Subversiones artísticas en regímenes totalitarios y otras formas de intervencionismo estatal enfoca, desde la práctica artística, un debate sobre los límites del intervencionismo estatal y de la presencia de contextos disciplinarios en un escenario global. Este volumen presenta una aproximación ?desde diferentes contextos culturales, políticos y sociales? a la respuesta crítica que articulan diferentes artistas que trabajan en sistemas disciplinarios neoliberales, dictatoriales o socialistas. A partir de distintas disciplinas como la antropología, la filosofía, la historia del arte, la praxis artística y el activismo, se explicita cómo el arte puede transformarse en un instrumento para visibilizar ciertas problemáticas y potenciar un pensamiento crítico. Partiendo de una primera aproximación, donde se introducen cuestiones relacionadas a la creación como espacio de resistencia y de memoria, se abre un primer camino que enlaza la práctica artística contestataria con regímenes autoritarios evidentes ?las muestras ?de arte degenerado? organizadas por el nazismo alemán, la performance clandestina desarrollada en países de Europa del Este, en China, en Chile y Argentina?, para continuar con las relaciones entre visualidad y violencia en marcos donde el componente autoritario es menos explícito, pero no por ello menos violento, tal y como plantea la artista Daniela Ortiz respecto las políticas de inmigración españolas o el trabajo de Pilar Millán a partir de su contacto con mujeres de la resistencia a los campamentos de refugiados saharauis.
En la utopía encontramos un relato del cierre de la historia: nada menos que el advenimiento del futuro perfecto. Un futuro del que, desgraciadamente, siempre estamos a la zaga. Pero una vez alcanzada la utopía, sabemos que ya no habrá necesidades que cubrir ni esfuerzo que consumir; no padeceremos enfermedades, ni crímenes, ni desigualdades, ni habrá celos, ni envidias, ni rencores porque se habrá abolido la familia, la propiedad, el Estado, el trabajo, incluso la identidad de los individuos y todas la demás formas odiosas de sujeción que son la causa de todos los males. La utopía es el motor del comportamiento del ser humano desde que es hombre: el deseo de transformar la realidad y, al igual que Dios, hacerla a su imagen y semejanza. ¿Un sueño vano? Quizás; pero sin ella no existirían las sociedades contemporáneas, con sus logros y sus barbaries...
Varios autores expertos nos hablan de cada una de las diferentes creencias y de su plasmación en la acción política en el siglo XX en España.«Creí justo recurrir a la violencia para transformar el mundo», escribió Manuel Tagüeña al recordar el impulso que, muy joven aún, le llevó a ingresar en las Juventudes Comunistas.Como él, miles de jóvenes de derechas o izquierdas compartieron la doble creencia, habitual entre sus mayores, de que el nuevo mundo no alumbraría sin grandes dolores de parto y que era legítimo recurrir a la violencia para forzar su pronta llegada.De esas creencias y de su plasmación en la acción política colectiva trata este libro. Católicos, monárquicos, fascistas, anarquistas, carlistas, marxistas, nacionalistas, militares, patronos: desde 1900, ninguna de estas fuerzas evitó recurrir a la violencia para transformar, en un sentido u otro, el mundo que les había tocado vivir. A cada una de ellas se dedica un capítulo, a cargo siempre de autores que ya tienen publicada una obra considerable sobre su respectiva materia.
El veintitrés de julio de 1892, Alexander Berkman entró en la oficina del magnate Henry Clay Frick para matarlo. El asesinato sería, en la tradición libertaria, un attentat, una acción política violenta destinada a despertar la conciencia de la clase trab
Ésta es la premisa de este fascinante alegato en contra de cualquier clase de censura. Un texto provocador y de gran calidad literaria que no hace concesiones y defiende a ultranza el empleo de la palabra frente a cualquier limitación política, jurídica o religiosa. Sobre la libertad de expresión suelen escribirse puntillosas disquisiciones legales o atemorizadas recomendaciones de prudencia, muy dentro de lo políticamente correcto. De modo que el vehemente librito panfleto, en el mejor sentido del términoNada es sagrado, todo se puede decir de Raoul Vaneigem, resulta estimulante y se hace simpático. Fernando Savater