" Amnesia política, partitocracia, posfranquismo... " en los últimos años se escucha con frecuencia que esta es la verdadera realidad de lo que ha dado en llamarse el régimen del 78. Sin embargo, durante varias décadas predominó la idea de que, con la vigente Constitución, fruto del consenso de la Transición, se había dado un gran paso para superar muchas de las lacras que aquejaban históricamente al país. Una Constitución que permitió la construcción de un Estado social, la creación de un verdadero sistema de derechos y libertades y una descentralización equiparable a la de cualquier sistema federal, además de propiciar nuestro más largo período de estabilidad democrática. Sin soslayar todo lo que es mejorable o queda por hacer, que también se aborda en las páginas de este libro, Roberto L. Blanco Valdés desmiente en él esas visiones negativas interesadas o ingenuas, y presenta un documentado análisis del estado de la democracia española y una elocuente vindicación de la que, a día de hoy, ha demostrado ser la mejor España de nuestra historia.
En este libro urgente y polémico se pone en cuestión la posible supervivencia de la Constitución de 78 como instrumento capaz de garantizar la convivencia democrática en España. Su ciclo ha terminado.El constitucionalista Javier Pérez Royo y el analista político Antón Losada unen fuerzas para someter a una discusión sin líneas rojas cuál es la situación actual, por qué el deterioro es tan grande, y a dónde nos conduce el inmovilismo. Porque concluyen que ya es tarde para impedir que la Constitución de 1978, junto con la monarquía y el bipartidismo, resulte útil para resolver los enormes problemas que España tiene planteados ahora mismo. Aquella loadísima Transición democrática española no fue tan perfecta como nos contaron, y lo que siguió ha permitido que sus mejores aspectos se hayan ido deteriorando. Porque en realidad fue una restauración monárquica que arranca de algunas de las leyes del Movimiento, y porque la Constitución Territorial tampoco fue perfecta, y ha ido creando problemas de ajuste de las nacionalidades que han acabado por someter a la Constitución a una tensión insoportable.
Es una señal del estado de nuestra condición que un libro así deba escribirse, pero si olvidar el pasado es la mejor forma de condenar el futuro, adulterarlo significa negarnos uno. Se trata de un tema polémico, cuasisagrado, por eso se apela directamente a la conciencia del lector, y que decida él si después de leer estas páginas las considera necesarias y oportunas. Esto no es un manifiesto ni mera opinión, y aunque así lo parezca en algunas ocasiones, ni siquiera es lo que al autor le gustaría escribir, pero en honor a la verdad se debe a lo que hay, no a lo que le gustaría que hubiese. Solo así se podrá responder a las preguntas tan incómodas como necesarias que han guiado sus pasos, ¿qué es la democracia? Y sobre todo, ¿qué significa hoy ser un demócrata?
El nuevo libro de Augusto Zamora no trata de ser una mera continuación de Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos. Es un texto autónomo, con vida propia, en el que, partiendo de algunas de las líneas ya adelantadas en su anterior obra (y confirmándolas con los hechos más recientes), y haciendo un riguroso análisis de los datos, define a la perfección la nueva época geopolítica en la que hemos entrado. Un texto revelador, en el que se aborda de manera clara lo que son (y van a ser) los ejes fundamentales de la política internacional en los próximos tiempos: el declive estadounidense y su intención de «morir matando» (esa creciente amenaza bélica internacional), la insignificancia europea, el súbito protagonismo adquirido por Corea del Norte, la creación y consolidación de nuevos corredores comerciales En suma, un diagnóstico preciso (y nada agradable) de la situación a la que se va a enfrentar el mundo (bueno, a la que ya se está enfrentando) en el futuro inmediato.
Durante más de 50 años los discursos de las FARC han encontrado un amplio mercado, no solo en la sociedad política y cultural colombiana, sino también en el espacio iberoamericano e, incluso, en Europa. El poder simbólico de éstos, ha tenido una influenc
Un 95 por ciento. 30 años se han cumplido ya de ese paro histórico, de la convocatoria de huelga más exitosa de toda nuestra historia. España entera se paralizó. Las calles se vaciaron. La televisión, tras una cuenta atrás, se fue a negro. Fue un éxito sin precedentes y un duro golpe para el gobierno de González, que, con la promesa de la modernización parecía haberse sumado a la deriva neoliberal. El detonante fue un plan de empleo juvenil que pretendía imponer a los jóvenes contratos temporales sin causa y altamente bonificados, por lo que el coste para la empresa era mínimo, pero muy elevado para el erario público.
La hegemonía neoliberal que se impuso hasta la crisis financiera de 2008 es mucho más que políticas de austeridad, financierización de la economía a expensas de la economía productiva, gobierno de expertos y brecha cada vez mayor entre élites privilegiad
¿Cuáles son las obligaciones de un monarca? ¿Qué debe hacer y cómo tiene que desarrollar su poder? ¿Cuál debe ser la relación con sus súbditos? En este libro clásico, que nació como un compendio de consejos para el rey Felipe III, Juan de Mariana sentó las bases del pensamiento político moderno y trató de responder a estas y otras preguntas similares de una manera abiertamente opuesta a las tesis de Maquiavelo. Según De Mariana, el rey debía someterse a las leyes y a la moral como cualquier otro vasallo. El monarca debía ser prudente y tener en cuenta que los impuestos excesivos para financiar sus aventuras podían asfixiar la economía y la vida entera del reino. Asimismo, consideraba que, si el rey se comportaba como un tirano, impidiendo el florecimiento y la libertad de los individuos, las revoluciones, e incluso la ejecución del monarca por parte del pueblo, podían estar justificadas. El político, pues, no podía considerarse por encima de los demás y debía asumir que la sociedad podía deshacerse de éste cuando lo creyera conveniente. Iniciador precoz de la teoría política liberal y la idea de la limitación del poder político, Juan de Mariana estableció con Del Rey y de la institución real, además de con obras como Tratado y discurso sobre la moneda de vellón, una mirada que desafiaba a los poderes establecidos y ponía al individuo por encima de los caprichos y las ambiciones desmesuradas de los gobernantes. O como él mismo afirma: «Quede pues establecido que miran por la salud de la república y la autoridad de los príncipes los que circunscriben la autoridad real dentro de ciertos límites, y la destruyen los vanos y falsos aduladores que quieren ilimitado el poder de los reyes».
Cuando se cumplen los 40 años del aniversario de la Constitución española, es oportuno recoger en un volumen los 169 artículos de la Constitución comentados por 150 plumas de prestigio entre las que figuran catedráticos y juristas de renombre. El libro, coordinado por Santiago Muñoz Machado, jurista español, catedrático de Derecho Administrativo y miembro de la Real Academia Española y de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, ha sido concebido con la voluntad de ser una guía clara y accesible para que el gran público pueda acercarse a la que es la norma suprema del ordenamiento jurídico español, a la que están sujetos todos los poderes públicos y todos los ciudadanos de España.
Hay mil y una razones para querer que el mundo mejore y cada vez más gente se compromete con los cambios que se requieren para combatir la pobreza, atenuar la desigualdad o promover el pleno respeto a los derechos humanos, pero no es fácil congeniar el d
La reedición de Crónica secreta de la Constitución quire trasladar a las nuevas generaciones -y confirmarle a las viejas- en qué consistió el proceso constituyente que se abrió camino en una España desnortada y sin rumbo tras 40 años de dictadura. Soledad Gallego-Díaz y Bonifacio de la Cuadra siguieron para El País la elaboración de la Ley de Leyes, trufada de presiones, secretos y resistencias a las reglas del juego democrático que se estaban forjando. El libro contiene multitud de claves de aquel proceso sobre Monarquía/República, nacionalidades, autonomía, abolición de la pena de muerte, huegla, mayoría de edad, el entonces tremendo problema vasco... Se indaga también, mediante una encuesta sociológica, el perfil político y humano de los 598 constituyentes, y se compara, en un Apéndice, la Consitutición aprobada en referéndum y el primer borrador de la ponencia.
Se habla de «complot» porque así fue nombrado, aireado y aceptada entonces su existencia. Sabemos de los sucesos de Tablada fundamentalmente por la prensa y la obra de Blas Infante escrita en unos escasos cuarenta días. El notario inicia su redacción un día después de la sesión parlamentaria donde se aborda por vez primera los acontecimientos, con motivo de la ratificación de las actas electorales y la proclamación de los candidatos. Presumiblemente, lo realiza muy indignado. Todo indica que refuerza la parquedad de las palabras empleadas por el diputado Ramón Franco en su respuesta a las cuatro intervenciones que ratifican la versión oficial del Gobierno. Pero necesitábamos saber más para desentrañar un bulo estereotipado por frecuente el cual, superando el recinto militar, poseen una aguda y razonable interpretación poliédrica. La hipótesis que desarrolla el autor es la posible existencia de un complot en sentido contrario al contemplado tradicionalmente, un pulso promovido desde sectores pro monárquicos y anti Ramón Franco, dentro del sector militar aéreo y como puja de poder entre miembros del ejecutivo provisional, así como de la coalición republicano socialista que lo sustenta. Una venganza profesional dentro del sector castrense al cambio de régimen y ante el máximo responsable del arma de aviación. Un abierto desaire, aun prudente por pacífico, a la República que nace. Un desprecio a la identidad y al autogobierno político de Andalucía. Un temor a una España federal. Una inquietud desde la coalición republicano-socialista ante la incógnita por los resultados de las constituyentes. En definitiva, una limitación a las posibilidades de cambio social, económico y político del nuevo régimen tricolor. Una transición más que una ruptura.