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Cuando en agosto de 1914 Europa enloqueció, nadie aún parecía creer que el mundo se viese empujado a una catástrofe. La mayor parte de los ciudadanos de las naciones que iban entrando en la guerra, y que se reunía en calles y plazas mostrando su alegría y patriotismo, pensaba que el conflicto no se extendería mucho más allá de la Navidad y daba por hecho que la victoria llevaría por fin a terminar con todos los conflictos bélicos. Los hechos se encargaron de demostrar que estaban terriblemente equivocados. La guerra duró cuatro años con un grado de destrucción desconocido hasta entonces. Fueron años en los que, una tras otra, las naciones europeas se sumaron al bando que más les interesaba, salvo una pequeña minoría que supo o pudo permanecer neutral como España, en un conflicto que, debido a la existencia de colonias de los contendientes en los cuatro puntos cardinales, de inmediato extendió su horrible mancha de destrucción y muerte por toda la Tierra.
A los 23 años de edad, Manfred von Richthofen, miembro de una tradicional familia terrateniente prusiana, fue convocado para luchar en la guerra como oficial de caballería, un puesto de reconocido prestigio en un conflicto que había arrastrado a millones de soldados anónimos a empantanarse en inhóspitas trincheras, donde tuvieron que convivir con el acoso de las ratas y la amenaza de los gases letales, padeciendo un sinfín de enfermedades. Lo que Richthofen no esperaba era encontrar a su distinguida unidad de caballería relegada a un segundo plano, a raíz del surgimiento de las ametralladoras y los potentes cañones de artillería, que anularían cualquier posibilidad de movimiento. Su ilusión de vivir una inolvidable aventura y regresar a casa con el uniforme cargado de medallas se desvaneció junto con su orgullo, al ser trasladado al cuerpo de señales, donde pasaría los días tendiendo cables y cogiendo el teléfono. Lejos de resignarse, Richthofen trató de encontrar un lugar que pudiera proporcionarle la acción que tanto anhelaba y en pocos meses pasaría de ser un oficial de caballería común a convertirse en la mayor leyenda del combate aéreo hasta el día de hoy. Escrito con un estilo fluido y de amena lectura, este libro biográfico también detalla jugosas anécdotas de su vida, curiosidades del conflicto, y hace una reconstrucción de sus célebres combates, además de un interesante análisis acerca de la polémica creada en torno a su muerte suceso considerado como uno de los misterios más intrigantes de la Primera Guerra Mundial. Conozca el veredicto del autor, fundamentado en testimonios, documentos de la época y dictámenes científicos; desmontando versiones fantasiosas, corrigiendo equívocos y dando luz a muchos documentos traducidos al español por primera vez. El lector conocerá al detalle los aviones pilotados por el Barón Rojo, sus combates aéreos y el desarrollo de toda la trayectoria del piloto más exitoso de la Primera Guerra Mundial... Sus compañeros, sus rivales, todos los partes de combate escritos por el propio Richthofen, y todos los aviones que pilotó y derribó, ilustrados en exclusiva para esta edición por el célebre Bob Pearson.
Este libro recoge cinco relatos: Las identidades de Ogilvy, El amante de los objetos, Cura de reposo, Fräulein Schwartz y En las montañas, que tienen como nexo común unos personajes perturbados por las circunstancias que les ha tocado vivir. Con La Primera Guerra Mundial como telón de fondo, algunos personajes vivirán el momento histórico como algo liberador, mientras que para otros supondrá el desmoronamiento de sus vidas. Radclyffe Hall se mueve entre lo costumbrista y lo fantástico creando insólitas atmósferas que precipitarán los acontecimientos sobre los protagonistas.
España en la economía mundial constituye la reconstrucción de la contabilidad nacional durante más de un siglo y medio, entre 1850 y 2015, y la síntesis de sus resultados. Forma una descripción estadística de la estructura, la dinámica, las tendencias y las variaciones coyunturales de los principales agregados de la economía española, especialmente del Producto Interior Bruto (PIB), el dato más relevante para el análisis. Las series largas, a contar desde 1850, están basadas en la aplicación del Sistema Europeo de Cuentas de 1995 (SEC 1995), a su vez consistente con el Sistema de Cuentas Nacionales de 1993 (SNA 1993) de Naciones Unidas. Para el período más reciente, desde 1995 en adelante, se ha añadido una segunda estimación de acuerdo con el nuevo SEC 2010. Durante el conjunto del período analizado, desde 1850 hasta la actualidad, el crecimiento del PIB de España fue del 2,27 por ciento anual y el del PIB por habitante del 1,56, un ritmo muy semejante al del conjunto del continente europeo. En el primer siglo, España creció poco y consiguió una expansión inferior a la media de Europa Occidental. En cambio, en los últimos sesenta y cinco años el crecimiento fue mucho mayor, con tasas que duplicaron las de aquel primer intervalo y superaron algo del conjunto del continente. Los mejores años de la historia fueron los que separan 1960 de 1973, época de auténtico milagro económico español. El fenómeno tiene mucho en común con las demás economías de la Europa mediterránea. Otro período de crecimiento importante, desconocido por la historia económica hasta ahora, es el que abarca los años 1919-1929. España creció fuertemente entonces gracias al gran impulso recibido de la explotación de los recursos hidroeléctricos y pudo disponer de un gran volumen de divisas, consiguiendo un importante incremento de las importaciones de bienes de equipo y de la inversión privada y pública. Las otras dos etapas de gran expansión fueron 1985-1992 y 1997-2007. Con todo, las series largas del PIB desmienten el tópico de una presunta bonanza extraordinaria en 1997-2007 porque en los mismos años se registró un enorme aumento de la población por causa de la inmigración masiva. La tasa de aumento del PIB per cápita de esos años es más baja que en el conjunto de 1950-2014. También es nueva la comprobación de que entre 1914 y 1919 el PIB creció muy poco y el PIB per cápita aún menos, tan solo un minúsculo 0,33 por ciento anual. La supuesta expansión causada por la neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial resulta desmentida. También se corrige otro tópico muy arraigado, según el cual España no estuvo especialmente afectada por la Gran Depresión de los años 1930. Lo cierto es que la evolución del PIB de 1929-1935 no registra prácticamente ninguna mejora, mientras que el PIB per cápita disminuyó en un 1,30 por ciento anual. La etapa más negativa de la historia, en términos de variación interanual, se reconoce en el tiempo reciente, desde 2007 a 2014. Nunca antes, salvo en etapas de guerra, el ritmo del PIB y del PIB per cápita había sido tan contrario a la prosperidad general. A diferencia del crecimiento acompasado entre producción y productividad que había caracterizado a la economía por más de ciento cuarenta años, en los veinte que separan 1994 de 2014 ambas series se muestran en España completamente discordantes. El crecimiento del PIB en la mal llamada década prodigiosa estuvo acompañado del estancamiento de la productividad. Desde 2007, el PIB ha sufrido una notable caída, con posterior estancamiento y leve reacción final, a la vez que se registraba un robusto incremento de la productividad, salvo en 2014 en que vuelve a reducirse. La tasa de inversión se mantuvo en niveles bajos hasta mediados del siglo XX, salvo en los años de impulso de 1898-1913 y de 1920-1930. En cambio, el ascenso en 1951-1974 fue continuo y robusto. Se trata de un cuarto de siglo decisivo para la modernización económica de España, aunque el primer decenio podría considerarse de recuperación, tras la Guerra Civil y la etapa de la autarquía, y solo a los años posteriores les cabría la consideración de generadores de un nuevo y muy importante crecimiento. Desde el comienzo de la crisis del petróleo de 1974-1985, se ha asistido a un auténtico derrumbe de la formación bruta de capital hasta solo un 19,78 por ciento del PIB en 2014, el porcentaje más bajo de los últimos sesenta años. Las nuevas estimaciones proporcionan una imagen muy clara de la evolución relativa de los siglos XIX y XX. La trayectoria de la economía española fue poco dinámica en comparación con los avances de la industrialización en los países desarrollados de Europa en el siglo XIX. Pero entre 1913 y 1930 el nivel económico de España mejoró con gran claridad con relación al resto del continente. Con la Guerra Civil de 1936-1939, la autarquía y la ausencia de reconstrucción económica posterior, se reanudó la caída relativa. En 1960 se llegó al mínimo histórico con tan solo un 4,18 por ciento del PIB de Europa Occidental. Por el contrario, el período 1960-1975 registra una expansión muy intensa que conlleva la mayor elevación de la participación de España en el PIB de Europa Occidental. Entre 1975 y 1985, la parte española del PIB de Europa Occidental se mantuvo esencialmente estable, y desde 1986 volvió a crecer para caer a partir de 2007. Se registró una clara convergencia económica real con la media de Europa hasta 1975, seguida de divergencia en los quince años posteriores. Un nuevo acercamiento al promedio europeo, menos intenso, tuvo lugar a partir de 1986 para dejar paso a una clara estabilidad en 2000-2007 y a un nuevo alejamiento desde entonces. El balance global es de fuerte convergencia económica con Europa a partir de 1960. Si la comparación se efectúa con el conjunto de la economía mundial, se alcanzan algunas conclusiones importantes. La parte del PIB mundial que suponía la economía española creció en la segunda mitad del siglo XIX, de modo que se superaron claramente los niveles macroeconómicos de 1820, con lo que se consumó la recuperación tras la crisis del Antiguo Régimen. Esta modesta expansión colocó a España entre los países que, sin conseguir el liderazgo en la modernización, tampoco quedaron atrasados con respecto al conjunto de la economía mundial. La fracción del PIB universal lograda por España en 1913 coincide exactamente con la de 1870, marcando un ritmo de crecimiento idéntico al del conjunto del mundo en ese intervalo. La evolución que lleva de 1913 a 1950 es comparativamente bastante negativa, por causa de la Gran Depresión de los años 1930 y, mucho más aún, por la Guerra Civil de 1936-1939 y la cerrada autarquía del primer franquismo. En cambio, desde 1950 a 1973 España creció a un ritmo muy superior al que alcanzara el conjunto del mundo. Entre 1973 y 2001 se registra una pérdida relativa con respecto al total mundial, pese a que el PIB real de España se habría prácticamente doblado entre esas dos fechas. Las series largas para la economía de España muestran con toda claridad que el país nunca en su historia estuvo por debajo de la media mundial del PIB per cápita. Eso significa que jamás conoció una situación de pobreza, lo que demuestra que el concepto de subdesarrollo no es aplicable a ninguna de sus etapas históricas. España figuró siempre en el grupo de países más desarrollados, aunque no en posiciones de liderazgo o de avance sobresaliente.
La primera guerra mundial, o Gran Guerra como la denominaron los coetáneos, fue un cataclismo global que produjo desajustes económicos, desazón social y un aumento de la militancia ideológica que socavó las bases del liberalismo europeo. El conflicto provocaría el desmenuzamiento de la Europa central, el auge del movimiento obrero revolucionario y el comienzo de la decadencia europea. La guerra llevó a una ruptura total del mundo conocido hasta entonces, y en el orden moral afectó a toda una generación que tendría un papel destacado en el desencadenamiento de la segunda guerra. El autor, basándose en archivos de diferentes países, se mueve más allá de la narración estrictamente militar y ofrece un complejo lienzo del impacto del conflicto: estratégico, político, social y cultural. Abordando los complejos orígenes de la guerra, posteriormente cubre el desarrollo del sangriento conflicto, la visión «desde arriba» pero prestando atención a la visión humana con el aporte de nuevos testimonios de la «guerra de los soldados». Esta obra de alcance global muestra cómo un conflicto entre potencias europeas arrastró a sus imperios coloniales y afectó a Japón, China, el Pacífico, África, el Imperio otomano y Estados Unidos. Una obra amena e indispensable para conocer el que ha sido definido, de forma certera, como «el acontecimiento más trascendental del siglo XX».
En agosto de 1914, ante el inicio de la Primera Guerra Mundial, el rey Alfonso XIII declaró fuera de la ley a todo aquel que realizara abiertamente proselitismo en favor de alguno de los bandos contendientes. Sin embargo, la medida fue considerablemente ineficaz, puesto que la opinión pública se fracturó en diversas corrientes que llenaron de tensión el espacio público español. Los cines cerraban para evitar peleas. Los intelectuales se enzarzaban en polémicas insólitas, de una violencia inusitada. Algunos políticos y escritores fueron agredidos en la calle repetidas veces.
La primera guerra mundial resultó un conflicto desconcertante para sus protagonistas y lo sigue siendo en buena medida para los historiadores. Lo que debía ser un guerra con botines imperiales y enfrentamientos relámpago, se convirtió en una carnicería sin sentido, con millones de hombres exterminados mediante una atroz mecanización bélica. La mayoría de los estados implicados acabaron arruinados, e incluso los nominalmente ganadores se vieron irreparablemente afectados. El botín se demostró infame y el recuento final de víctimas terrible, aun en comparación con las cifras de veinte años después. Este magnífico libro propone una concisa, clara y audaz aproximación a un acontecimiento histórico esencial para entender el siglo XX.
Hospital de guerra Craiglockhart, Escocia, 1917, donde el psiquiatra del ejército William Rivers está tratando a soldados traumatizados por la guerra. Bajo su cuidado se encuentran los poetas Sigfried Sassoon y Wilfred Owen, así como el silencioso Billy Prior, que sólo es capaz de comunicarse por medio de lápiz y papel. El trabajo de Rivers es hacer que los hombres a su cargo vuelvan a estar lo suficientemente cuerdos como para luchar. Sin embargo, cuanto más se acerca a reparar las mentes de sus pacientes, más difícil se vuelve cada decisión de enviarlos de nuevo a los horrores del frente... Regeneración es la exploración clásica de cómo los traumas de la guerra brutalizaron a una generación de hombres jóvenes.