La doncella sin manos consiguió un accésit del Premio Adonáis 2015 "por su atrevimiento romántico y la sugerente narrativa de sus poemas", según comunicó el jurado. El título trae a la memoria un famoso cuento de los hermanos Grimm en que un padre se ve obligado a cortarle las manos a su hija, narración de la que este volumen es, en cierta medida, una reinterpretación sui géneris en el que la muchacha emprende un viaje cargado de vicisitudes, de encuentros y desencuentros, búsquedas que no culminan, hallazgos felices y enfrentamiento de verdades y emociones; paralelamente, el poemario plantea otro viaje interior en el que se cuestionan temores y certezas y en el que se intenta ahondar en los oscuros entresijos del ser humano, concibiéndose la idea de que no hay un destino definitivo sino, la insinuación de lo inconcluso, de lo que queda siempre latente. Magdalena Camargo Nace en Szczecin, Polonia, en 1987, pero se crio y educó en Panamá, país que le otorgó la nacionalidad. Es diplomada en Creación Literaria y realiza estudios de Lengua y Literatura española en la Universidad panameña. Poeta y cuentista, ha participado en algunos festivales internacionales de poesía en América y Europa.
Premio Alegría 2016 del Ayuntamiento de Santander. El acta del jurado recoge que el Premio Alegría 2016 fue concedido 'por la maestría en el uso de aspectos formales, que crea una atmósfera de belleza que trasmite poderosamente las sensaciones y los pensamientos del autor'. No podemos decir que se dé un tema concreto en el libro, sino una voluntad lírica por parte del autor que lo lleva a desarrollar una poesía abierta a la contemplación, de interés por la comprensión del ser humano y del mundo que lo rodea. Capaz de penetrar en los escondrijos de cualquier circunstancia, momento o lugar, su mirada alcanza a descubrir una realidad cargada de luminosidad, rica en matices, imperceptible y diáfana. Santiago de Navascués (Pamplona, 1993) es estudiante de doctorado en Historia Contemporánea por la Universidad de Navarra. Aficionado a la literatura, al cine y a la música, en sus ratos libres se dedica a tocar la guitarra y a escribir. Como fruto de esa sensibilidad artística nace este poemario, el primero que escribe.
Uno de los grandes poetas españoles, da a conocer las luces y las sombras de la poesía española y de las últimas cinco décadas, en artículos recogidos en este libro.
Tal y como ocurre con toda gran poeta, Angelina Gatell es propietaria de un mundo exclusivo e intransferible aunque compartido con las mujeres que han vivido su tiempo: el amor como flecha de luz en una realidad sombría, la memoria colectiva como parte esencial de la memoria histórica de nuestro país, la memoria íntima y personal, la crítica al autoritarismo en todas sus formas, el canto a la libertad y a favor de los derechos de las mujeres, los amigos, la poesía de los otros y, sobre todo, de las otras, y la vida cotidiana y sus servidumbres. Con En soledad, con ella el lector tiene en sus manos toda una crónica sentimental convertida en verso. Una crónica sentimental que es también un recorrido por nuestra historia reciente, desde la posguerra hasta los comienzos del siglo XXI.
Yo no quiero ser tan pretencioso como para atribuirme el saber a qué poeta elegiría el Todopoderoso si quisiera dirigirse a los humanos, pero sí creo que acertaría al afirmar que si quisiera leer poesía se decantaría por poetas como Bécquer, Machado, Whitman, Kavafis o Pasternak. Poetas que hablan a los sentimientos con un lenguaje llano, sencillo y directo pero hermoso, intentando conmover más que maravillar, y desprovistos de parafernalias, grandilocuencias, normas, reglamentos y servicios. Poetas que desde la sinceridad profunda de sus versos sueñan con la libertad y se dirigen a los hombres libres, aquellos capaces de amar, de soñar y de sentir desprovistos de prejuicios y ataduras.
La crisálida que quiso subir al Everest es un verdadero canto a todo aquello que anhelamos. Tras tanta historia, tanta literatura, tanta poesía, no es fácil encontrar la forma precisa para reflejarlo, para que no suene a todo lo ya dicho. El sentimiento humano no se inventa, es. La maravilla estriba en saber hallar una forma propia de hacer latir la palabra mediante la cual transmitirlo.
Rodmell es el lugar donde Leonard Woolf enterró los restos incinerados de su esposa Virginia después de que ésta se llenara los bolsillos de su abrigo con piedras y se lanzara al río Ouse para morir ahogada. Pero es también la crónica de un descenso vital, de una ruptura con la realidad lineal, de una caída: el espacio simbólico y atemporal donde tres mujeres geniales, de tiempos y signos muy distintos, se reencuentran y se intercambian palabras de inmediato reconocimiento. En definitiva, un libro desgarrado y de derrumbe que nos habla de los límites entre la cordura y la locura, de las fronteras como formas de vivir, que reflexiona sobre la condición femenina de las outsiders y sobre lo que significa habitar en el extrarradio