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Tras el inicio de la construcción del arsenal de la Carraca, la Armada tuvo un problema de asistencia sanitaria ante la masiva llegada de militares y operarios civiles. Fue solventado con una improvisada enfermería de madera y con otros hospitales provisionales en la Isla de León ―Lazareto de Infantes y Hospital Provisional de Las Anclas― hasta que en 1756 se erigió el «Real Hospital del Arsenal de la Carraca». Este nosocomio tuvo un papel crucial en la epidemia de fiebre amarilla de 1800 y en los primeros años de la Guerra de la Independencia, hasta que en agosto de 1810 fue desalojado ante el bombardeo de las baterías francesas apostadas en Puerto Real, y reconvertido en «hospital de sangre». En la grave epidemia de fiebre amarilla de 1819, el hospital fue reactivado como en sus orígenes, siendo definitivamente extinguido en 1821. La inauguración de la nueva enfermería del arsenal en 1880 supuso un inestimable apoyo al Hospital de Marina de San Carlos ―en funcionamiento desde 1809―. Esta dependencia tuvo una actuación destacada durante la Segunda República y Guerra Civil. Los libros de registro de pacientes nos ilustran sobre el procedimiento asistencial y terapéutico que tuvo esta unidad extrahospitalaria de la Armada.
Los expresionistas alemanes eran incómodos, rabiosos... Surgidos a comienzos del siglo XX, cargaron contra los valores cristianos y burgueses, pero también contra la industrialización descontrolada en las ciudades. Antiimperialistas, quedaron dispersados, destrozados y mermados con los horrores de la Primera Guerra Mundial, y unieron sus fuerzas sólo para ser aniquilados por los nazis en la muestra Arte degenerado en 1937.En esta completísima obra de TASCHEN, Dietmar Elger, director del Archivo Gerhard Richter, reúne a los numerosos artistas y elementos de este movimiento complejo, disperso y exaltado en un estudio riguroso de sus protagonistas, sus conceptos y su influencia dentro del Movimiento Moderno del siglo XX. Equilibrado y crítico en medio del frenesí de color y distorsión, el libro desvela las características de los principales colectivos del expresionismo, el Puente (Die Brücke) y El Jinete Azul (Der Blaue Reiter), y sus variantes regionales, de los centros neurálgicos de Berlín y Múnich, pero también del norte de Alemania, de Renania y de Viena.Se comparan y contrastan opciones estilísticas y temas elegidos por los miembros de este grupo disperso de artistas que lidió con la realidad industrial moderna. Encontramos desde los rayos luminosos de Wassily Kandinksy o los tonos pastel de Ernst Ludwig Kirchner hasta las facetas futuristas de Franz Marc y el atavismo impresionista en los colores estridentes de Emil Nolde. Nos topamos con ancianos abotargados en bares sórdidos y, a continuación, entramos en una habitación amarilla claustrofóbica con una embarazosa joven desnuda. Quedaremos abrumados por una cacofonía de sonidos y humos urbanos para luego encontrarnos a solas en el bosque, cerca de un lago y en silencio.Con toda la riqueza y el alcance de la producción expresionista, Elger no sólo presenta a artistas de primera línea, como Beckmann, Kandinsky, Kirchner, Kokoschka, Nolde y Schiele, sino también a otros creadores menos estudiados, como Conrad Felixmüller, Ludwig Meidner y Marianne von Werefkin. El resultado es un compendio riguroso, inmersivo y amplio de un modo de expresión vívido, a menudo incluso violento, y del anhelo y la inquietud escondida tras su pintura frenética.