interrogantes. A diferencia de las religiones que ostentan la verdad total y los sistemas políticos impuestos, la astrología nos permite realizar nuestras exigencias del sistema más antiguo que conocemos, es decir, el movimiento de los planetas a lo largo del cosmos. Al mismo tiempo, podemos divertirnos con nuestros amigos, familiares y amantes.
Escuela de Tenis es una maravillosa introducción al deporte del tenis. Sigue una clase auténtica, desde el momento en que los jóvenes tenista sujetan la raqueta por primera vez, hasta el día en que disputan su partido de exhibición en Wimbledon. Los lecto
Una historia tierna, y conmovedora sobre el poder de la familia y los amigos y, en último término, la fuerza del espíritu humano. «Hoy es el primer día de clase y va a ser fantástico». Esto es lo que se dice Ele cuando entra en su nuevo instituto el primer día de curso. Pero cuando su padre va a recogerla a la salida de clase y le anuncia que Eco, su hermana pequeña, está enferma, el mundo se detiene. De repente, las clases, hacer nuevos amigos o jugar al tenis, todo lo que hasta ese momento era normal, pasa a un segundo plano.La familia al completo decide no venirse abajo y, con el grito de guerra: «¡Todos para uno, cuatro para uno!», apoyarse entre ellos para que Eco se recupere. En medio de esta situación, aparecerá Octavius, un nuevo compañero de clase, que entenderá como nadie la nueva realidad por la que pasa Ele. Gracias a él, sentirá el poder casi mágico de la familia y los amigos.
El entrenamiento funcional es un concepto global de entrenamiento que tiene el propósito de ayudar a deportistas, atletas o pacientes a lograr sus objetivos con seguridad y eficiencia. Este nuevo criterio refleja una evolución importante, ya que va más allá del examen de movimientos aislados para centrarse en al estudio del movimiento basado en sistemas y centrado en actividades funcionales. Manual de entrenamiento funcional, de Craig Liebenson (autor y editor), defiende que el objetivo del entrenamiento no ha de limitarse a los ámbitos de la fuerza, la flexibilidad o la capacidad cardiovascular, sino que también debe atender los aspectos fundamentales de la agilidad, el equilibrio y la coordinación como base para mejorar la movilidad. Este manual aporta múltiples ideas para establecer patrones motores, restablecer la función y mantenerla durante las actividades físicas. Un equipo multidisciplinar de expertos con prestigio internacional revisa a fondo la literatura sobre prevención de lesiones, métodos de entrenamiento físico modernos y específicos para el deporte, sistemas para los períodos fuera de temporada y sobre el campo de la rehabilitación. Manual de entrenamiento funcional integra conceptos de rehabilitación, entrenamiento e instrucción deportiva. También dedica algunos capítulos a deportes específicos como el baloncesto, el ciclismo, la danza, el golf, el hockey, las artes marciales, la halterofilia, el esquí, el fútbol, la natación, el surf y el tenis. Y aporta pautas para prevenir lesiones y realizar entrenamientos seguros, a la vez que asigna estrategias prácticas a los atletas en activo. Manual de entrenamiento funcional es una guía excelente para el especialista en rehabilitación, condición física y desarrollo deportivo. Además, tiene en cuenta a un público muy amplio, desde los niños en desarrollo, que aprenden movimientos básicos, hasta los atletas profesionales o los esforzados deportistas de fin de semana.
Ésta es la fascinante historia de un lugar mítico y de los más de cien personajes legendarios que vivieron en él durante algún tiempo. De Antón Chéjov a Stefan Zweig, de Scott y Zelda Fitzgerald a Coco Chanel; pasando por Guy de Maupassant, Friedrich Nietzsche, Pablo Picasso, Alma Mahler, Aldous Huxley, Katherine Mansfield, Walter Benjamin, Anaïs Nin, Somerset Maugham o Vladimir Nabokov, entre muchos otros. Durante siglos, la Costa Azul no fue más que una costa cualquiera, un lugar donde embarcarse o desembarcar. De hecho, a finales del siglo XVIII los ingleses residentes en Niza eran sólo cincuenta y siete. Sin embargo, ya a principios del XX, Jean Lorrain escribía lo siguiente: «Todos los chalados del mundo se dan cita aquí? Vienen de Rusia, de América, del África austral. Menudo ramillete de príncipes y princesas, marqueses y duques, verdaderos o falsos? Reyes con hambre y exreinas sin un duro? Los matrimonios prohibidos, las examantes de los emperadores, todo el catálogo disponible de exfavoritas, de crupieres casados con millonarias americanas? Todos, todos están aquí». Sin embargo, para la mayoría de escritores y artistas, la Costa Azul era justamente lo contrario: un lugar de soledad, de creación, de reflexión; un lugar donde descansar de la gran ciudad. «La Costa», decía Cocteau, «es el invernadero donde despuntan las raíces; París es la tienda donde se venden las flores.» Todavía hoy, esa mítica postal paradisiaca no sólo nos recuerda los anuncios más sofisticados de Martini o Campari, sino también la elegante comodidad del pantalón palazzo con alpargatas (inspiradas éstas, al igual que las camisetas a rayas y el gorrito blanco, en la indumentaria de los marineros y pescadores de la zona). En ese mismo imaginario, la juventud «disipada y brillante» de Françoise Sagan y Brigitte Bardot se impone en ocasiones sobre el recuerdo de Simone de Beauvoir y sus amantes o sobre la Marlene Dietrich que leía allí mismo las novelas de su vecino Thomas Mann. Georges Simenon, con su infalible perspicacia, retrató a la perfección qué era en su época la Costa Azul: «Un largo bulevar que empieza en Cannes y acaba en Menton; un bulevar de sesenta kilómetros flanqueado por villas, casinos y lujosos hoteles». El resto aparecía en cualquier folleto publicitario: el sol, el célebre mar azul, la montaña; los naranjos, mimosas, palmeras y pinos. Sus pistas de tenis y campos de golf; sus abarrotados restaurantes, bares y salones de té.
Una novela que refleja con precisión el sentir de cuatro hermanos ante la separación de sus padres.Hilaria y sus hermanos se han ido de vacaciones con su padre a la casa de Algorta que alquilan todos los veranos. Este año Mónica, la hermana gemela de Oliva, no ha podido ir porque está en Alemania trabajando de au pair. Y su madre tampoco, pues está en casa de su amiga Lola para terminar la tesis. Los hermanos saben que pasa algo entre sus padres, están enfadados y muy distanciados. Hilaria y Oliva acaban de descubrir unas horquillas sospechosas en el baño y piensan que su padre está con otra mujer. Un verano en el que todo parece estar patas arriba y en el que las cosas podrán recolocarse en un partido de tenis.