Cuando se despertaron los españoles, los curas todavía estaban allí. En el procesode creación del estado liberal, la nación española contó con la constante compañía delclero católico, por decisión de sus dirigentes y provocada por su profundo enraizamiento en la mayor parte de su territorio e instituciones principales. Al igual que el PartidoRevolucionario Institucional mexicano al que hace referencia el famoso dinosaurio del micro-relato de Augusto Monteroso, los sacerdotes católicos en la España decimonónica ocuparon el centro del escenario político, social y cultural. Y a juzgar por las declaraciones de junio de 2013 del arzobispo de Madrid-Alcalá-Getafe y presidentede la Conferencia Episcopal, el cardenal Antonio María Rouco Varela, la situación no puede cambiar. Para Rouco, «el hombre es por naturaleza religioso» y «político». Con el objeto de defender la todavía privilegiada posición del clero católico en España, el arzobispo infiere que «el hombre necesita ser ambas cosas» y que «cuando esa experiencia profundamente humana se exterioriza, se socializa, se institucionaliza también». Este libro muestra lo poco que hay de lógico o de natural en dicha institucionalización y lo cambiante y contingente de la misma. La llamada Guerra de la Convención (1793-1795), durante la que Carlos IV ordenó al clero que instigara a los creyentes patriotas a convertirse en «soldados católicos» y la constitución republicana de 1873, que decretó la separación del Estado de la Iglesia, constituyen los límites temporales que acotan este estudio. En ese periodo el papel del clero y de la Iglesia en el nuevo régimen fueron objeto de polémicas y agrios debates. Entre otros factores, porque muchos sacerdotes católicos invirtieron grandes dosis de tiempo, trabajo y energía para amoldar dicha institucionalización a sus ideales y a sus propios intereses. Propagandistas revolucionarios como el abate Marchena, filósofos rancios como el padre Alvarado, regicidas fallidos como el cura Merino, confesores regios y autores superventas como Claret, o clérigos republicanos-federales como el cura Mora, durante las más de ocho décadas que se abarcan en este libro hubo figuras públicas de primer nivel que pertenecieron al clero católico. Todas ellas, a veces desde posiciones radicalmente opuestas, jugaron un papel fundamental en la creación y desarrollo de loque se ha llamado una «esfera pública católica». Sin embargo, dicho protagonismo e influjo político no fue siempre bien recibido y la Iglesia se vio sometida al escrutinio, control y reforma por parte de las autoridades civiles. La presencia de la violencia política en los repetidos motines anticlericales y la derivada de la integración de clérigos regulares en las filas de los ejércitos realistas y carlista, que lucharon contra el régimen constitucional a lo largo del periodo estudiado, dotaron al proceso de secularización en España de un rasgo distintivo insoslayable. Así, en esta obra se estudian los principales factores relacionados con la emergenciade la «cuestión religiosa» en la España decimonónica. Para ello se analizan las polémicas y los conflictos que rodearon la determinación del lugar que la religión y la iglesia debían ocupar en el estado constitucional y la sociedad liberal nacientes.
Las disputas, en muchos casos sangrientas, entre las diversas sectas cristianas surgidas a raíz de la Reforma, provocaron ya desde fecha temprana una fuerte inquietud en el pensamiento europeo. John Locke (1632-1704), destacado representante del empirismo filosófico, tampoco pudo sustraerse a la preocupación por este problema. En el " Ensayo sobre la tolerancia " (1666) y, más tarde, en la " Epistola de tolerantia " (1685) propugnó la separación entre la Iglesia y el Estado y la aceptación de todo tipo de opinión religiosa que no atentara contra los principios fundamentales de la sociedad constituida, dos principios que continúan teniendo plena vigencia en el pensamiento político moderno. Introducción y traducción de Carlos Mellizo
Esta obra, fruto de una rigurosa investigación histórica, basada en documentos del Archivo Secreto Vaticano, analiza la actitud de Pío XI ante la Segunda República, que reconoció inmediatamente en 1931; la Guerra Civil, que trató de impedir y mitigar, y los comienzos del Régimen de Franco, reconocido tras muchas dudas y dificultades en 1938. Explica los debates internos y hasta ahora desconocidos de los cardenales de la Curia Romana sobre la confusa situación española, así como las intervenciones públicas de los nuncios Tedeschini y Antoniutti, de los cardenales Segura, Vidal y Barraquer y Gomá, y también de otros obispos, durante aquella década trágica para todos los españoles y, en particular, para la Iglesia, víctima de una cruenta persecución religiosa. El libro aporta como documentación inédita las Notas Diplomáticas de protesta que el Nuncio presentó al Gobierno republicano.
De clara unidad temática, los tres ensayos de John Suart Mill recogidos en este volumen corresponden a fechas diferentes y se publicaron por primera vez en forma de libro póstumamente, editados por Helen Taylor, hijastra del autor. La Naturaleza es un ejercicio de filosofía de la religión en el que se tratan temas tan fundamentales como el origen del universo, el destino del ser humano y el sentido último de la vida. En su segundo ensayo -La utilidad de la religión- la crítica de Mill a las formas tradicionales de religiosidad apenas roza lo que se refiere a la verdad o falsedad de las creencias que conllevan. Aunque el autor subraya el peso que tienen la educación y el prejuicio en la formación religiosa de la gran mayoría de los individuos, no niega los efectos positivos que las promesas de recompensa eterna pueden procurar a los seres humanos. Pero vistas las dificultades y abusos que el subrenaturalismo implica, la propuesta de Mill es la de sustituir las religiones tradicionales por otro orden de creencias seculares capaces de colmar las más nobles aspiraciones de los de nuestra especie. El teísmo, pieza final de la serie, es un breve tratado en el que más directamente se afrontan los temas de la teología clásica: la existencia de Dios y la naturaleza de sus atributos, la inmortalidad del alma y la posibilidad de una vida futura. Como ha afirmado Bernard Semmel, en estos Tres ensayos sobre la religión Mill se nos muestra como un pensador incrédulo que a pesar de su escepticismo en materia de religiosidad, quiso salvar todo lo que la fe tradicional tenía de salvable.
¿Cuál fue el papel de la Iglesia en la Transición? ¿Es cierto que los acuerdos finalmente alcanzados, y que tan prolongada vigencia están teniendo, fueron fruto de tensas negociaciones? ¿Cómo fue realmente la relación entre la Iglesia liderada por el cardenal Tarancón y el Gobierno de Adolfo Suárez? Estas y otras muchas cuestiones son dadas a conocer por el autor a lo largo de su obra. Gracias a ella, podemos entender la actuación clave de Juan Carlos a la hora de desbloquear las relaciones Iglesia-Estado al renunciar al privilegio de presentación, las diferencias de criterio entre la diplomacia vaticana y la jerarquía española, o las discrepancias entre la UCD y el PSOE sobre el controvertido tema de la ense - ñanza. A través de documentos hasta ahora inéditos, el autor nos da a conocer las claves de una dura negociación que concluyó en una definitiva separación Iglesia-Estado que ha llegado hasta nuestros días.
¿Qué llevó a algunos periódicos a atribuir el asesinato de 77 personas en Noruega a extremistas islámicos hasta que quedó claro que había sido perpetrado por un terrorista derechista compatriota de las víctimas? ¿Por qué Suiza, un país en el que solamente existen cuatro minaretes, aprobó en referéndum la prohibición de tales elementos arquitectónicos? ¿Cómo es posible que una simple propuesta de construcción de un centro cultural musulmán en el sur de Manhattan haya suscitado un enardecido debate de costa a costa de Estados Unidos? En La nueva intolerancia religiosa, Martha C. Nussbaum examina estos fenómenos y descubre el miedo que se oculta tras todas esas reacciones. Inspirándose en la filosofía, la historia y la literatura, la autora nos muestra el camino hacia una sociedad más equitativa, imaginativa y libre. Según Nussbaum, para vencer la intolerancia se necesita la aplicación constante y coherente de unos principios universales de respeto a la conciencia. Por otra parte, nos exhorta a que aceptemos la libertad religiosa para todos, y a que concedamos a otras personas aquello que exigimos para nosotros mismos. Nos anima a ampliar nuestra capacidad de empatía mediante el cultivo de nuestra curiosidad; la búsqueda de amistades que trasciendan las líneas de separación religiosa y la aplicación de una ética sistemática de la dignidad y la civismo. Con esta actitud de respeto y comprensión, sostiene Nussbaum, podemos superar la política del miedo y apuntar hacia un futuro más abierto e incluyente.
«Galileo es el padre de la ciencia moderna y una figura destacada en la historia de la Humanidad. Forma parte del pequeño grupo de pensadores que transformaron la cultura occidental, y su choque con las autoridades eclesiásticas es uno de los incidentes más dramáticos en la larga historia de las relaciones entre ciencia y religión. Existen cientos de libros y ensayos sobre Galileo, muchos de gran calidad, pero sus problemas con la Iglesia no siempre son considerados a la luz de lo que realmente sucedió. Nuestro objetivo es porporcionar una relación de los hechos principales sobre Galileo, para que el lector pueda responder por sí mismo las preguntas que suelen plantearse acerca de su proceso».
¿Puede la ética primar en la política? ¿Se puede poner límite a los abusos de poder? ¿Qué papel juegan las opiniones y las pasiones personales en la administración de la polis? ¿Cuáles son los ídolos de los gobernantes? ¿Qué importancia tiene la educación en todo esto? ¿Cómo puede transformarse una institución vendida al mal en otra orientada al bien común? ¿El presente ensayo pretende responder a todos estos interrogantes presentando los contenidos fundamentales de la ética política católica, tal y como ha sido elaborada por el Magisterio Social de la Iglesia.
En esta segunda entrega de su obra Pensamiento posmetafísico, Jürgen Habermas intenta determinar el sentido de la filosofía después de la crisis de su privilegio epistemológico frente a otras disciplinas y tras el cuestionamiento del predominio de la teoría sobre la praxis. Tres grandes temas son abordados en este contexto: el cambio de perspectiva desde las imágenes del mundo metafísicas al mundo de la vida; la relación entre religión y pensamiento posmetafísico, y el papel de la religión en el contexto político de una sociedad postsecular y liberal. En la tendencia hacia la globalización de la economía y de la comunicación digital, las sociedades de Europa, secularizadas en su mayor parte, se topan con movimientos religiosos y fundamentalismos de una vitalidad creciente. Esta circunstancia no solo ha dado otra dirección al debate científico-social sobre la relación de la secularización con la modernización de la sociedad, sino que también plantea nuevos retos a la filosofía. ¿Cómo tendría que entenderse una filosofía que trate la religión no como una figura del pasado, sino como una figura en el presente? En palabras de Habermas, «la filosofía no puede, tampoco en su configuración posmetafísica, ni sustituir ni desplazar a la religión».
«La Iglesia conoce, gracias al Evangelio, la verdad sobre el hombre. Esta consiste en una antropología que la Iglesia no cesa de profundizar y de comunicar. La afirmación primordial de esta antropología es que el hombre es imagen de Dios, que es irreductible a una simple parcela de la naturaleza, o a un elemento anónimo de la ciudad humana. (...) Esta verdad completa sobre el ser humano constituye el fundamento de la Doctrina social de la Iglesia, así como la base de la verdadera liberación. A luz de esta verdad, no es el hombre un ser que pueda subordinarse a los procesos económicos o políticos, sino que esos procesos están ordenados al hombre y sometidos a él». (Discurso inaugural pronunciado por Juan Pablo II en la III Conferencia del CELAM, Puebla, 28 de enero de 1979)