Ir al contenidoSociedad y cultura general
Un tópico ampliamente extendido en la sociedad española es el de que TVE es una ruina, y que la deuda que acumula es insoportable. Sin embargo, en esa afirmación hay mucho de falso: RTVE es la radiotelevisión pública más barata de la UE: el gasto por habitante y año es de 81 euros en Alemania, 75 en Gran Bretaña, 31 en Francia, 24 en Italia y 21 en España (importe que se vería reducido a 13 euros sin los intereses bancarios de los créditos que RTVE se vio obligada a contraer a causa de la vulneración por parte de los gobiernos del PSOE y del PP del Estatuto de la Radio y la Televisión). Que se haya conseguido instalar en los ciudadanos españoles la idea de que RTVE es ineficiente y ruinosa (por cierto, con olvido de lo que sucede en las televisiones autonómicas) arroja la amenazante sombra de una sospecha: la de que se pretende reducir a la televisión pública a una mínima expresión, sospecha que se confirma con cada sucesiva decisión que se toma sobre el ente, independientemente del color del gobierno de turno. Así, la idea de que RTVE es un servicio público esencial, cuya rentabilidad ha de ser básicamente social, que ha de constituir un vehículo clave para la información y la participación política de los ciudadanos, que ha de responder a la exigencia constitucional del derecho de acceso, y que ha de contribuir a la integración cultural, económica y social de la ciudadanía, ha ido siendo progresivamente laminada por externalizaciones, planes de saneamiento y endeudamiento forzado, hasta su agónica situación actual. José Manuel Martín Medem ha trabajado como periodista en RTVE durante más de treinta años. Ha sido corresponsal en México, Colombia y Cuba. Formó parte del Consejo de Administración de RTVE en representación de Izquierda Unida. Ha publicado, en esta misma editorial, La guerra contra los niños y ¿Por qué no me enseñaste cómo se vive sin ti?
Entre la literatura de viajes, el ensayo transcultural y nómada, y una posición franca de contrastar visiones españolas hacia lo que es el mundo árabe y el Magreb, este libro reúne a un conjunto de brillantes autores que parten de una tesis muy simple: sin el concurso activista de ese entramado que llamamos sociedad civil nuestra relación con el mundo de influencia islámica no mejorará. Se impone un esfuerzo de acercamiento para dispersar nuestros miedos y prejuicios, y para compartir, en lo posible, nuestras ambiciones de un futuro que debe ser construido entre todos, para todos. Con libertad, con justicia, con tolerancia. Un acercamiento sin abdicaciones de ningún tipo. Pero como bien formuló uno de los autores de este libro, parafraseando a Ortega y Gasset, que los pueblos se acerquen, no significa que sean más próximos. Éste no es un libro de especialistas o geoestrategas; en ese sentido es un libro desinteresado, sin agenda, y por esto mismo, muy libre.