Prosa: no ficción



VOCES REUNIDAS . P (PORCHIA, ANTONIO)
Aunque su tierra natal fue Italia, Porchia (1885-1968) vivió desde los 17 años en Argentina. A lo largo de las décadas, su profunda experiencia humana se fue decantando en breves sentencias a las que llamó ´Voces´. Cuando por fin se decidió a publicar una

HUSOS. NOTAS AL MARGEN. (MAILLARD, CHANTAL)
Si los ´Diarios´ de Chantal Maillard son, como ella los definió, una obra en marcha que terminaría al tiempo que su capacidad de observarse, ´Husos´ se presenta a un tiempo como método y como aplicación del mismo. La existencia no es otra cosa que el movi

ADVENIMIENTOS (JIMÉNEZ LOZANO, JOSÉ)
Estas páginas recogen, tras los cuatro volúmenes anteriores de los que sólo de manera muy amplia podrían llamarse "Diarios", y más bien "Cuadernos" del autor, las notas posteriores a 1998, que era el año en que concluían las que componen los Cuadernos de letra pequeña. Pero van aquí solamente las tomadas desde finales de 2001 a todo 2004, y no las que corresponderían a 1999, 2000 y la mayor parte de 2001, años en los que no debieron de tomarse o desaparecieron. El nombre de "Advenimientos", bajo el que se publican las que aquí van, es el de la cartela que llevaba el atado de los últimos cuadernos de 2001, "Adviento y advenimientos", significando con una pequeña ironía que en esos cuadernos se trataba de lo que "había advenido" o sucedido ya en torno al tiempo otoñal y litúrgico del Adviento. Por lo demás, lo único novedoso en esta serie de notas es que se ha conservado en ellas algunos de los poemas escritos en los mismos cuadernos de donde han sido extraídas. El propósito de este volumen es el mismo que el de los anteriores: el que estas pequeñas notas le sirvan al lector para sus propios pensamientos y sentires. Es decir, le "advengan".

LA RAZÓN Y OTRAS DUDAS . M (MATEOS, JOSÉ)
Libro inclasificable y raro, La razón y otras dudas tiene algo de novela, de ensayo filosófico y de diario. Aunque el principal ingrediente que encontraremos en sus páginas es esa poesía abierta y natural que canta el asombro de estar vivos y las incertid

LA DESESPERACIÓN DEL TÉ . (27 VECES PEPÍN BELLO) (MARTÍN OTÍN, JOSÉ ANTONIO)
Sumergidos en la densidad del humo, atizado el ánimo por la teína, los compinches vivían las atardecidas en la mejor habitación de la Residencia de Estudiantes, la de Juanito Vicens, un zaragozano devoto de la imagen de Santa Liberata. Sucedía más continuadamente en las segundas mitades de los meses, cuando el bolsillo de la tropa flaqueaba. En la esquina de la bruma brillaba un faro como una voz: contaba historias Federico García Lorca. Apostillaban los demás; Pepín Bello, al revés del mundo, le daba ideas a Federico para que el genio levantara torres de palabras. Pepín luego las recordaba todas y, con su misma entonación, las repetía. Dalí aspiraba el humo; a Buñuel, dentro y fuera de la congregación, le contaban luego lo charlado. Hinojosa, residente virtual, viajaba al embeleso, mecía Federico. Y Moreno Villa. Y Emilio Prados a punto de volver a Málaga. Y Alberti transeúnte. Los demás. Todos juntos. A esas reuniones vivas de poetas muertos les puso nombre Federico: “la desesperación del té”. Y Pepín Bello levantó acta. Este libro es el acta de esas reuniones y de muchas otras vividas al aire de dos siglos. La historia de Pepín Bello: las historias de Pepín Bello contadas en 27 veces; Pepín no vio el final pero leyó el principio. Y lo bendijo.

EL BAILAOR DE SOLEDADES (DIDI-HUBERMAN, GEORGES)
Se trata en este libro de mirar y de describir filosóficamente a un gran bailaor, Israel Galván; también de reconocer en su arte contemporáneo un arte de "nacimiento de la tragedia"; de escuchar su ritmo y de reconocer en sus palabras –por lo menos en tres de ellas: la jondura, el rematar y el templar– grandes conceptos estéticos que la estética occidental ignora todavía. Didi-Huberman parte de las soledades del barroco y las soleares del flamenco para concluir en que Israel Galván, cuando baila, nos “ofrece sus propias soledades, como otras tantas paradojas”, de tal forma que su soledad sonora llegue a cada una de las nuestras. La lectura atenta de San Juan de la Cruz y de José Bergamín, así como de cuanto han dicho sobre el toreo Antonio Ordóñez o Pepe Luis Vázquez; pero también las enseñanzas de la filosofía de Nietzsche, Bataille o Deleuze, como la estética de Eisenstein permiten al autor de estas páginas dirigir la mirada hacia esa forma de expresión “humilde, lacónica y de inocente temeridad” que es el baile de Israel Galván. Y es que, como bien dice Didi-Huberman: “Galván baila como respira, aunque a veces nos preguntemos si no se le para el corazón en el fondo de un remate”.

EL CUENTO DE SIEMPRE ACABAR . AUTOBIOGRAFÍA Y MEMORIAS (FRAILE, MEDARDO)
Las memorias que se escriben en la vejez, al borde del abismo, acarrean siempre el último disgusto de la vida, pero escribirlas a los veinte años sería prematuro. Siendo el autor joven, cuando un día se encontraba afligido por algo o por alguien, un gran poeta le aconsejó que “no se enterase”. Él trató de hacerlo, pero se sentía muy incómodo, como flotante, porque el cuerpo le pedía lo normal, alegrías y tristezas, las dos cosas, cada una a su tiempo, y llegó a la conclusión de que, si aquel poeta escribía buenos versos era, sin duda alguna, porque “se enteraba”; a un escritor le resulta muy difícil no enterarse aunque, con alguna frecuencia, tenga que compartir su vida con gente que no se entera. Las memorias estrictamente autobiográficas –una tercera parte de este libro– no suelen molestar a nadie, porque les informan de algo que no les afecta, pero las otras, las del tiempo compartido por todos, pueden dar satisfacciones o hacer daño. El autor no es partidario de extremos –salvo en el trabajo–, porque su vida ha estado inmersa en extremismos, y le dan dolor de cabeza las genialidades delirantes en cualquier campo; prefiere y admira la genialidad humanísima de Cervantes, al alcance de todos, y es superfluo añadir que estas memorias no son más que una mínima parte de los múltiples testimonios de una época parecidos o dispares, y que el autor ha intentado ser tan justo y piadoso como le permitía su naturaleza y la parcela de verdad que le corresponde y le debe al lector, y no pretende haber dicho la última palabra, ni la penúltima.