¿Qué país queremos construir? ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Qué obstáculos encontraremos en el camino? Manolo Monereo y Héctor Illueca abordan en este libro una serie de cuestiones de capital importancia en la actual coyuntura histórica. Con implacable lucidez, los autores argumentan que los poderosos han capturado al Estado y lo han puesto a su servicio, erigiendo una trama compacta y sin fisuras de poder económico, mediático y político, en complicidad con el establishment alemán y perfectamente articulada en el proceso de construcción europea. En su opinión, la Unión Europea se ha convertido en una gigantesca máquina de expropiación de patrimonios, derechos y libertades, desencadenando una dramática transición al subdesarrollo en los países del sur de Europa. En este contexto, la construcción de un nuevo proyecto de país no sólo es posible, sino necesaria, como parte de una estrategia nacional popular basada en una alianza de clases amplia y provista de una gran capacidad de movilización. En definitiva, un contrapoder social y cultural organizado para defender el bienestar colectivo y posibilitar el avance de un programa de transformación social. Con el rigor que les caracteriza, sus palabras nos sumergen en la historia fragmentada de un país arruinado, una patria malvendida y una esperanza factible en un mundo igualitario donde la propiedad no separe a los seres humanos.
La ausencia de un relato coherente sobre la etapa presente y el inmediato futuro, emitido desde las instancias donde se supone que reside el poder político nacional, es uno de los más claros exponentes de la honda crisis en la que estamos inmersos; crisis que no es sólo económica y financiera sino política e institucional; una crisis intelectual, más aún, ideológica y moral, profundamente moral; una crisis de comportamientos éticos y democráticos, de actitudes civiles y de valores humanos. Una crisis que, desde el punto de vista de la explicación de los hechos y de sus consecuencias, afecta a los asombrados gobernados, pero sobre todo a los gobernantes, a los dirigentes políticos, los cuales no sólo han sido incapaces de prevenir, corregir o mitigar lo que se estaba gestando en el sector financiero, sino que han perdido la capacidad y la intención de explicar hacia donde nos dirigimos con las medidas de selectiva austeridad aplicadas para salir de esta hecatombe, que no ha carecido de precedentes ni de esclarecidas aunque minoritarias voces advirtiendo que el camino que llevábamos era una autopista hacia el desastre. La crisis económica y los efectos de las medidas de austeridad, que ofrecen el espectáculo de un país empobrecido, endeudado y dependiente, con el futuro hipotecado y perdiendo patrimonio económico público y privado e importancia política en el entorno europeo, han sacado a la luz una crisis institucional y política, que desde hace tiempo se mantenía en estado latente pero que ya es innegable hasta para los más reacios a admitirlo. España es hoy un país en el que la mayoría de sus ciudadanos desconfía de sus instituciones y de sus dirigentes; un país decepcionado y confuso.
Este libro es la primera antología que se publica en castellano de los escritos políticos de Henry David Thoreau: incluye importantes textos inéditos, otros poco conocidos y, por supuesto, sus ensayos clásicos y fundamentales, todos ellos en una nueva y excelente traducción. Siempre es un buen momento para leer a Thoreau, no lo duden. Pero los editores de este volumen creemos que el clima político y social que estamos viviendo invita encarecidamente a acercarse a este autor y su pensamiento político. En los últimos años, hemos visto cómo se alzan leyes que ilegalizan la desobediencia democrática y la resistencia pasiva, cómo el Estado se resiste con mayor ahínco a garantizar los derechos y libertades elementales del ciudadano, cómo los gobiernos siguen ignorando sus apremiantes responsabilidades en el ámbito ecológico... Todas éstas fueron, precisamente, las grandes inquietudes de Thoreau, las grandes preguntas que lanzó a su tiempo y al nuestro: ¿cuál es el fundamento y el límite de la obediencia de los ciudadanos con relación a la autoridad política?, ¿puede justificar la libertad el uso de la violencia?, ¿cuáles son nuestras verdaderas necesidades y quién debe garantizarlas? En términos políticos, Thoreau fue sin duda un disidente e impregnó sus escritos con una fuerza tonificante que, aún hoy, anima nuestro propio espíritu de la resistencia y mantiene nuestra guardia en alto. A la manera de la famosa divisa de Walden, «simplifica, simplifica», la propuesta de Thoreau, que es una propuesta fundamentalmente política, es simple, en el mejor sentido de la palabra: nos sugiere rechazar las falsas bondades de la civilización (la riqueza, el poder, el industrialismo, el éxito, el intelectualismo) y acercarnos a los verdaderos dones de la naturaleza (la sencillez, la sobriedad, la belleza, la imaginación, la autonomía, la vida). Y la excepcionalidad de Thoreau reside en haber llevado a cabo esta propuesta no tanto por medio de un sistema filosófico como de una auténtica vida filosófica: pensaba aquello que vivía y vivía tal como pensaba.
La izquierda se encuentra en estos momentos sin un verdadero proyecto de Estado. Las clases dominantes, a través de las fuerzas políticas que son su expresión de clase, y mediante actuaciones concretas, se han dedicado en las últimas décadas a debilitar y a romper de forma consciente todos los grandes sistemas y subsistemas que permiten la vida de las personas y la reproducción de la sociedad. El desempleo y la pobreza creado por estas actuaciones han llevado a una situación de terrible desigualdad e injusticia social que se ha justificado como consecuencia de una crisis económica, cuando en realidad la crisis no ha sido más que un instrumento para la dominación. Ante eso, hay llamamientos a la unidad, y que esta vaya más allá de lo puramente electoral. Pero ¿es posible esa unidad? ¿Es realmente necesaria? ¿Qué tipo de unidad se busca? ¿Sobre qué supuestos teóricos se realizaría? ¿Qué relación hay entre unidad, solidaridad y colectivismo? ¿Y entre España, Estado, unidad y solidaridad? De todo eso, y de más cosas, es de lo que habla este pequeño libro, de la confusión que reina (o nos ha sido impuesta) en la sociedad española. En concreto en la parte fundamental de la misma: en la España de los trabajadores.
Una crónica objetiva de los 10 trepidantes años de Ciudadanos. El 8 de junio de 2005, quince intelectuales anunciaron la creación de un partido político como reacción a los efectos del nacionalismo en la vida pública catalana, con el fin de combatirlos frontalmente, sin complejos. Apenas un año después nacía Ciudadanos. Hoy, la criatura que inspiraron los Boadella, España, Ovejero o De Carreras, es una formación vertebral de la política española y su líder, Albert Ribera, se dispone a dar el salto al Congreso de los Diputados de la mano de una propuesta que no es de izquierdas ni de derechas, sino todo lo contrario. Los periodistas Iñaki Ellakuría y José María Alberto de Paco se han zambullido en Ciudadanos para elaborar una crónica que va desde los orígenes de la formación hasta su entrada en el Parlamento. Hablar de partido naranja es hablar de un modelo de éxito. Pero no solo eso: Ciudadanos es también un hervidero de contradicciones, amagos de extinción y querellas internas. Ambas caras están contadas en Alternativa naranja, el mejor libro sobre un partido político con mucho futuro.
El nuevo partido constituyó al comienzo de su corta andadura un movimiento abierto y populista florecido con gran ímpetu «tele-tecno-mediático», con un lenguaje propio y seductor. El contagio fue inmediato y viral, gracias ala ayuda de las tertulias y las redes de internet y, sobre todo, extendiendo el fantasma de la corrup ción a todo el régimen político al que llaman eficazmente casta. Pero, al poco tiempo, el pescador fue pescado, y, rápidamente, Podemos se convirtió en un partido jerarquizado heredero de la tradición de la extrema izquierda, que empieza a revelar su auténtico rostro. Este libro indaga a fondo sobre la realidad ideológica de Podemos ¿Es tan solo un movimiento populista tipo Chavismo? O ¿Es el heredero del comunismo procedente de «la gran derrota de 1989», tras la caída de la Unión Soviética y la ruina del Socialismo Real? Europa sigue en parte adormecida por el mal del dragónproducido por la codicia como cuenta la historia del Hobbit. Después de la crisis la sociedad parece haber suspendido la razón, y afloran con gran fuerza los afectos y los sentimientos campo abonado para la demagogia de la que se nutren los populismos. La palabra crisis significa decisión. Esta es la clave de la nueva política, que inspira la concepción del poder por el poder, que los intelectuales de Podemos exponen en sus «lecciones políticas» en torno a Juego de tronos. Su propio nombre, podemos, refleja ese voluntarismo radical y nihilista que en estas páginas se explica.
A voz de pronto y haciendo uso del (sin)sentido común, cualquier ciudadano apuesta por la seguridad a costa de la privacidad, prefiere dormir tranquilo, saber que todo está bajo el control de una entelequia que todo lo observa y vela por el "Bienestar" de todos. "Nadie tiene nada que temer si no hace nada malo", la cuestión que nadie se plantea es ¿qué es lo "malo" y qué es lo "bueno"?
El libro presenta una perspectiva técnica, ofreciendo sugerencias sobre el modelo institucional deseable, pero también una vertiente moral, pues, a juicio del autor, lo que requiere el país, además de una reforma de su Norma Fundamental, especialmente en la organización territorial del Estado, es también una renovación en su espíritu, refrescando y depurando los valores constitucionales.
"Las fronteras se cruzan de noche" es un duro y tenso relato periodístico donde se denuncia el tráfico de niños en el Golfo de Guinea, que dibuja una siniestra línea paralela a la costa. En su origen se encuentran la poligamia y la extrema pobreza de la zona. La ruta de esta nueva forma de esclavismo empieza en los poblados de Benín, un pequeño país de África occidental, y termina en las plantaciones de cacao de Costa de Marfil y en las canteras de Nigeria. Niños de hasta cinco años están condenados a recolectar habas de cacao en mitad de la selva marfileña o a cavar zanjas en las canteras de Abeokuta. Niños para los que, en pleno siglo XXI, palabras como infancia, educación o familia apenas son algo más que una lejana utopía.
Entre Homero y Homer Simpson. Entre Bush y Jessica Rabbit. Todo vale para dibujar con pincel afilado y lleno de sátira este mundo nuestro de los últimos años. Ibarretxe, Aznar, De Niro o Eastwood se abren paso en una historia articulada que compone un mural de fondo: La España de Zetapé. «Es mordaz y desgarrado. El lector de buen gusto literario disfrutará al leer este libro que deslumbra entre tanto fogonazo y tanto esplendor» (Luis María Anson)
España ha pasado en muy pocos meses de la euforia económica a una severa preocupación por el futuro. ¿Qué cambios, oportunidades, riesgos, tensiones o incertidumbres podemos vislumbrar los españoles en los años venideros en el ámbito nacional e internacional? Eric Juliana, uno de los analistas políticos mejor informado y más influyente del panorama periodístico nacional, da respuestas lúcidas e inteligentes. Juliana publica diariamente desde Madrid sus crónicas en La Vanguardia.
En este texto clásico sobre Maquiavelo, Althusser discurrre sobre la posibilidad de una política revolucionaria cuando se dan todas las condiciones para inventar nuevas formas de organización social, pero no logran perfilarse los protagonistas de dicha transformación: el problema radica entonces en la necesidad de pensar y organizar las nuevas máquinas políticas que habrán de desencadenar el proceso revolucionario en el vacío de la inexistencia de la política que conformará el futuro, y en la coyuntura presente de la dominación real. Maquiavelo responde a esta pregunta interrogándose sobre las características del Príncipe Nuevo que habrá de imponer las formas políticas democráticas y abrir las vías de la democracia absoluta del nuevo proceso constituyente, inaugurando así la tradición del materialismo moderno que con Spinoza y Marx desemboca en el marco teórico-práctico de la experiencia comunista contemporánea. El libro va precedido de una introducción de Antonio Negri.
¿Maquiavelo tenía razón o estaba equivocado? Él fue el primero que describió, no sin cierta complacencia, la mecánica del poder: la lucha por su conquista y el enfrentamiento de las ambiciones egoístas. Pero apenas habla de la finalidad del poder, como si su posesión fuera un fin en sí misma. ¿La democracia ha cambiado todo eso? Democracia o dictadura, el objetivo continúa siendo el mismo: la apropiación del poder por cualquier medio, durante todo el tiempo que sea posible. Pero, cuando reina la democracia, el político ya no puede inspirarse en Lenin, Stalin, Hitler o Mao. Ya no intenta dar miedo, sino gustar, comunicar, hacer suyo al pueblo utilizando todas las armas de la seducción, como han hecho Blair, Clinton o Sarkozy. Aunque la voluntad de dominio le siga inspirando, los medios que se emplean ya no son los mismos. Referirse a las convicciones morales ciertamente hace sonreír a los cínicos, pero en democracia el poder no puede ser un fin en sí mismo. Conquistarlo para extraer de él la satisfacción y la exaltación del instante no es lo mismo que hacerlo para pasar a la Historia. Aunque a veces ambas cosas ocurren.