Tauromaquia, toros



IGNACIO ZULOAGA, CON EL CAPOTE Y LOS PINCELES . CURSO 2008-2009 (TUDURI ESNAL, FRANCISCO)
Don Francisco Tuduri Esnal es abogado en su faceta profesional. Presidente de la Plaza de toros de Illumbe, en San Sebastián (Guipúzcoa) es nante todo un aficionado entendido y preocupado por el devenir de la fiesta de los toros. Ello le ha llevado a escribir obras de alcance como “Zezenak Dira… (de Erreguesoro a Illumbe pasando por el Chofre)”, publicada en San Sebastián (2000), una completa historia de los cosos en la capital de la Provincia; “Plazas de Toros en Castilla y León” (Valladolid, 1998); o “Tolosa. 1903-2003. En el centenario de una plaza” (San Sebastián, 2003). Ha sido asesor del Reglamento Taurino del País Vasco. Ha pronunciado innumerables y brillantes conferencias en los últimos años, incluyendo una en este mismo Aula, titulada “Reglamentismo y antirreglamentismo”. Ha obtenido los siguientes y prestigiosos Premios Zumel: en el año 2000, con el tema “La Presidencia en las Corridas de Toros”, el 2º Premio; en el año 2001, “Conveniencia de un Organismo único para la regulación y promoción de la Fiesta de los Toros”, 2º Premio; en el año 2003, “La Suerte de Varas”, 1º Premio; y finalmente en el año 2006, “Los Toros en Francia” 1º Premio.

TORERO! . LOS TOROS EN EL CINE (FEINER, MURIEL)
Aunque tauromaquia y cinematografía puedan verse como dos artes complementarias, la primera con dos siglos de existencia y la segunda con poco más de uno, son pocas las buenas películas de toros realizadas hasta la fecha. Tarde de toros, producción española del polaco Ladislao Vajda; El momento de la verdad, del italiano Francesco Rossi, y las dos versiones de Sangre y Arena –de Fred Niblo y Rouben Mamoulian, protagonizadas por Rodolfo Valentino y Tyrone Power, respectivamente– sin duda pertenecen a ese grupo. Mención especial merece la que da título a este libro: ¡TORERO!, del exiliado gallego y, según sus declaraciones, nada aficionado a los toros Carlos Velo, es un caso aparte. Protagonizada por el torero mejicano Luis Procuna, constituye una penetrante indagación en los distintos factores que afectan la vida de un matador y un impresionante documento de las circunstancias que le rodean. Es esta gran película una excepción a la escasa justicia que la industria cinematográfica ha hecho al arte de los toros, un arte capaz de «llenar la pantalla» como ningún otro. MURIEL FEINER calcula que desde que los hermanos Lumière dieran a luz a su «invento sin futuro», alrededor de quinientas películas tratan el mundo de los toros aunque sea de manera superficial, algo que sin duda constituye un importante reflejo de los cambios sociales y culturales a lo largo de un dilatado periodo de la historia, y se pregunta por qué no ha llegado a consolidarse esta unión entre toros y cine.