Tradicionalmente, la historia de Israel ha sido escrita por estudiosos de la Biblia. En los últimos años se han añadido un buen número de escritores procedentes de otros campos que han comenzado a poner en duda la historicidad de muchas de las narraciones bíblicas del Antiguo Testamento. Autores como Laughlin, Garbini, Liverani, de Vaux, Dever, Barlet, Thomson, Davies, Yadin, Gitin, Stager, Karageorghis, Mazar, Lemche y otros muchos, revisan la historicidad de los Jueces, el Éxodo, el Reino Unido, La gran Jerusalén de David y de Salomón, el origen de los israelitas, los mitos de fundación, etc. Es un debate histórico, arqueológico e historiográfico, que en ocasiones puede verse contaminado por un trasfondo político, sin duda motivado por los conflictos sociales y de todo tipo que sacuden esa zona del Mediterráneo desde hace siglos.
Si el destino de la Segunda República se decidió en terrenos alejados del religioso, lo cierto es que en él se originó la movilización del cosmos católico y, paralelamente, una sorprendente emergencia de las derechas españolas en un espacio de tiempo muy corto. Tales circunstancias ayudaron a la resurrección política del carlismo, movimiento popular y monárquico, cruce entre tradición y profecía, durante los años 30 del siglo XX. Los tradicionalistas pronto advirtieron que la cuestión religiosa era una polémica sumamente útil para la movilización social, por lo que trataron de utilizarla en su propio beneficio político. Al sentir que su fe se encontraba amenazada durante la República, los carlistas pusieron en marcha una amplia serie de actuaciones y respuestas políticas, sociales y culturales, enfrentándose no sólo a los vencedores del 14 de abril sino también a los posibilistas católicos, combatiendo y debilitando su proyecto accidentalista.
Una nova lectura, fresca i comprensible i sobretot racional, d'una de les nostres figures històriques més emblemàtiques, sant Vicent Ferrer. Un personatge que s'endinsa en el mite i esdevé símbol i, com a tal, intensament manipulat per diferents interessos polítics. Un home que en el seu temps és, per damunt de tot, un predicador apassionat, el portador de la paraula.
Pocos temas son tan actuales como el de la libertad religiosa, que se ve tensionada tanto por el laicismo como por el confesionalismo. La pluralidad religiosa de la mano de los flujos migratorios y la globalización interpelan también a la libertad religiosa. Este libro presenta las claves católicas contemporáneas de la conexión entre la libertad religiosa y la dignidad humana. Para ello, mira primero al concilio Vaticano II, y analiza la declaración Dignitatis humanae y el magisterio de los dos últimos papas, que relacionan libertad con verdad. Atiende después a la dignidad como fundamento de la libertad religiosa, y a la ética social cristiana, para acabar afrontando, desde esta amplia visión, los actuales debates sobre la pluralidad cultural y religiosa, el laicismo y la laicidad.
Las migraciones son una de las realidades más acuciantes con las que nos encontramos: millones de personas atraviesan cada día las fronteras, y las sociedades se van haciendo cada vez más multiculturales. Para afrontar esta situación se plantean en este libro tres factores esenciales. En primer lugar, es necesario preguntarse por los modelos de ciudadanía existentes hasta ahora, con la finalidad de crear nuevas formas de organizar las relaciones entre los seres humanos. En segundo lugar, estudiar las conexiones entre cultura y ética, de cara a plantear la posibilidad de un diálogo intercultural. Por último, revisar el papel de las religiones en la vida pública, por la importancia que tiene la religión para millones de inmigrantes. Actualidad, trascendencia y oportunidad vienen así a sumarse a un debate indispensable, situándose en esta encrucijada desde el horizonte de la fe cristiana.
España es ya una tierra de inmigración. Se calcula que a mediados de este siglo, si la población activa ha de ser suficiente para asegurar las tasas de crecimiento, necesitaremos más de doce millones de inmigrantes. Nuestra situación geográfica hace inevitable que muchos de ellos provengan del Magreb y del África subsahariana. La presente obra analiza un conjunto de materias relacionadas con las necesidades inmediatas que tienen los musulmanes para el ejercicio pleno de su religión: elección de sus ministros o dirigentes religiosos, lugares de culto, prácticas de enterramiento y cementerios, la asistencia religiosa en centros públicos, la observancia del descanso en las festividades, el cumplimiento de las obligaciones alimentarias, o la enseñanza de su religión en las escuelas. Junto con estos temas se analizan otros, de naturaleza religiosa o, en ocasiones, más cultural o tradicional en sus orígenes: el pañuelo islámico y la cuestión de la ablación genital femenina.En definitiva, la investigación que realizan los autores parte de la convicción de que garantizar la libertad religiosa de los musulmanes y respetar su identidad cultural son, además de exigencias del sistema democrático-pluralista, la mejor manera de favorecer la integración social. Y con la fortaleza moral que da tutelar y promover los derechos fundamentales, podrá exigirse, en contrapartida, el respeto por parte de los musulmanes de los valores de nuestro ordenamiento y la exclusión de la violencia.
En la América Latina de los años setenta del siglo pasado surgió el concepto de estructuras de pecado, concretamente en la tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Puebla (México) en 1979. Su recepción eclesial fue complicada. Parece innegable que las estructuras que conforman la convivencia social pueden fomentar comportamientos abiertamente inhumanos y, por lo tanto, ser fuentes de pecado. Ahora bien, resulta difícil delimitar quién es el sujeto de estas estructuras. Unos dicen que las estructuras sociales no son personas, y que por lo tanto no pecan; otros mantienen que las estructuras están conformadas por personas, y que estas personas son las que pecan. Estas discusiones fueron llevadas al sínodo Reconciliación y penitencia, donde se acordó que las estructuras inhumanas pertenecen a la dimensión analógica del pecado, lo cual era algo nuevo en la historia de la Iglesia. Este libro analiza el uso de la analogía en el concepto de pecado; argumenta que existe efectivamente un pecado estructural, cuyo sujeto está constituido por la comunidad presente en aquella institución social que atenta abiertamente contra la vida humana; y analiza también los efectos en los que se reconoce la existencia de un pecado estructural en un sistema social dado.
Documentos episcopales, cartas pastorales, homilías y titulares de periódicos contribuyen a recrear el ambiente de un tiempo en el que las relaciones Iglesia-Estado eran muy diferentes a las actuales. Los recuerdos y comentarios del autor nos ayudan a conocer cómo se vivieron y desarrollaron acontecimientos fundamentales para la vida de España y de la Iglesia española desde 1965 hasta 1985.