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La depresión es un problema de salud pública por su elevada prevalencia, por la discapacidad que supone, por el sufrimiento psicológico que familiares y enfermos padecen, por la pérdida de calidad de vida y, desgraciadamente, por su complicación más temible: el suicidio. Se calcula que el 15% de las personas con depresión grave pueden llegar a fallecer por suicidio. La puerta de entrada para los pacientes con síntomas depresivos se encuentra en Atención Primaria que supone el primer escalón en el diagnóstico y tratamiento de la depresión.