Este libro trata de moral social, pero no es un tratado sobre la materia. Sí afronta cuestiones como la globalización, los derechos humanos, la caridad, la justicia social, la solidaridad, la opción por los pobres, la ecología, la investigación social o la cultura de la virtualidad real. Y lo hace siempre buscando la clave de la espiritualidad que alimenta y sostiene las opciones cristianas ante tales asuntos. En el tratamiento de esos temas, las encíclicas del Papa Benedicto XVI Deus caritas est y Caritas in veritate ocupan un lugar especialmente destacado, y en la construcción del hogar espiritual de la moral social cuenta sobre todo con la espiritualidad ignaciana y los Ejercicios Espirituales. Si el Concilio Trento puso las bases para la separación entre moral y espiritualidad, el Vaticano II recuperó la relación entre ambas. Desde planteamientos como la llamada universal a la santidad (LG 5) o la tarea de la moral de «mostrar la excelencia de la vocación de los fieles en Cristo y su obligación de producir frutos en la caridad para la vida del mundo» (OT 16), carece de sentido pensar que la Teología espiritual tiene que estudiar el comportamiento positivo de los fieles, relacionado con la gracia de Dios, y que la Teología moral debe centrarse en el comportamiento negativo, asociado a la ley, las normas y el pecado. Al contrario, la vida moral es también expresión práctica de la gracia divina actuando en cada persona, y por eso necesita conectarse con la dimensión teologal y espiritual de horizonte de sentido, donde se alimentan las motivaciones y actitudes básicas. Por su parte, la espiritualidad ha de encontrar los cauces adecuados para interpretar y expresar el compromiso intramundano. Ambas perspectivas son constitutivas y esenciales de la vida y la existencia teologal de las comunidades y de cada uno de los cristianos, y permitir que se encuentren y «co(i)nspiren» es una obligación irrenunciable a la que también deben ayudar los teólogos. En eso está esta sencilla obra. JULIO L. MARTÍNEZ, jesuita, es profesor de Teología moral en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid), donde actualmente desempeña además el cargo de Vicerrector de Investigación, Desarrollo e Innovación, y antes fue director de la Cátedra de Bioética y del Instituto de Estudios sobre Migraciones. Su campo de investigación tiene como foco la religión en la vida pública. En esa materia ha escrito sus principales libros, entre los que destacan Consenso público y moral social (2002), Ciudadanía, migraciones y religión (2007) y Libertad religiosa y dignidad humana (2009), así como buena parte de sus abundantes artículos.
«Cuando leo el catecismo del concilio de Trento, me da la impresión de que no tengo nada en común con la religión que en él se expone. Cuando leo el Nuevo Testamento, los místicos, la liturgia, cuando veo celebrar misa, siento con alguna forma de certeza que esa fe es la mía o, más exactamente, que sería la mía sin la distancia que entre ella y yo pone mi imperfección...». La carta que Simone Weil dirige al dominico Jean Couturier en 1942 tiene todavía hoy un valor excepcional. No sólo como testimonio del rigor intelectual y moral de su autora y de su insobornable compromiso con la verdad, sino como expresión de la tensión que enfrenta a la autenticidad de una fe vivida radicalmente con la esclerotización del dogma.
José María Ridao regresa al ensayo en este texto que es sin duda uno de los más inteligentes y brillantes que ha escrito. Tomando los grandes acontecimientos de la historia como hilo conductor de la reflexión, Ridao reivindica la radicalidad y la libertad del pensamiento partiendo de los más diversos estímulos, desde viajes y conversaciones con escritores e intelectuales hasta grandes obras artísticas y literarias, pasando por detalles como un capitel románico, el marco de un cuadro de Pissarro, las ruinas de una iglesia o un collage de la cultura alternativa berlinesa. La singular composición de este ensayo invita a un ágil recorrido por la geografía y por los diversos ámbitos de la creación y el pensamiento, la religión, la ciencia, la historia y la política. Esa mirada alerta y en todas direcciones revela poco a poco un punto de vista y una perspectiva diferentes sobre hechos conocidos y sobre ideas y juicios que parecían inamovibles. El resultado es un libro decididamente a favor de la radicalidad y la libertad de pensamiento y de creación imprescindibles en un tiempo como el que vivimos, que no admite la duda ni la parálisis, y en el que la lucidez y la valentía son más necesarias que nunca..
La idea de inmortalidad es tan recurrente en las culturas, que cabe afirmar su carácter universal. Sin aceptar la perspectiva de su disolución en la nada, el hombre ha elaborado desde tiempos muy antiguos mitologías escatológicas que lo proyectan a una vida después de la muerte. Esa segunda vida puede darse ya sea en un mundo muy semejante al anterior, o en un lugar imaginario que responde a las pulsiones de los sueños colectivos. Dichos ámbitos no suelen estar al alcance de todos, pues interviene la dimensión ética para vedar la entrada a los transgresores del orden social. Si bien algunas culturas sitúan al paraíso en el cielo, lo común es que se lo haga en la misma tierra, donde el alma, con o sin el cuerpo, gozará junto con sus semejantes o incluso con los dioses de los placeres de los sentidos. Tal lugar idílico puede ser un espacio natural exuberante y pródigo, no modificado mayormente por el hombre, aunque las culturas de Oriente desarrollaron ya en épocas tempranas el concepto de jardín, como un territorio preservado de las amenazas del exterior. A menudo, el paraíso se relaciona con un tiempo perdido que se desea recuperar, una Edad de Oro histórica o puramente imaginaria. Toda concepción del paraíso alcanza siempre la dimensión de lo sagrado, aun cuando prescinde de la religión. Es que cabe realizar una lectura laica, antropológica, de los universos simbólicos, y rastrear lo sagrado no ya en los dogmas establecidos por un orden social, sino en toda condensación de sentido, en esa zona saturada de ser de la que habla Mircea Eliade. Este imaginario representa una prueba de fuego para las culturas, porque refleja, como el más fiel de los espejos, la humanidad o las miserias que lo nutren. En definitiva, lo que esta obra se propone es confrontar los paraísos concebidos por diferentes pueblos del mundo, tanto actuales como extinguidos, no sólo para alcanzar cierta visión transcultural al respecto, sino también para dar cuenta del grado evolutivo que alcanzaron, de su capacidad de poetizar y significar la vida al soñar el más allá de la muerte. Además de los territorios del mito y la religión, aborda búsquedas puramente sensuales del paraíso, centradas en la literatura y la pintura, sin pretensión escatológica alguna.
Bajo el techo del islam se reúnen las más diferentes formas artísticas y culturales que a pesar de su diversidad han conservado su unidad en la religión común.. El libro sigue el desarrollo histórico de las dinastías y regiones islámicas y muestra la vari
Dos siglos después del fallecimiento de Gaspar Melchor de Jovellanos, la figura del más importante de los ilustrados españoles sigue suscitando debates e interrogantes. Los autores de este volumen colectivo, todos ellos especialistas en la vida y la obra del gran gijonés, nos ofrecen un ambicioso intento de presentar desde sus múltiples facetas -la economía, el derecho, el pensamiento, la política, el arte, la agricultura, la religión, las obras públicas, la educación, la literatura y la minería- una figura fundamental en el decurso de la España moderna. «Jovellanos soñó España, desde la razón, como antídoto de las fantasmagorías monstruosas del irracionalismo y de sus errores trágicos. Una España moderna, libre, rica y feliz asentada sobre el esfuerzo y el saber. Un país exigente y posible» (del prólogo de Emilio de Diego).
Este libro entra de lleno en la cuestión de la presencia pública de la religión estudiando una tradición --la liberal--, que ha sido determinante en los últimos siglos del pensamiento occidental. Es una corriente que, si entre los siglos XVII a XIX tuvo sus primeros representantes en Europa, en el siglo XX y hasta el presente, sus principales exponentes han sido y son pensadores norteamericanos. Por eso lo que predomina en este libro es liberalismo made in USA. Eso sí, el liberalismo aquí se trata es muy diferente del neoliberalismo económico. La obra consta de diez ágiles capítulos organizados en tres partes bien distribuidas. La primera y segunda se dedican fundamentalmente a la presentación y análisis del pensamiento liberal: de sus rasgos generales y de los autores del liberalismo clásico, la primera; y del liberalismo político contemporáneo desarrollado en Estados Unidos, la segunda. La tercera parte está dedicada al diálogo crítico entre el liberalismo y el catolicismo, y en ella se recurre a la Teología y el Magisterio eclesial para tejer un rico debate, hoy de tanta incidencia pública en temas como el papel de los símbolos religiosos o la libertad religiosa.
En el célebre viaje a los Estados Unidos que sirvió de inspiración a su libro más conocido, La democracia en América, Tocqueville descubrió la importancia de la religión en una sociedad democrática. La Revolución Francesa, que trataba de sustituir las formas religiosas por formas seculares e ideológicas, le parecía un remiedio peor que la enfermedad. Desde entonces, Tocqueville no cesará de interesarse por los vínculos que unen los destinos de los pueblos, tanto sociales y políticos como religiosos. Continúa estudiando y comparando las religiones en relación con las sociedades en las que se desarrollan. Por este enfoque decididamente sociológico de la religión Tocqueville es también radicalmente moderno. Los textos sobre el islam, el hinduísmo y el cristianismo que Jean-Louis Benoît recoge y comenta en la presente edición no habían sido reunidos ahora y eran poco accesibles. El lector quedará gratamente sorprendido por su originalidad y su agudeza, pero sobre todo por su sorprendente actualidad.
El ser humano, a diferencia de los primates de su entorno evolutivo, dispone de un cerebro y de una mente con unas capacidades que van mucho más allá de los estereotipos de supervivencia. Los humanos presentamos obsesivamente actividades de lujo: la búsqueda de la belleza, el interés por la ética, la organización de actividades de ocio, el despliegue de acciones simbólicas... Ramon Maria Nogués denomina con el término trascendencia este tipo de actividades no orientadas a la supervivencia. La trascendencia no es únicamente religiosa, sino que impregna toda la vida humana y discurre por la estética, la ética, la religión, el nacionalismo, la pasión amorosa, la palabra y el símbolo. En Cerebro y trascendencia, el autor estudia al detalle y, a menudo, con polémica cuestiones como la singularidad humana, la emergencia del yo, el bordado del mundo mental, la trama fina de la trascendencia, sus modalidades y configuraciones (religión, creencias y espiritualidad)... La trascendencia no es analizada como un fenómeno del mundo mental que solo se expresaría de manera descompensada en el mundo religioso, sino como una constante de la mente humana que necesita, precisamente, ser atendida en un marco orientativo bien delimitado con el fin de mantener adecuadamente la estabilidad del original psiquismo humano.
Este diccionario se presenta como una herramienta fundamental para el conocimiento de la historia del Islam, pues ofrece al lector un repertorio esencial de términos apuntando a unos centros de interés relativos a nociones de variada índole, como son las categorías sociales, la tierra, la política, la religión, las costumbres, la técnica, la economía o el arte.
Pessoa nos dice en uno de sus textos: Sólo hay dos tipos de constante disposición con los que la vida merece ser vivida: con la noble alegría de una religión o con el noble dolor de haberla perdido. Así, lo veremos, en alguna de las piezas más celebradas de Álvaro de Campos. Representativas acaso de la doble nobleza a la que hacía referencia; aquella que trasciende la condición vegetal y hace que la vida sea vivida.
En esta parodia de la historia de la civilización, Anatole France ha elegido como protagonista a un animal gracioso y endomingado que recuerda a la caricatura de los burgueses de finales del XIX y principios del XX: los pingüinos. La isla de los pingüinos arranca con un episodio hilarante: el bautizo por error, a cargo de san Maël, de los pingüinos del ártico. A partir de ahí, Anatole France describe en forma novelada los rasgos más notables de la historia de la humanidad, mezclando el amor y la guerra, el poder absoluto y la revolución, la religión y la especulación financiera, incluso insinuando la guerra nuclear y denunciando los rasgos característicos del actual proceso de globalización, que a lo que se ve, no son nada nuevos. Es difícil a veces contener la risa al leer este texto heredero de Rabelais y Swift y que se anticipa a Orwell.
Con este libro viajamos en íntimo contacto con los sentimientos peregrinos, espíritu del Camino, de toda nacionalidad, filosofía o religión. Una ruta hacia la vida en completa simplicidad. Éste es el inicio de un nuevo episodio de tu vida.
Religio in labyrintho. La imagen de la religión en medio del laberinto enmarca y, al tiempo, se constituye en síntesis de la treintena larga de trabajos que componen este volumen. Ciertamente, evoca esa otra de Teseo en Cnossos, a la espera del fatídico encuentro con Minotauro y algo de ello hay, al menos en algunos de los trabajos que se ocupan de los retos actuales de la religión, pero, en general, debiera hacer pensar más bien en aquellos fantásticos jardines renacentistas, en los que toda visión que no fuera la de los propios pasos estaba vedada, donde avances y retrocesos se producían casi a tientas, donde, en fin, cada esquina, cada recodo del camino podía acarrear un encuentro, o un desencuentro, habitualmente inesperado y, de resultas, la perentoria necesidad de tomar decisiones.
Nirvana del Risco es la primera heroína negra cubana que se muestra desnuda, abierta y descarnada ante lo que por prejuicios muchos esconden: la bisexualidad, el racismo, la política, el miedo y la cercana intimidad con el enemigo. Hija de la generación de los años 60 y rebelde protagonista habanera en los 2000, recorre el camino entre lo prohibido y lo sagrado, revelando así ocultas recetas asentadas en una cultura afrocubana (Regla de Ocha). Rituales que van desde la dinástica brujería cubana, aquella que pocos aceptan abiertamente y se usa en rituales y conjuros cotidianos, hasta el complejo equilibrismo entre raza, sexo, política y religión. Nirvana huye del oráculo convencida de que el culto afrocubano conserva la leyenda de su vida, pero decide liberarse y cambiar las reglas, desobedecer la letra que le dictan los orishas, retirando así de su vida los antídotos a terribles designios que la acompañan desde su nacimiento. Condimentos endémicos, acentos oriundos y sensuales, sabores agridulces y tropicales revelan una parte escondida de la mezclada nacionalidad cubana. A esta modelo criolla e ilustrada se le presenta un camino épico, único y oscuro que atraviesa con arrojo, ruta pasional entre Cuba y Francia, donde intenta asentarse, derribando tópicos y rompiendo los estigmas que significan ser hoy en el mundo una hermosa mujer cubana y negra como la noche. El destino trágico de esta heroína narra una parte sensible y poco explorada por la literatura femenina latinoamericana. Con un lenguaje mágico y contemporáneo, la autora nos invita a un viaje singular bañado por sublimes Lágrimas negras. La palabra «Negra» es para algunos un término tabú; para la protagonista de esta espléndida novela contiene toda la música, el sabor y el sentimiento de su cuerpo, su alma y su nación.