«En 2003, bajo una presión creciente, y porque me sentía cada vez menos adaptado a la atmósfera confinada de esas salas donde todo es artificio, perdí mi voz y mi alegría de vivir. Lo que parecía una catástrofe ?el final de mi carrera al más alto nivel? acabó permitiendo que me encontrara conmigo mismo reencontrándote a ti, árbol. Al borde de mis fuerzas físicas, psicológicas y financieras, fui a visitar el paraje natural de un jefe amerindio en Quebec, último recurso para mí en aquella época. Esta estancia, que debía durar unos días, se convirtió en cuatro meses de pura iniciación.El jefe me ayudó a regresar a lo esencial. Es decir, a la esencia de las cosas. Las primeras palabras que este hombre me dijo cuando llegué fueron: ?Observa la naturaleza, los árboles; todas las enseñanzas están ahí?. Gracias a él, gracias a una perra medio loba y gracias a los árboles de Quebec, aprendí a estar vivo otra vez».
El primer texto de Pierre Michon publicado en castellano desde El origen del mundo (2012) Recoge trece entrevistas publicadas en medios especializados franceses durante los u?ltimos treinta an?os. Michon, uno de los ma?s grandes autores de las letras francesas y europeas de hoy, re exiona acerca de su escritura, sus obras ma?s notables y su concepto de literatura. Una leccio?n magistral sobre el hecho de escribir y sobre las fuentes de la creacio?n. Un libro para leer con el la?piz en la mano.
John Burroughs fue un incansable caminante, un magnífico escritor y un clarividente pensador. Su obra es una de las piezas claves para entender toda la tradición de la nature writing, pues al fin y al cabo él es, junto con Henry David Thoreau, el más importante naturalista norteamericano. Para el poeta Walt Whitman, su íntimo amigo, Burroughs fue el «genuino hombre de los bosques, el único nativo entre los árboles». Y es cierto que era capaz de vivir emboscado en soledad, pero también disfrutaba de irse de acampada con el presidente Roosevelt, podía debatir sobre teología con Ralph Waldo Emerson o emborracharse con Oscar Wilde, discutir sobre el progreso con Henry Ford y sobre poesía con Thomas Carlyle. Para muchos, Burroughs era una suerte de Thoreau en una versión más jovial, cercana y sociable, pero igualmente combativo e irreverente: tal como afirmó sobre sí mismo, prefería «estar al cuidado de unas cuantas cabezas de ganado que ser el guardián del sello de la nación». Por otro lado, ambos hombres compartieron la misma y extraordinaria capacidad para ver el detalle que a los demás se nos escapa, para interpretar el hecho natural y humano desde una lucidez única a medio camino exacto entre la Razón y el Espíritu. Para este libro, los editores de Errata naturae hemos preparado una antología de sus mejores ensayos, todos inéditos hasta la fecha en castellano. En ellos, la naturaleza se enlaza con la filosofía, la observación con la reflexión, la vida salvaje con el pensamiento indómito, la poesía con la ornitología, la infancia con el futuro, el caminante con lo inesperado, lo sagrado con lo cotidiano, los bosques con el Gran Bálsamo, la cabaña con el Último Refugio, el canto de un ruiseñor con las viejas posadas inglesas, los diarios de Thoreau con un tomahawk olvidado y una inolvidable vaca hereford con la cúpula del Capitolio.
A lo largo de nueve capítulos, el autor nos descubre los diferentes aspectos que acompañan a las cartas ?el elemento principal del correo- y las vivencias de los profesionales que las hacen llegar a destino, los hombres y mujeres que finalmente entran al portal de nuestros domicilios para entregarnos las misivas que tanto esperábamos. Repasaremos la evolución de las cartas, los sobres y los sellos. Acompañaremos a los carteros y las carteras en sus largos recorridos. Reviviremos la instauración de los buzones y las oficinas de correos y, finalmente, evocaremos los medios terrestres, marítimos y aéreos que han hecho posible el milagro de transportar nuestras palabras a los lugares más recónditos del planeta.
En ambos sentidos, México es una ciudad que es un país: ¿Ciudad que pertenece a la nación o que exige el nombre del país entero? Ésta no es la historia ortodoxa de una de las concentraciones urbanas más grandes del planeta, sino el testimonio de uno de sus habitantes que la lee en varios momentos de su historia. Al mismo tiempo es una confesión de las pasiones que su devoto ha vivido con ella. Como el autor escribió en otra parte: ?Amar una ciudad es necesario y fatal. Igualmente odiarla, aunque ambas emociones, al mirarse en su espejo, encuentren semejanzas y diferencias. Amar a la Ciudad de México parece una tarea cada vez más ardua. Fácil es caer en la inmediata provocación de repudiarla: aceptar el hechizo de condiciones y medios que facilitan el fugaz abandono del desastre. Sin embargo, tarde o temprano, humillados y ofendidos, convencidos o escépticos, por misteriosas razones regresamos a la imposible, la infiel, la insoportable. La inevitable Ciudad de México, noble y leal a pesar de nosotros. En sus casi siete siglos de existencia, los habitantes y los elementos hemos destruido una y otra vez nuestra ciudad. Con idéntica pasión y energía hemos vuelto a levantarla. No hemos podido acabar con ella, lo cual es prueba de su linaje. Pero también demuestra la casta de sus habitantes, aunque seamos los primeros en negar semejante obligación y privilegio. Cada minuto es una posibilidad para la epifanía: para el asombro de la voz en medio de la ceguera. Nunca como ahora hace falta, en cada uno de nosotros y en nuestros actos en apariencia más humildes, el héroe anónimo que con su acción de cada día consagra, eleva y dignifica nuestro común espacio. Leer la ciudad es defenderla. Vivirla es sostenerla?. Vicente Quirarte (Ciudad de México, 1954) es miembro del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Academia Mexicana de la Lengua y el Colegio Nacional. De sus obras dedicadas a la capital mexicana cabe mencionar: Elogio de la calle. Biografía literaria de la Ciudad de México, Enseres para sobrevivir en la ciudad, Amor de ciudad grande y Fundada en el tiempo. Aires de varios instrumentos por la Ciudad de México. La Editorial Pre-Textos publicó anteriormente sus libros de poesía Como a veces la vida, Nombre sin aire y Esa cosa tan de siempre, así como la antología Ojos para mirar lo no mirado. Los Contemporáneos y las artes plásticas. Su obra incluye además libros de narrativa, teatro, crítica literaria y ensayo histórico. Ha recibido el Premio Xavier Villaurrutia, el Premio de Dramaturgia Sergio Magaña, el Premio 2010 del Instituto de Estudios Históricos de las Revoluciones en México y el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde 2011.
Zbigniew Herbert trabajó durante veinte años en El rey de las hormigas y, no obstante, la obra quedó inconclusa hasta que su editor polaco recopiló los materiales, fragmentos y esbozos para darle la forma que hoy presentamos. En todos los textos, el poeta parece decidido a concederse la libertad de celebrar su amor por la civilización de la Antigu?edad dando nueva vida a los mitos. El resultado es una recreación personalísima, colorida y luminosa de un buen número de personajes de la mitología clásica, algunos conocidos por los lectores y otros injustamente olvidados: en las hábiles manos de Herbert, gracias a la sutileza e ingenio del poeta, Cleomedes, Atlas, Ares, Cerbero, Endimión o Áyax parecen convertirse en nuestros contemporáneos, y sus peripecias, sus destinos y el fabuloso mundo en el que vivieron nos invitan a reflexionar sobre el presente y, muy a menudo, a reír.
El laberinto junto al mar podría llevar el subtítulo «Apuntes de un viaje por Grecia», tal y como aparece en el manuscrito que Zbigniew Herbert entregó a su editor polaco, o quién sabe si el más aclaratorio «En la patria de los mitos», que fue usado como título para una edición alemana, previa y distinta a la que hoy presentamos en lengua castellana. Integran este libro siete ensayos luminosos, reunidos en 1973 por el poeta, que recogen su fascinación por una Grecia cuna de la civilización europea.
Teju Cole es un observador tan perspicaz como emotivo, dotado de una especial sensibilidad para captar la extrañeza latente en las realidades conocidas. El amplio abanico de temas quetrata en los ensayos escritos para diversos medios y reunidos en este volumen atestigua la riqueza de sus intereses, que versan desde la política hasta los viajes, pasando por la fotografía, la historia o la literatura. «Hay otro libro posible que incluye todo lo que no aparece en éste [?] tal vez tendría un tono más crítico, sería más analítico e incluiría juicios más argumentados. Pero este libro que el lector tiene entre las manos, aunque reúne todos esos elementos, prefiere la epifanía». La lectura de estos textos, persuasivos y desafiantes a un tiempo, nos brinda la oportunidad de observar el mundo desde perspectivas insólitas y descubrir cosas nuevas en el más cotidiano de los paisajes.
Un hallazgo inesperado con el que celebrar el 20.º aniversario de la concesión del Premio a José Saramago. «Eran días de hace veinte años, eran días de hoy. El autor diciéndose de nuevo en Lanzarote, las palabras saliendo a borbotones, mes a mes, un año entero, ese año.»Pilar del Río Fruto de un hallazgo fortuito en el archivo de José Saramago, este libro es el último de los diarios personales que el escritor portugués dejó escrito y que se quedó, como declara el propio autor, «agarrado al disco duro del ordenador.» En sus páginas, que recorren día a día la vida de José Saramago durante 1998, hay apuntes personales, sí, pero sobre todo hay reflexiones e ideas sobre su postura cultural y ética. Ahí radica, sin duda, su excepcionalidad: en ellas el lector descubre que la manera de entender el mundo de Saramago -siempre desde la perspectiva del ser humano, siempre desde la sensibilidad hacia los desfavorecidos, los vulnerables, los oprimidos por el sistema- es hoy más necesaria, más urgente que nunca. Su voz nos llega invariablemente viva porque, como él intuía, el tiempo es una tira elástica, y estar cerca o lejos solo depende de la voluntad. Cuando se cumplen veinte años desde la concesión del Nobel, ve la luz este diario -tal como José Saramago lo dejó escrito- junto con las cuatro conferencias que impartió en 1998, un año que cambió para siempre la vida y la obra del autor. La crítica ha dicho sobre el autor y su obra:«Un hombre con una sensibilidad y una capacidad de ver y de entender que están muy por encima de lo que en general vemos y entendemos los comunes mortales.»Héctor Abad Faciolince «El José Saramago que escribió y reflexionó hasta el final de su existencia era un transgresor; transgresor en la literatura, en la vida y ante las normas de conducta marcadas por la burguesía.»Yanet Aguilar Sosa, El Universal «Hay que saludar este regreso de Saramago, siempre excepcional escritor, a su realismo inicial, y animarle a que siga por este camino...»Rafael Conte, Babelia (sobre Las pequeñas memorias) «El tono siempre filosófico de Saramago alcanza en Todos los nombres una nitidez y un despojamiento que permite hablar de una voluntad de indagación metafísica [...]. Saramago ha hecho un relato denso, pero no aburrido; es exigente en sus metas, pero su trama no permite que desfallezca la atención.»Santos Sanz Villanueva, El Mundo (sobre Todos los nombres) «Saramago es un gran narrador y rara vez escapa al criterio de mantener en vilo al lector...»Jordi Gracia, La Vanguardia (sobre Todos los nombres) «Probablemente la obra más soberana y feroz de su indiscutible bibliografía narrativa... Se ha ganado no sólo la admiración sino también el respeto de todo buen lector por su constante superación de lo ya conseguido, libro tras libro...»Robert Saladrigas, La Vanguardia (sobre Ensayo sobre la ceguera)
Una nueva edición ampliada y con textos inéditos de este volumen que compila la obra ensayística de Jaime Gil de Biedma. Además de uno de los mejores poetas españoles del siglo XX, Jaime Gil de Biedma fue un extraordinario prosista, y un crítico literario lúcido y valiente. Con el título de El pie de la letra y en 1980, el propio poeta publicó la primera edición de sus ensayos reunidos, ordenándolos en una secuencia que en realidad constituye una autobiografía intelectual. Desde la formulación, en sus años de aprendizaje, del programa estético con el que pretendía fundamentar su propia poética, el recorrido llega hasta su madurez, cuando fue poco a poco dejando de escribir poesía pero siguió cultivando la crítica con gusto y riesgo. Dueño de un estilo siempre memorable y capaz de abordar todos los ámbitos de la experiencia literaria y vital, Gil de Biedma estudia aquí a maestros como lord Byron, Baudelaire, T. S. Eliot, Jorge Guillén o Luis Cernuda, saluda a contemporáneos como Carlos Barral, Claudio Rodríguez o Juan Marsé. También describe la Barcelona nocturna de su época, recuerda sus años de juventud en Oxford o nos relata una visita a Picasso en su casa del sur de Francia, sin dejar nunca de guiarse por el lema que acuñó para sí mismo: «quien por placer no lea, que no me lea». Esta nueva y definitiva edición, anotada y prologada por Andreu Jaume, incorpora, además de los ensayos ya añadidos en la segunda edición de 1994, muchos textos dispersos, algunos nunca recogidos en un volumen y otros estrictamente inéditos, que vienen a cerrar la obra de un intelectual imprescindible. Reseñas:«El pie de la letra es un libro maravilloso que publicó en vida su autor. La primera edición es de 1980 y la sacó Crítica. Luego llegaron otras, pero esta de ahora ordena, anota y clasifica con atino los ensayos del poeta y su editor los sitúa, tantos años después de ser publicados, en la estantería que merecen.»Manuel Mateo Pérez, El Mundo «En 1966, el poeta se encuentra con el artista y escribe el retrato más certero y agudo que jamás se ha hecho del autor del "Guernica" [...]. Sea como fuere, estamos ante uno de los retratos más agudos y mordaces del maestro intocable.»Peio H. Riaño, El Español «Es la forma de contar de Gil de Biedma, su divertido, en ocasiones, modo de ver las cosas, la vida, el arte, lo que anima a emprender la lectura y seguir su curso con placer, a veces memorable.»Elvira Huelbes, Cuarto Poder «Tenemos por fin los ensayos completos de Gil de Biedma que conforman un testimonio crítico y humano de excepcional valor.»José Abad, Europasur