La amenidad y la hondura de esta Historia ilustrada del mundo recuerdan el efecto tonificante de los álbumes familiares que se hojean para evocar lo que realmente importa en la vida. Ciertamente, no es un obituario al uso. Con el respeto que se merecen los muertos, esta obra inclasificable ?sin duda ambiciosa en tanto que se debe al rigor técnico narrativo y a la novelería socarrona que fragua en la memoria? escarba a conciencia en los dominios de la intrahistoria. Lo hace a pasitos cortos, con mirada comprensiva, para recrear sucesos de la más anodina cotidianidad como si fuesen extraordinarios, y viceversa. Estos hechos nos remiten a la existencia de unas cuantas personas reales ?ya desaparecidas?, ciudadanos normales y corrientes que, sin saberlo, se debían a la misma suerte de destino que engrandece a los personajes literarios. «Libro espléndido: de tipos, de atmósfera, de lenguaje. Contiene gracia a raudales, sabiduría literaria, potencia narrativa, esa voz tan difícil de conseguir en que se conjugan humor y verdad, memoria y certeza, creando un discurso que se sigue con fascinación. He disfrutado de todas estas historias como si en cada una de ellas se concentrase una novela singular, irrepetible?» José María Merino Anelio Rodríguez Concepción (Santa Cruz de La Palma, 1963). Entre sus obras destacan los libros de cuentos La Habana y otros cuentos (2ª ed. 1996), Ocho relatos y un diálogo (Premio Ciudad de Santa Cruz de Tenerife, 1993), El perro y los demás (Premio Tiflos, 2004) y El león de Mr. Sabas (2004). Además, tiene publicados el bestiario Relación de seres imprescindibles (1998), la novela La abuela de Caperucita (2008) y el estudio antropológico e historiográfico La tradición insular del tabaco (2016). Algunos de sus relatos han sido traducidos a otras lenguas e incluidos en diversas antologías publicadas dentro y fuera de España. Entre 1995 y 2005 dirigió la revista La Fábrica (Miscelánea de Arte y Literatura). Doctor en Filología Hispánica, trabaja como profesor de Lengua y Literatura en su ciudad natal.
El Triunfo contiene una demostración real y no ficticia de la libertad, del Estado de derecho y del capitalismo, que al final del libro se formulará como «la verdad práctica». La forma de la exposición es literaria, con un contenido filosófico, que deja
Como en el cuadro de Hans Baldung, emblema y tema de este libro, la serpiente tentadora simboliza, en la finísima lectura que Mario Praz hace de nuestra imbricada tradición, la región más oscura del alma humana de la que surgen la melancolía, las perversiones, la neurosis, las fantasías aberrantes y los monstruos. A partir del Romanticismo, todos estos motivos hermanan a una legión de artistas, desde Fu?ssli y Poe, los prerrafaelitas, John Ruskin y Walter Pater, hasta J. A. Symonds, Vernon Lee, Walter de la Mare, D?Annunzio, Rodin y Proust. El apabullante conocimiento de la literatura y la iconografía que posee Praz le permite desvelarnos las sutiles afinidades entre todos estos creadores e iluminar esa zona de la psique que los hermanó y que no por oscura nos resulta más ajena. Una obra monumental que completa la labor crítica e historiográfica iniciada en el clásico La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica, también publicado en esta editorial.
Desde la desgarradora carta que escribe Virginia Woolf antes de suicidarse hasta la receta de los scones de la reina Isabel II, que envía al presidente Eisenhower; del primer uso del acrónimo O.M.G. del que se tiene constancia en una carta a Winston Churchill al llamamiento a mantener la paz que Gandhi dirige a Hitler; y de la bonita carta en la que Iggy Pop da consejos a una atribulada y joven admiradora a la extraordinaria misiva en la que Leonardo da Vinci solicita empleo, Cartas memorables es una celebración del poder de la correspondencia escrita que capta el humor, la seriedad, la tristeza y la genialidad que forman parte de nuestra vida.
Francisco de Quevedo (nacido como Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos en Madrid un 14 de septiembre de 1580 y fallecido en Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, un 8 de septiembre de 1645) es uno de los escritores más destacados y singulares de la literatura española. Exponente inequívoco de la literatura y el pensamiento del Siglo de Oro, Quevedo fue, en palabras de Gerald Brenan «el único de los escritores de su tiempo que optó por el penoso camino de vivir el presente y de prevenir a sus compatriotas con una larga serie de sátiras y denuncias de la ruina que les aguardaba». Su temperamento cáustico, su humor atrabiliario y la peculiaridad de su estilo hizo que en su época (el tiempo de Cervantes, Lope de Vega y Góngora) no gozara de gran popularidad. Ironías de la vida, el futuro, que él siempre vio negro, le reservó un rincón importante de la inmortalidad. A esa inmortalidad le llevaron ciertamente obras en prosa como «El Buscón» y «Los sueños», o poemas como la letrilla «Poderoso caballero es don dinero» o el «Salmo XVII» («Miré los muros de la patria mía »), pero a esas obras les hacen compañía en el eterno tiempo de los clásicos el jolgorio de toda su poesía satírica completa, la bilis de sus opúsculos, como el que escribió contra la canonización de Teresa de Jesús («Su espada por Santiago»), la perpetua mofa y befa del estilo gongorino («La culta latiniparla») o este «Gracias y desgracias del ojo del culo» que sujetas en las manos, que miras y que te mira, y que hemos dado a la imprenta en una edición limpia de cascarrias, higiénicamente ilustrada por José María Lema y con un prólogo hecho al ojete por José Luis Cuerda. Una edición pensada especialmente para el lector sin escrúpulos del siglo xx.
Lo que estos cronistas escriben es crónica pero también es literatura, porque miran la realidad desde distintos puntos de vista para ofrecer un relato que nunca será igual a otro. Y aunque no se trata de ficciones, los instrumentos utilizados son los de la ficción. Son periodistas literarios porque el tono de lo que escriben no responde necesariamente al que obliga a quienes redactan una noticia.
«Un buen viajero es aquel que no sabe adónde va, y un viajero perfecto es aquel que no sabe de dónde viene.» Este aforismo es el resumen más idóneo de La metafísica del ping-pong. Porque cuando se toma por vez primera la raqueta no se sabe adónde puede llevar la pasión por este deporte, pero sobre todo no se sabe que se ha emprendido un periplo iniciático al descubrimiento de uno mismo. A lo largo de este viaje de perfeccionamiento deportivo y metafísico, Guido Mina di Sospiro no sólo se ha enfrentado a toda clase de adversarios, y ha afinado su técnica, táctica y estrategia, sino que ha conocido la importancia de dejarse guiar por un maestro. Gracias al ping-pong y en pleno fulgor del juego, ha aprendido la lógica no lineal, la estrategia de Sun Tzu; ha redescubierto a Carl Gustav Jung y ha consultado el I Ching. Y naturalmente, siguiendo su «estado de gracia» místico-deportivo, se ha divertido mucho y continúa haciéndolo. «El libro que es al tenis de mesa lo que Open es al tenis.» Vanity Fair «Único en su género y, precisamente por eso, aún más maravilloso: una obra maestra.» Press Association «Una introducción perfecta a la gran historia de la búsqueda, por parte de la humanidad, de la claridad filosófica.» Publishers Weekly «En su aventura, integral y global, física e intelectual, Mina di Sospiro juega de un modo genial con Sun Tzu, Aristóteles, Henry Miller, que jugó con Bob Dylan, y Arnold Schönberg, que jugaba con Gershwin.» The Times «Erudita, experimental y adictiva, una obra que innova en la escritura deportiva. La metafísica del ping-pong es una iniciación a una existencia visionaria.» Daily Grail «Una guía fascinante sobre el misterio, el arte y la práctica del ping-pong.» Eric Idle, de Monty Python
Tal vez ahora comprendemos que es verdad lo que nos dijo el poeta: no hay que llorar por el esplendor en la hierba porque la belleza solo permanece en el recuerdo. Y esa belleza es la que se guarda en estas páginas. Este libro bellísimo es todo él un
¿Podemos seguir llamando ciudades a lo construido durante los dos últimos siglos de industrialización? Megalópolis y tecnópolis proliferan hoy en nuestro mundo, borrando los límites internos y externos sobre los que históricamente se ha construido la ciudad. Junto a la multiplicación de infraestructuras urbanas de transporte, energía o telecomunicaciones, megatugurios, slums, campos de refugiados, poblados de chabolas, ciudades rodantes y otros asentamientos precarios y provisionales han terminado por convertirse en las construcciones más generalizadas de nuestra era industrial
Reflexiones y experiencias de un jefe de policía es un libro de fácil lectura, lleno de referencias cultas y amenas, sobre un conjunto de conceptos éticos y profesionales tales como la vocación, la autoestima profesional, la co-operación, la comunicación, las nuevas tecnologías, la inteligencia criminal y de seguridad, entre muchos otros. La larga experiencia, de gestión y operativa, del autor, puesta aquí de manifiesto, puede servir de reflexión a cuantos se encuentren en proceso de formación como líderes de cuadros de mando policial.
La otra gran novela de Pontoppidan (que muchos críticos prefieren a Per el afortunado) donde el premio Nobel danés aborda, con el telón de fondo de la modernidad en Dinamarca, la angustia personal de un pastor de la iglesia en la encrucijada de las luchas sociales en el medio rural y la aparición de diversos caudillos y mesianismos.